Cientos de porteadores cruzan en avalancha la frontera del Tarajal

Los camalos boicotearon ayer la apertura del Biutz con una protesta en el lado marroquí del Puente. Al cierre de esta edición, unas mil personas estaba bloqueadas en la zona internacional del paso.

La avalancha que las fuerzas de seguridad vaticinaban ‘inundó’ ayer la frontera del Tarajal sobre las 15:00 horas. La Guardia Civil estimó que entre 200 y 300 porteadores o camalos cruzaron ayer a la carrera las instalaciones españolas por los carriles de vehículos, superaron el puente internacional y alcanzaron su país cargando mercancías donde, como suelen decir quienes se dedican al ‘comercio atípico’, “ya allí nosotros nos entendemos”.
Los efectivos del Instituto Armado y la Policía Nacional solo tuvieron posibilidad de retirarse para no ser arrollados por una muchedumbre que, empujada por la ‘fiebre del bulto’, les podría haber aplastado de interponerse en su trayectoria. Por fortuna, ningún agente resultó herido, según fuentes oficiales, aunque los camalos resistieron durante el resto de la jornada en los aledaños de la frontera, el refuerzo de efectivos permitió que fueran reordenados en la explanada donde se encuentran las paradas de autobús, junto a la playa.
Las arremetidas de los porteadores contra el cinturón de seguridad delante de la Aduana se sucedieron hasta en otras cinco ocasiones en el transcurso de la tarde, según confirmaron fuentes oficiales a este periódico. Fue el quinto intento, pasadas las 22:00, el que fructífero dando entrada a unos 200 porteadores que quedaron atrapados en la zona internacional, entre España y Marruecos. Al cierre de esta edición el puente internacional estaba cerrado y se desconocía qué iba a ocurrir con unas 1.000 personas bloqueadas. Mientras tanto, en los aledaños de la frontera, unas 150 personas aguardaban para hacer noche en Ceuta o bien probar suerte por última vez.
“Nunca había visto nada igual”, espetó uno de los agentes desplegados en una rotonda del Tarajal que apenas se veía por la cantidad de personas que estaban sobre ella. “Llegará el día en que nos ocurra una desgracia a cualquiera de nosotras”, advirtió Fatima, una mujer exhausta y encorvada por el bulto que llevaba atado a la espalda.
Esta aglomeración de personas a partir de mediodía en la frontera no es casual. El Puente del Biutz, el paso autorizado de mercancías empaquetadas de Ceuta al país vecino, permaneció ayer cerrado debido a una protesta de porteadores en el lado marroquí. Ante la imposibilidad de usar el Biutz, los porteadores en suelo español trataron de realizar el pase de los productos por la frontera del Tarajal provocando el colapso del último tramo de la carretera nacional N-352 que conlleva retenciones, molestias a los vecinos y caos.
Aunque la Unidad de Intervención Policial del Cuerpo Nacional (UIP) había desplegado a primera hora de la mañana el dispositivo en las naves, los aduaneros marroquíes decidieron no abrir el Biutz ante el riesgo de avalancha porque los alborotadores presentaban un carácter agresivo. Decenas de personas –lo que se alcanzaba a ver desde el lado español– se agolpaban contra los tornos o bien colgaban de los tubos que los porteadores recorren hasta la explanada de Castillejos (Marruecos). Jaulas que se encontraban repletas de hombres pero, sobre todo, de mujeres exaltadas.
Los manifestantes que bloquearon el Biutz optaron por movilizarse porque, aseguraron,  “no se nos deja trabajar”. Según testigos presenciales, el grupo que originó la concentración tenía vetado el paso a Ceuta con anterioridad a las 7:00 de la mañana y, ante la certeza de que perderían los primeros puestos en la fila, se desplazaron al extremo del Biutz que se adentra en suelo marroquí.
La indignación llevó a estos grupos a boicotear la primera jornada de comercio transfronterizo después de varios festivos consecutivos por el puente de La Inmaculada y la Constitución. Los agitadores taponaron la zona de los tornos y el camino enjaulado que conduce a los dueños de los bultos durante parte de la mañana. Desde las naves, pudieron oírse golpes tras los barrotes, las proclamas soberanistas e insultos.
Según pudo conocer este periódico a partir del testimonio de los transeúntes que alcanzaron las paradas de taxis y autobuses, las autoridades marroquíes están siendo más exhaustivas en los controles fronterizos y, en la mañana de ayer, restringió a los camalos el acceso a la ciudad autónoma aunque llevasen pasaporte. Alguna empleada transfronteriza tampoco pudo llegar a su puesto de trabajo porque carecía de forma de acreditar un contrato en Ceuta y el pasaporte era insuficiente.
Los peatones que cruzan el paso fronterizo del Tarajal criticaron en multitud de ocasiones que las autoridades marroquíes mezclen a todas las personas que se dirigen los menores escolarizados en centros ceutíes tienen que verse envueltos, cada mañana, en el ajetreo del comercio atípico. Como pudo comprobar este periódico, los alumnos tuvieron ayer preferencia en la entrada a Ceuta.
Los propios porteadores relataron que, la pasada madrugada, fueron pocos los que durmieron al raso en los alrededores de los polígonos porque la Policía Nacional les negó la entrada a Ceuta el martes y en días anteriores. La Jefatura Superior del Cuerpo Nacional aclaró que esta decisión no supone una medida extraordinaria, sino que siempre se prohíbe el paso a los porteadores los días festivos porque los polígonos están cerrados y el Biutz inoperativo.
Hafida, una marroquí que habla español con fluidez y aún recuerda cuando los bultos se cobraban a menos de 20 euros, explicó que, de todas formas, un número importante de camalos “se quedan a dormir en el Príncipe a dos euros la plaza”. Esta mujer, bregada en cientos de jornadas de comercio transfronterizo, apostó por negar la pernoctación de marroquíes en Ceuta porque favorece los desórdenes en la frontera y que, al final, “nadie pueda trabajar”, en referencia a los boicoteadores.

Los polígonos del Tarajal ofrecieron una imagen nada usual de calles vacías y pocos almacenes con las persianas levantadas hasta las 11:30 horas de ayer, momento de la mañana en el que la Policía Nacional levanta los controles de seguridad y la circulación es libre por el recinto. Nada hacia presagiar que la situación daría un giro de 180 grados pocas horas después, con riadas de personas que se desplazaron hasta la frontera del Tarajal donde, por centenares, consiguieron su objetivo.
Aunque los camalos soportan todo tipo de vicisitudes por “ganarse la vida” con el comercio transfronterizo ya que carecen de otra fuente de ingresos, las fuerzas de seguridad también son ‘víctimas’ de este juego del gato y el ratón que toma tintes cada vez más peligrosos. Ya son varios los agentes que han deslizado su temor de que cualquier día pueda ocurrir una tragedia que tenga por triste protagonista a un camalo o un compañero.  
Los policías nacionales y guardias civiles forman unidades que se ven arrastradas hacia las avalanchas y otros movimientos multitudinarios que no hacen sino desgastar aún más a unas fuerzas de seguridad que ya, sin tener en cuenta estos refuerzos extraordinarios, se encuentran desgastados porque sus plantillas son insuficientes, como han denunciado en ocasiones anteriores los representantes sindicales.