La asociación ecologista Septem Nostra recuerda que estos cauces naturales presentan un importante valor ambiental y su encauzamiento puede derivar en riesgo de inundaciones
El presidente Vivas reiteró hace unos días en su comparecencia sobre el balance del pasado año y los objetivos de cara a éste, los trabajos que el Ejecutivo local acometerá en los arroyos ceutíes. Una actuación que para la asociación ecologista Septem Nostra deja mucho que desear al “contravenir el patrimonio hidrológico local”, apunta el presidente de la entidad, José Manuel Pérez Rivera.
Tanto el encauzamiento del arroyo Benitez como el nuevo vial en el arroyo Paneque se marcan como dos de los objetivos que el Gobierno local tiene previsto en su plan de inversiones para este año. Objetivos que no comparte Septem Nostra al considerar que la actuación a llevar a cabo debe pasar por “conservar estos cauces naturales por el valor ambiental que tienen de evacuar el agua de lluvia”.
Pérez Rivera argumenta sus palabras en las posibles inundaciones provocadas por la intervención del hombre. “Estos canales tienen que permanecer de forma natural, no encauzados porque así lo único que se produce es el riesgo de inundación”.
Frente a la transformación de estos arroyos en cauces discontinuos, el presidente de Septem Nostra aboga por su “mantenimiento” y, en este sentido, urge a la Ciudad a una “apuesta por la recuperación ambiental” en referencia a los arroyos, un tema del que ya en 2011 hablaba en su columna semanal en El Faro.
Todo lo contrario a la postura de la Administración local sobre la que, insiste Pérez Rivera, “llevan mucho tiempo eliminando cauces naturales a pesar de que forman parte de nuestra orografía y cumplen una función muy importante, presentando formaciones vegetales de ribera asociadas a estos cursos de agua, donde la riqueza faunística es destacable, como es el caso del Arroyo de Calamocarro”.
El ecologista lamenta que este tipo de ecosistemas está “prácticamente extinguido” en nuestro territorio, de ahí la “importancia de su conservación”.
Con motivo de la expansión de la ciudad, otros arroyos, también han quedado confinados “sufriendo multitud de agresiones relacionadas con la actividad humana, como edificaciones, obstrucción de salidas naturales al mar, caminos, carreteras o vertederos ilegales y en la actualidad se encuentran en un estado de conservación lamentable”. concluye Pérez Rivera.
El Arroyo de las Colmenas se erradicó para acometer varias obras en pro del crecimiento
Un ejemplo de la crítica lanzada por Septem Nostra radica en la desaparición del arroyo de las Colmenas a tenor de la construcción del nuevo acceso al Hospital Universitario y, posteriormente, de la eliminación del Puente Quemadero, actuaciones que se enmarcan en el Plan especial del Príncipe.
“Todos estos proyectos demuestran una total falta de respeto por los arroyos y los ecosistemas asociados a ellos, cuando su conservación figura como un objetivo prioritario en la directiva marco del agua o una de las medidas claves en la estrategia española de adaptación al cambio climático”, recalca Pérez Rivera.