Ni 24 horas después de que
Khalid Anannaz fuera enterrado en el cementerio de Sidi Embarek, su hermano -residente en la Península- llegaba a Ceuta. No pudo velar el cuerpo de Khalid, fallecido en un intento de entrada a nado, tampoco pudo verlo. Sí su tumba, como también supo de los informes elaborados por la Guardia Civil ayudando a verificar así el reconocimiento de su identidad de manera oficial. Pero faltó ese gesto íntimo tan necesario como es el hecho de que alguien pueda llegar a despedirse del ser querido, a participar de ese último adiós y de esos rezos.
La culpa de esta situación es que la nevera de que dispone la
sala de autopsias, con capacidad refrigeradora para dos cadáveres, está estropeada. Lo estuvo a mediados de agosto, se hizo un arreglo a los pocos días que duró nada y menos, evidenciándose su falta de operatividad. Ceuta, ubicada en plena frontera sur, expuesta a la aparición de cuerpos sin vida vinculados a la inmigración ahora recrudecida, carece hoy por hoy de una nevera operativa para guardar los cuerpos a los que hay que hacerles la autopsia, lo que está llevando a que sean enterrados con rapidez por meras cuestiones de salud pública.
El
Ministerio de Justicia conoce de esta situación, como también sabe de las características específicas de una ciudad como Ceuta, en donde siempre se debe estar preparado, contando con recursos suficientes para afrontar la posibilidad de la aparición de cadáveres de inmigrantes, dados los intentos continuados y arriesgados de los cruces y dada también la cantidad de
desaparecidos.
A diferencia de Ceuta, en Melilla hay 3 congeladores y seis cámaras refrigeradoras
La falta de empatía con esta situación roza la indecencia. Que no haya neveras operativas supone no solo que los cuerpos tengan que enterrarse rápidamente, sino también tener que guardarlos en otras instalaciones como el propio Hospital, que a pesar de las dimensiones que tiene, carece de suficientes equipos de este tipo por lo que también se ha dado la situación de no tener allí espacio para depositar los cadáveres. A los inmigrantes que pueden aparecer sin vida, de hecho se está registrando uno de los veranos de mayor número de muertes, se suman los casos judiciales, es decir, aquellos envueltos en situaciones que deben ser investigadas judicialmente y que requieren por tanto de la realización de autopsias y la elaboración de los informes.
El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses sufre de la carestía de unas infraestructuras amplias que permitirían albergar más neveras, lo que serviría para evitar este tipo de situaciones ya que aunque una de ellas se estropeara siempre se dispondría de más en funcionamiento. Se enfrentan a unos recursos muy mermados que, ante situaciones extraordinarias como esta, generan adversidades. A los profesionales del Área de Patología Forense se les exige el mismo nivel que a los que prestan servicio en cualquier otro punto de la Península, pero es evidente que sus medios y sus circunstancias laborales no son las mismas
Melilla dispone de 3 congeladores (en Ceuta no hay ninguno y por eso los cadáveres no pueden ser aguantados más tiempo para su posible identificación) y seis cámaras refrigeradoras. Ceuta solo tiene una nevera para dos cuerpos y ahora, operativa, ninguna. Se ha solicitado al Ministerio de Justicia la compra de otra cámara con capacidad para tres cuerpos, pero lo urgente es, también, disponer del espacio necesario para tenerlas.
Un agosto de muertes constantes
Este mes está siendo especialmente duro dada la cantidad de cuerpos sin vida de inmigrantes que están apareciendo en el mar. La práctica mayoría relacionados con intentos de entrada desde Marruecos, aunque ha habido un caso de un atrapado que quería marchar de regreso a su tierra. De llevar documentación pueden ser identificados con mayor facilidad, en otros casos hacen falta gestiones para intentar dar con esos nombres que se esconden tras los cuerpos recuperados del agua. Ceuta se expone a situaciones de este tipo, que se han recrudecido desde el cierre de la frontera.