Ceuta, un pueblo vencido

Llevo años viendo como la ciudad donde nací, donde pienso morir, se resigna. Va cediendo a la tiranía, incompetencia y falta de escrúpulos de cuantos se muestren dispuestos a inflarse de ganar dinero. Todos la alagan y cuando se marchan dicen que volverán de vacaciones, que nunca olvidaran ni a la ciudad ni a los caballas, pero no vuelven.
 

La primera derrota de un pueblo es silenciar la realidad, porque si no hacemos frente al problema este irá creciendo hasta no tener solución. Vivimos en una ciudad donde vienen los depredadores del plus de residencia dispuestos a recibirlo todo y a no dar absolutamente nada. Decía vienen, pero también están los de aquí, los patriotas de Facebook, Casas de Ceuta y páginas web. “Me encanta Ceuta, pero vivo en Algeciras”. Son los chicos y chicas de la medalla del amor: Hoy te quiero más que ayer, pero menos que mañana.
Esta semana la naviera Acciona decidió subir los precios de los billetes con incrementos de hasta el 100%. Ya lo hizo hace unas semanas, aunque no tuvo tanta repercusión mediática. Combatir la tiranía de una multinacional es una guerra difícil de abordar, porque el capitalismo empresarial se une en grandes plataformas para presentarse sin pudor como los caciques del siglo XXI, los que deciden y marcan los precios. Los otros, “los ciudadanos”, tenemos el derecho a patalear, de escribir en los medios, porque vivimos en una democracia tutelada donde los mercados están dispuestos a subyugar a millones de seres humanos en el mundo. Lo hicieron con la especulación del ladrillo, lo hacen con el trigo y los cereales llevando a la hambruna a millones de personas y lo harán con todo lo que produzca riqueza desmesurada. La naviera sabe que abusa de los precios dentro la legalidad alcanzando la tarifa máxima permitida, pero cuando la legalidad es una inmoralidad, los poderes públicos están obligados a reconducir a los mercados y llevarlos a donde nunca debieron salir. El justiprecio de lo que ofrecen a lo que debemos pagar no solo los ceutíes, sino también a todo ciudadano que trate de cruzar el charco.
Pero para que los poderes públicos reaccionen con contundencia y las multinacionales se piensen dos veces llegar al límite de lo permitido, los ciudadanos deben mostrar su rechazo, manifestarse pacíficamente y libremente ante una decisión abusiva que afecta a ceutíes y no ceutíes. En muchas ciudades de este país los ciudadanos se manifiestan cuando se atentan contra sus intereses, pero aquí nos limitamos a lamentarnos. No tenemos tiempo, unos porque están más interesado en tomar el barco de vuelta; otros porque no pueden señalarse por miedo a perder un hueco en la ciudad del dedo tendido; otros simplemente por terror a la represalia traidora.
La subida de precios tira por la borda cualquier intento de fomentar el turismo en una Ciudad con un paisaje que es capaz de enamorar a todo el que tiene la suerte de  verlo y disfrutarlo. Cualquier esfuerzo en fomentar el turismo en Ceuta es una pérdida de energía y recursos, porque con el precio del billete del barco es prohibitivo  para una familia mil eurista que quiera conocer la ciudad. Y España está llena de miles euristas. ¿Para qué asistir a ferias; para que gastar dinero en publicidad?. Nadie se manifestará en Ceuta, lo hablaremos en las tabernas, en las tertulias de amigos, habrá alguna que otra rueda de prensa, algunos se atreverán a escribir contra el egoísmo desmesurado de las multinacionales, pero mañana el barco se llenara de residentes y amantes del plus de residencia. Ceuta es un pueblo vencido.
El poeta Pedro Bonifacio “Almafuerte” nos dejaba este poema que bien merece una lectura a los que vivimos en este pueblo vencido por la apatía.
No te sientas esclavo,
ni aún esclavo;
trémulo de pavor,
piénsate bravo,
y acomete feroz,
ya mal herido.
Ten el tesón del clavo
enmohecido
que ya viejo y ruin,
vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez
del pavo
que amaina su plumaje a
l primer ruido.
Procede como Dios
que nunca llora;
o como Lucifer,
que nunca reza;
o como el robledal,
cuya grandeza
necesita del agua,
 y no la implora...
Que muerda
y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo,
tu cabeza.