Ana Marfil Martín vive desde hace ocho meses en Madrid. Desde allí, cuenta a El Faro de Ceuta cómo se está viviendo la situación en una comunidad autónoma que ha suspendido las clases en todos los centros educativos por el coronavirus y que ayer mismo dejó imágenes de un aprovisionamiento propio de una catástrofe.
“En la ciudad se palpa un ambiente tenso. Es común encontrarte en el metro a muchas personas con mascarillas y guantes, tomando cierta distancia unas de otras. Hay comercios que han cerrado, sobre todo aquellos cuyos propietarios son chinos”, cuenta.
En su día a día, indica que ya es común ver carteles “informando sobre el virus y gel a la entrada de cualquier edificio”. Esta misma semana se empezó a establecer el teletrabajo en muchas empresas. “Las que no sabían qué hacer”, menciona esta estudiante en una escuela de negocios, “mandaban comunicados”.
Marfil ha detectado algunos cambios en la vida diaria de la gente de la capital. “Se evita el contacto físico. Nada de saludarse con dos besos ni de tocarse”. Además dice que hay cierta incomodidad si alguien tiene alguno de los gestos que menciona.
Tal es la psicosis que, cada vez que alguien tose, ha llegado a ver cómo “pide perdón y asegura que no está enfermo”.
Al igual que las escenas que se encontraron ayer los madrileños en los supermercados: mostradores vacíos debido al aprovisionamiento que decidieron hacer muchos con la vista puesta en la cuarentena. Marfil se sorprende ante estos comportamientos: “Hay personas esperando a que el supermercado abra y, acto seguido las estanterías quedan vaciadas”.
En línea con las recomendaciones, el uso de geles “se ha incrementado muchísimo”.
Esta ceutí no tiene planes de volver a nuestra ciudad, acto que califica de “irresponsable, dadas las recomendaciones del Ministerio”, y más estando en uno de los principales focos de contagio.
Ella vive en primera persona cómo este protocolo no llega a todos los sitios. En la academia de idiomas a la que asiste, el profesor les contó que insistió para que se establecieran medidas, y que se lo negaron. “Están evitando tomar medidas para no asumir el gasto que supone y, como esta empresa, lamentablemente son muchas que hacen lo mismo”.
“Y, sin ir más lejos hoy en un Uber me ha dicho el conductor que, iba a comprar guantes y gel para que, cada vez que se subiera un pasajero, pedirle que se desinfecte. Estaba preocupado por la probabilidad que tiene de contraerlo”, añade.
Por este motivo, mantiene un contacto diario con su familia, que asegura está “preocupada”. “Yo los mantengo informados al minuto y, les envío todo lo que recibo” para que se queden “tranquilos”.