Los candidatos que a partir de este fin de semana entablarán su particular batalla para capturar el botín del voto ciudadano saludan ya desde las marquesinas y las vallas electorales.
Juan Vivas, por ejemplo, frente al Palacio de la Asamblea; Mohamed Alí, codo con codo con el líder del PP, en la rotonda del Poblado Marinero; y José Antonio Carracao, de los más madrugadores en aparecer, a unos pasos del centro comercial Parque Ceuta o camino del Tarajal. No pueden pedir el sufragio de forma explícita porque la Ley Electoral lo prohíbe hasta que se levante el telón oficial de la campaña, pero los rostros bajo las siglas aventuran que la ciudad está a punto de sumergirse, desde el viernes y por espacio de algo más de dos largas semanas, en la vorágine electoral de cada cuatro años.
Salvo vuelco espectacular, el nombre del vencedor no augura misterios, pero el reparto de escaños es otro cantar. Las encuestas –con el grado de fiabilidad y acierto que cada partido prefiera otorgarle– ven clara la victoria del PP, incluso reteniendo la mayoría absoluta, pero la división de la tarta que dibujan para el arco de la Asamblea puede dar más juego del previsto. Los últimos sondeos estiran la representación hasta a cinco de las once formaciones –a falta de conocer qué ocurrirá con el Prune– que concurren: PP, PSOE, Ciudadanos, Caballas y, rozando el larguero, el MDyC de Fatima Hamed.
Si se cumpliera ese pronóstico, los sillones de la Cámara autonómica tendrían un número de inquilinos superior a los tres o cuatro en los que se ha movido la horquilla desde 2003. El precedente más numeroso hay que buscarlo en el lejano 1995, cuando lograron arañar diputados hasta seis formaciones: PP, PFC, Ceuta Unida, PSOE, PSPC y PDSC. Desde entonces, sólo cuatro (PP, UDCE, PSOE y PDSC en 2003) o apenas tres (PP, UDCE-IU y PSOE en 2007; y PP, Caballas y los socialistas en 2011). Retener votantes y evitar su fuga, o fidelizar a los ya existentes, se ha convertido ahora en misión prioritaria para quienes hoy se reparten los 25 sillones de la Asamblea.
La cita del 24M tiene también otro aliciente para los litigantes: los más de 2.400 ceutíes con derecho a voto en los que se ha incrementado el censo. De los 57.540 llamados a las urnas en 2011 se ha pasado a los 61.778, incluyendo extranjeros de la UE y residentes fuera de España, reconocidos por la Oficina del Censo Electoral. Serán ellos los que decidan optando entre las once candidaturas, otra oferta de papeletas desconocida también desde 2003: en 2007 las posibilidades se redujeron a seis y en 2011 fueron ocho.
El fantasma de la abstención, de nuevo presente
Que a los ceutíes no les seduce demasiado la llamada a las urnas no es novedad. En los últimos 20 años el listón de la abstención ha bordeado el 40 por ciento, y en los últimos comicios autonómicos, los del 2011, llegó incluso a escalar hasta superar el 46 por ciento. En otras citas, como las europeas, la proporción de quienes optan por quedarse en casa y declinan su derecho a depositar la papeleta toma incluso tintes más preocupantes y encabeza el ranking nacional. Hace unas semanas, en un acto preelectoral, Juan Vivas ya animó a los votantes a participar para "poder decidir así quiénes gestionan su día a día durante cuatro años".
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