El
Círculo de Silencio celebrado este segundo miércoles de marzo en Ceuta ha vuelto a hacer hincapié en la ausencia de derechos que pesa sobre muchas personas por el hecho de ser inmigrantes. Quienes han salido de sus casas para participar de este acto han unido sus pensamientos y su silencio en la defensa de una Europa “humana y solidaria”, que “reconozca su responsabilidad en el drama de las personas que buscan refugio”. Las noticias e imágenes que llegan de Siria, Turquía o Grecia que muestran a personas abandonadas, golpeadas o despojadas de todo mueven las conciencias de quienes todavía tienen sentimientos y piden un cambio radical en la política migratoria actual.
“La ruta del Mediterráneo oriental está llegando a niveles catastróficos. El cierre de fronteras con terceros países que tienen acuerdos con la Unión Europea, el comportamiento cruel e inhumano de sus respectivas fuerzas policiales y militares, la utilización de la situación de las personas refugiadas con fines políticos, el desarrollo de movimientos xenófobos en contra de las personas que migran hace que pidamos a la sociedad civil no quedarse de brazos cruzados”, han expuesto. Así, desde Ceuta se ha pedido al gobierno turco “que abra sus fronteras con Siria, dando un trato humanitario a las personas que escapan de la guerra”. Al gobierno griego lo mismo, garantizando “el derecho al libre desplazamiento por Grecia en su trayecto hacia Europa central. La suspensión del derecho de asilo anunciado por el gobierno griego y el húngaro es una violación flagrante de la Convención de Ginebra”. A la UE se le ha reclamado que mejore y resuelva las condiciones en las que se obliga a vivir a la gente que llega a Europa, evitando escenas de persecuciones en las que muchos se juegan la vida. El Círculo de Silencio no se ha olvidado de las personas que sufren trata en todas sus formas, de manera especial en la Frontera Sur, donde “hemos sido testigos de tantas víctimas, en su mayoría mujeres, que transitan por caminos y situaciones de sufrimiento y esclavitud, sometidas a los traficantes de turno hasta llegar a nuestras costas”. Hay personas que con sus comportamientos toleran esa trata alimentando la explotación sexual y laboral, el tráfico de órganos o la mendicidad además de los matrimonios forzados o la comisión de actos delictivos. Es una complicidad que se traduce en desconocimiento, indiferencia, falta de denuncia o consumo de prostitución y de productos elaborados mediante la explotación laboral.