El verano pasado, entre conversaciones propias de garitos o de tomar un café, se tenía conocimiento de que se echaba en falta la celebración de la efeméride del colectivo LGTBIQ+. Parece que, de algún modo, finalmente la petición ha sido escuchada. Este año Ceuta se vestirá de arcoíris “con orgullo”.
Después de años en la sombra, finalmente las calles se llenarán de sus colores para lanzar un mensaje de tolerancia. La festividad no solo se quedará en un acto reducido de un día como en los dos últimos años.
Este 2025 toma forma y no se limitará a colgar un par de banderas o a unos decorados. Habrá mucho más. Talleres, actividades, convivencias y una fiesta final plagada de música en directo.
Festejar la identidad y orientación sexual de una parte de la población sí es necesario. Lo es precisamente porque aún existen mensajes y acciones de odio que todavía pesan sobre quien sale libremente del armario.
Quizá es esta la razón por la que Nicolás Molina, propietario de K-baret y organizador del evento, se ha lanzado a planificar y materializar un Orgullo propiamente dicho. No se otorga méritos y se toma todo este proyecto como un “tema normal”.
La idea en parte le viene de una de sus empleadas, Rocío. Recuerda con cariño cómo ella hace dos años le propuso hacer algo diferente en el establecimiento. Así, por primera vez, las estelas multicolores se colaron en las paredes del local.
La celebración LGTBIQ+ entró como una especie de fiesta temática, al igual que tantas otras que se desarrollan en el bar cada fin de semana. La primera vez que se hizo tuvo una gran acogida.
“Nuestra camarera, que es del colectivo, sugirió una noche del orgullo. Nos animamos a hacerlo. Lo planteamos durante una semana hasta que llegó el día. Fue un ‘brunch’ social con picoteo y decoración. Vino un chaval para un show y Ebhel para cantar”, cuenta.
“Venían cada vez más gente. Nos sorprendimos con la respuesta. Empezamos a las cuatro de la tarde y terminamos a las dos de la mañana. Estuvo esto lleno tanto en la terraza como dentro”, relata.
“Cuando cerramos, nos echamos las manos a la cabeza. Vimos que había tenido repercusión, incluso en las redes sociales al día siguiente. Se comenzaron a compartir publicaciones. Tuvo eco en el gremio y en el colectivo”, expone.
La iniciativa, aunque fue repentina, cosechó éxito y para muchos fue significativa. Al fin tenían un lugar al que acudir para expresarse sin tapujos y para homenajear a quienes sufrieron una redada policial solo por ser homosexuales en el neoyorquino bar de Stonewall Inn en 1969.
El siguiente junio llegó y con él la segunda fiesta en petit comité. “Fue el doble de personas que en el anterior. Hubo mucho más espectáculo. Comisiones Obreras contactó con nosotros, nos puso un cartel y nos ayudó a traer a un dj. Fue mortal”, incide.
La rutina regresó y a los cuatro meses hablaron con el sindicato. Se pusieron de acuerdo para “hacerlo a lo grande” a la tercera. “Les expliqué que esto se me quedaba pequeño y les dije que se podía cambiar y desarrollarlo así. Les describí el proyecto que tenía en mente. Si Dios quiere, tendrá lugar el 31 de mayo”.
Esa será la fecha en el calendario para el espectáculo de ocio como tal de la celebración. Contará con música en directo tanto de artistas locales como de otros de la Península. Molina no desvela aún nombres, ya que habrá que esperar a la presentación oficial del cartel, que será en breve.
Lo más complicado del proceso ha sido obtener los contactos, pero por lo demás, no ha habido dificultad alguna. Al ser la primera vez que la ciudad se estrena en este festejo, tanto él como quienes colaboran en la propuesta, se han inspirado en otros orgullos como el de Melilla o el de Málaga.
“Estuvimos mirando cosillas en otras ciudades. Buscábamos basarnos un poco en otros modelos porque nunca lo hemos hecho. Queríamos dar este paso con seguridad”, narra. “El colofón siempre es un festival para que la gente se divierta. Este año estamos siendo cautos porque nos estrenamos en esto. Será una semanita”, precisa Nicolás Molina.
El orgullo de Ceuta arrancará el 24 de mayo. La tarde comenzará con una jornada de convivencia y aperitivos a las dos del mediodía. Una vez saciada el hambre, se desarrollará el pregón de pistoletazo de salida en la plaza de la Constitución.
Nicolás considera que era necesario dar este paso. “Para el colectivo, esto es un orgullo totalmente; la misma palabra lo dice”, expresa. “Ellos veían que aquí no se hacía nada. Ya se sentían importantes con lo que se celebró humildemente en el bar”, comenta.
Caballas que conocen de cerca sobre esta idea que está por materializarse lo llaman “atrevido”. Asegura que “me dicen muchas cosas y eso se agradece, pero me lo estoy tomando como algo normal”.
Se encuentra sereno y solo deja que el tiempo pase hasta que llegue la cuenta atrás. “No estoy nervioso ni impaciente. Lo vivo con naturalidad. Quiero que sean unos días para todo el público”.
Ante los mensajes de odio que quizá proliferen a raíz de este colorido escaparate de libertad, Molina cree que lo idóneo es “hacer caso omiso”. Enfocarse en recorrer el camino y unirse a la fiesta sin prestarles atención.
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