Más allá del circo de la (no) corrida de toros hay vida. El espectáculo montado por el promotor con contactos en la cúpula de La Legión y el torero que quería matar seis toros en plena plaza portátil en la Marina va dejando tantos interrogantes en el camino como poca vergüenza. Terminará agosto y se llevará, como culebrón, la existencia de este esperpento que ha gozado del calor de aquellos cobardes de pensamiento y acción que tanto tiempo tardaron en salir a la palestra. Como siempre, tampoco extraña.
Más allá de la (no) corrida hay vida. La hay para sonrojar a un ayuntamiento que no está cuidando la ciudad como debe, capaz de vender su exitosa política turística sin reparar en cómo tiene Ceuta y la visión que se da no solo al visitante sino al propio ceutí.
El abandono se extiende a todos los niveles. No hablamos únicamente de la suciedad extendida por todos los rincones, sino de la más absoluta dejación en cuanto a aplicación de los servicios públicos mínimos. Y eso es grave porque ofrece una imagen impropia de falta de querencia por lo que uno está obligado a cuidar.
Nosotros, ciudadanos, tenemos mucha culpa por permitir que el incivismo se haya extendido y consentido al nivel que se muestra en público. Pero asumiendo esa cuota de responsabilidad que se tiene, la Ciudad debe mirarse al espejo y preguntarse en qué momento dejó que nada pareciera importar hasta provocar esa degradación tan compartida como extendida.
Mobiliario público destrozado o avejentado, rincones convertidos en pequeños vertederos que o no se limpian o se limpian mal, pérdida de recursos públicos mínimos... En su día el Gobierno nos vendió aquella pantomima de los controladores de barrio, que no era más que una forma de colocar a aquellos a los que las formaciones políticas con cierto margen de poder o pacto les tenían que pagar sus favores. Nunca controlaron nada, solo sirvieron para visibilizar una supuesta acción sin sentido ni fundamento.
No existe un seguimiento adecuado y una respuesta ágil para atender los cada vez más evidentes vacíos que se producen en muchos puntos de la ciudad. Alcalde y concejales deben quitarse la venda de los ojos para reactivar un plan de choque adecuado a la pésima imagen que da una Ceuta que pretende estar a la altura. Vamos de premio. Y de los malos.






