2019. Año con muchos propósitos para seguir luchando por la defensa de los derechos humanos. Año para plasmar los sueños que fueron recogidos esta tarde entre los presentes que asistieron al primer
Círculo de Silencio. Sueños como el de Martin Luther King: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, con la justicia, con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”, decía. El Círculo de Silencio, el primero de este 2019, viene marcado por esa esperanza y esa fuerza para que este nuevo año en la Frontera Sur de Europa rompa la tónica de los anteriores. “Exigimos esta frase de Martin Luther King como punto de partida, como reflexión que marque estos doce meses que comenzamos. Tenemos un sueño común, que la libertad, la igualdad, la dignidad y la justicia sean una realidad y no algo que soñemos”, apuntaron en la lectura del mensaje atendido por todos los presentes en silencio. “Comenzamos este nuevo año con la mirada puesta en el futuro como Morrison, Saidu, Bukari o Abdkarin, cuatro de las personas rescatadas por el barco de la ONG española Open Arms el pasado 28 de diciembre en aguas del Mediterráneo tras el rechazo de otros puertos seguros más cercanos como Malta o Italia. Estos cuatro jóvenes pidieron papel y bolígrafo para escribir palabras llenas de agradecimiento y esperanza antes de desembarcar la pasada semana en el puerto de Algeciras”, recordaron.
Esos sueños marcan la esperanza por un futuro en el que los enfrentamientos no sean los que se dan hoy en día. “Pedimos que este año sea el que todos los sueños importen.Todas las personas tenemos ideas que nos mantienen con fuerza mirando hacia adelante. Todas las personas disfrutamos imaginando y todas corremos detrás de nuestras metas. Todas las personas tenemos derecho a tener sueños y que estos se puedan realizar”.
Así que 2019 puede que sea el año en el que haya cambios, en el que se produzcan giros, en el que las políticas migratorias evolucionen porque lo que ahora es recogido en forma de sueños, de pronósticos y de esperanzas terminen siendo realidades en las que los derechos sean cumplidos. Unos derechos que pasen, sencillamente, por el cumplimiento de las normas universales, por la humanidad global por el respeto a la vida frente a las políticas que coartan incluso los rescates y el respeto a la integridad de las personas cuyas embarcaciones quedan a la deriva igual que sus destinos.