La Consejería de Medio Ambiente, a través de su titular, Fernando Ramos, y del responsable del contrato de limpieza pública viaria y recogida de residuos, Yamal Dris, han suscrito un nuevo ‘Protocolo de sistema de control de servicio y plan de calidad’ de la encomienda adjudicada a Trace hace ahora cinco años y medio que, según las fuentes consultadas por este periódico, da un cambio radical al principio de análisis del grado de cumplimiento de las obligaciones de la concesionaria: desde justo antes de verano ya no se debe poner la lupa en que haga o no tal o cual servicio con equis medios, recogidos hasta el extremo de detalle en los Pliegos del concurso, sino que la ciudad esté o no limpia.
De acuerdo con este protocolo, a cuyo contenido ha tenido acceso ‘El Faro’, el control se debe fundamentar “en el examen y la toma de medidas en las áreas y rutas afectadas, diferenciando las actividades de limpieza viaria, recogida de residuos y limpieza y mantenimiento de contenedores”.
El litigio entre la UTE y la Ciudad, está pendiente del Consejo de Estado
El cálculo de las detracciones o descuentos en concepto de “servicios no prestados” pasa a articularse en torno a “parámetros objetivos que tienden al nivel de limpieza y recogida obtenido con la labor llevada a cabo por la UTE” ganadora del concurso, que a juicio de algunos analistas del Protocolo se ha apuntado un importante tanto con su rúbrica, ya que “se le viene a dar la razón” en que si el que gestiona es un contrato de servicio público mediante la modalidad de concesión lo que se le tienen que imponer son “obligaciones de resultado”.
El mecanismo de control del servicio recogido en el Protocolo “viene a colmar las lagunas existentes en los Pliegos rectores del contrato a la hora de determinar el sistema de cálculo de pagos al adjudicatario”, ya que según la concesionaria estos ni siquiera definían “los parámetros que permitan apreciar que un servicio se haya de reputar como prestado o no y, en consecuencia, sin establecer método de cálculo alguno para la práctica de detracciones en las correspondientes certificaciones mensuales”.
Esta descarga de culpas sobre la redacción de los Pliegos no ha cambiado la política de la Ciudad en lo que a poner números a supuestos incumplimientos, aplicar detracciones y expedientar a la empresa se refiere, algo que no se hizo en las primeras 52 certificaciones pero que sí se ha ejecutado sin falta en las catorce últimas, desde el verano del año pasado.
Para Trace todas las certificaciones con pega de junio a mayo fueron “incorrectas”
Para la empresa todas ellas, hasta la entrada en vigor del nuevo Protocolo, que poco ha cambiado en ese sentido en lo que al resultado final de las evaluaciones se refiere, han sido incorrectas “por reflejar detracciones calculadas mediante métodos que colisionan con la naturaleza del contrato” por ser, a juicio de Trace, “contrarias a los propios principios de control de la calidad del servicio”.
Los representantes de la Ciudad sí asumieron con sus firmas que el nuevo Protocolo de control venía a “mejorar la calidad del servicio” y que debía llevar aparejado por parte de Trace, “un nuevo plan de servicios” y la incorporación de “maquinaria de última generación”.
La Consejería se comprometió, para medir la limpieza pública, a tomar “al menos 40 muestras o medidas” cada mes en punto “distribuidos de manera aproximadamente uniforme por todo el territorio del contrato” con una superficie de 250 metros cuadrados y, ahí, detectar la presencia de residuos inorgánicos (pequeños, medianos o grandes), residuos orgánicos, residuos en alcorques, excrementos de animales, papeleras (vacías, sin vaciar pero sin rebosar o rebosante) y residuos alrededor de contenedores.
Después toca contar los residuos localizados en el tramo observado y aplicar a cada tipo de residuo un factor de grado de importancia dependiendo de sus dimensiones, su origen y su ubicación.
El Protocolo de valoración de la limpieza establece que los residuos inorgánicos que sean localizados en la zonas revisadas se deben clasificar en pequeños (inferiores a un paquete de cigarrillos), medianos (superiores o iguales a una cajetilla de tabaco no arrugada pero inferiores a un folio, por ejemplo una bolsa de plástico vacía) o grandes (una caja de cartón, un periódico, botellas de un litro o superiores...). Con los orgánicos hay que hacer algo parecido Los alcorques deben catalogarse como limpios (con menos de cinco residuos pequeños), algo sucios, sucios o muy sucios (con 30 ó más pequeños, más de dos medianos o uno grande). Con las heces de mascotas debe contabilizarse cada excremento como unidad “salvo que procedan del mismo animal”. A los factores de limpieza pública se suma un índice de equipo (sobre vehículos y personal) y otro de limpieza y mantenimiento de contenedores. En el caso de los equipos debe analizarse el aspecto de la maquinaria, si los automóviles hacen un ruido excesivo y si la uniformidad de los trabajadores es reglamentaria y decorosa. Con respecto a los contenedores se impone tener en cuenta si los lugares expresamente acondicionados para dejar las basuras están rotos, quemados, deteriorados o especialmente sucios (grafitis, pintadas, carteles...).
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