No sabe cuántos, pero se cuentan por miles. Andrea Guirado, natural de Ceuta, joven estudiante de Ciencias Ambientales en Puerto Real (Cádiz) y, además, muy implicada desde niña en labores de preservación del medio ambiental suspira y se ríe cuando le preguntan cuántos vencejos, generalmente crías, ha logrado rescatar junto a los voluntarios de la agrupación SOS Vencejos, que ella misma impulsó, en estos tres últimos años. “Empezamos a crear la red en julio de 2019, cuando me topé con Juanjo González, un compañero de Extremadura”, explica. Desde entonces han pasado tres años y, además de perder la cuenta de cuántas aves han sido asistidas en todo este tiempo y a cuántas personas se ha asesorado telefónicamente sobre los cuidados que necesita el vencejo, tampoco sabe a ciencia cierta hasta cuánta gente llegan los tentáculos de una red que está ya presente en casi todas las provincias españolas.
“En el grupo de Whatsapp nacional somos 96 personas”, detalla, “pero luego cada provincia tiene su grupo local, que está gestionado por un responsable que va pasando los avisos que nos llegan a nivel nacional siempre y cuando sean de su zona”. Bromeando, dice que si tuviera que estar presente en todos los grupos que existen no dormiría, pues aún así “me paso la vida pegada al teléfono, se reciben avisos a diario y hay que recabar los datos de la persona que ha encontrado al vencejo, asesorarle y, llegado el caso, canalizar el aviso a la zona correspondiente para ver si algún voluntario puede hacerse cargo”.
La presencia en redes sociales es clave. Perfiles en Facebook e Instagram que son la puerta de entrada para salvar a un ave que, para Guirado tiene, desde pequeña, un significado especial. “Es algo que me pregunto a menudo, ¿por qué les tengo tanto cariño? Bueno, quizás sea porque como en Ceuta no tenemos centro de recuperación, pues es un ave que le ha llegado mucho a mi padre cuando era pequeña, es la especie que más hemos tenido en casa”, comenta en referencia a su progenitor, veterinario de profesión, “ahora mismo estoy aquí, en la terraza, y los estoy viendo volar… son maravillosos porque tienen características diferentes a otras especies, su vida es casi completamente aérea”. Andrea habla también de sus peculiaridades y, sobre todo, del hecho de ver que no tienen la protección que merecen. “Por más títulos que se les asignen, de especie protegida y demás, luego la Administración Pública no demuestra protegerlos”, afirma.
Estudiante de Ciencias Ambientales durante los últimos cuatro años, le queda uno más para terminar su Trabajo Fin de Grado y, por lo tanto, acabar su carrera. En estos años ella misma también ha rescatado decenas de aves indefensas. “¿Y qué haces con ellas? ¿Dónde las tienes?”, le preguntamos. “Nada, pues me las traigo al piso de alquiler donde vivo, las pongo en cajitas y las meto a mi cuarto”, comenta. Ha llegado a tener hasta una treintena al mismo tiempo. “Unas entran, otras se recuperan y salen… así vamos”, asegura. Y es que el tiempo de recuperación que necesitan los vencejos depende, en gran medida, de en qué momento de desarrollo se les encuentre. A veces las crías tienen apenas horas o días de nacidas, y simplemente se trata de darles alimentación y esperar a que desarrollen para que puedan echar a volar. En promedio eso ocurre en unas cuatro semanas. Pero si la cría ya es más grande, el tiempo se reduce.
Guirado lamenta que haya tan pocos recursos y, en ocasiones, una atención cuestionable en los CREAs (Centro de Recuperación de Especies Amenazadas) de muchas partes del país. “A veces, digamos que la atención no es muy oportuna. Nos hemos topado con muchas situaciones porque ante cualquier llamada nuestro primer consejo es que se alerte al centro de recuperación más cercano, pero, por desgracia, muchas veces están desbordados y al vencejo, a pesar de ser especie protegida, no lo aceptan”, explica. Fue ante esa vulnerabilidad palpable que Guirado y González impulsaron SOS Vencejos. Había que hacer algo. “Es importante su preservación porque son unas aves estrictamente insectívoras, se alimentan de los insectos que nos son molestos a nosotros. Son un eslabón fundamental en el ecosistema. Si estas aves desaparecen nos comerían vivos los mosquitos y moscas, proliferarían mucho más. Eso es lo que siempre se le explica a la gente, los vencejos son fundamentales”, detalla la joven.
Solo en Ceuta, algunos veranos, se han llegado a rescatar un promedio de 70 animales. Y es que, como dice una de las últimas publicaciones en redes de la agrupación y recogiendo el sentido de los cientos de voluntarios dan su tiempo y cariño de manera desinteresada a estas aves, “contemplar cada año sus maravillas siluetas, recortando grácilmente el cielo, da sentido a nuestra existencia. Vale mucho la pena luchar por algo tan hermoso, agradable y benévolo como los vencejos”.
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