Desde hace unas semanas estamos viviendo una crisis política y migratoria en Ceuta y Melilla que amenaza las relaciones pacíficas entre España y Marruecos. Más allá de la indudable españolidad de ambas ciudades, más allá de las pretensiones soberanistas de Marruecos, infundadas desde la óptica histórica, más allá del cruce ilegal de vallas y fronteras, se impone buscar y encontrar una solución para una tranquila convivencia entre ambos estados y ambas poblaciones, (sobre todo entre ambas poblaciones).
Desde el siglo XV Melilla y desde el siglo XVI Ceuta, son españolas en un momento histórico en el que España era la potencia hegemónica en el mediterráneo. Pero no solo estas ciudades fueron parte de España, gran parte del norte de lo que hoy es Marruecos ha sido parte de nuestro país a lo largo de la historia hasta el siglo XX. La cuestión no es discutir la españolidad de los territorios, la cuestión es cómo solucionar esta situación para que no se produzcan de forma permanente estas tensiones y enfrentamientos que no ayudan de ninguna forma a la convivencia entre las comunidades.
Cualquiera persona que haya viajado a estas ciudades rápidamente aprecia que el problema de la convivencia entre las comunidades no existe y marroquíes y españoles, musulmanes, judíos y cristianos conviven desde hace mucho tiempo en plena armonía en un reducido espacio de territorio, por lo que podemos concluir que el problema no está en los habitantes sino en las relaciones diplomáticas de los gobiernos. Marruecos en este ámbito ha utilizado la cuestión de la soberanía y migratoria como arma arrojadiza.
No son muchos los españoles de la península o de las islas que conocen estas ciudades del Norte de África, y son vistas como algo impreciso y lejano
La realidad es que esta situación pasará, se tranquilizará y se calmará, pero ¿hasta cuándo? ¿Cuándo tendremos de nuevo otra crisis? ¿Cómo podemos crear vínculos más allá de las cuestiones políticas?
Ceuta y Melilla tienen una situación común a muchas ciudades que son llamadas ciudades de frontera. Nicosia en Chipre, Trieste en Italia, Estrasburgo en Francia, Gibraltar... Podríamos extender el número de ciudades a otros continentes, pero todas tienen un denominador común: la necesidad de convivir de forma pacífica respetando los acuerdos territoriales y creando riqueza para sus habitantes. Existe un género literario denominado ‘literatura de frontera’, (expresión creada por Claudio Magris) en el que narran las situaciones cotidianas de estas ciudades, sus moradores y sus visitantes y que es todo un modelo de referencia.
Lo interesante es que aquellas ciudades que han desarrollado un modelo de convivencia por encima de las cuestiones diplomáticas han sido aquellas que han conseguido encontrar una ubicación en el mapa del turismo y en el mapa del comercio. El caso de Gibraltar y el caso de Trieste son claros exponentes para ver cómo ciudades que hace pocos años eran barreras fronterizas que separaban mundos diferentes, hoy son puentes que unen aspiraciones comunes.
El turismo es, sin duda, una de las posibles soluciones a la cuestión fronteriza, ya que el turismo aúna, reúne, enseña, recibe, acoge de forma muy amable a los visitantes de cualquier destino mejorando sustancialmente la imagen y la riqueza del destino y cambiando la óptica del problema.
No se ama lo que no se conoce
Lamentablemente, no son muchos los españoles de la península o de las islas que conocen estas ciudades del Norte de África, y son vistas como algo impreciso y lejano. Muchos menos son los europeos que visitan Ceuta y Melilla y en muchos casos no conocen de su existencia.
Sin embargo, ambas ciudades gozan de un excelente patrimonio histórico y cultural que pueden convertirlas en destinos turísticos. Melilla a lo largo de su historia ha desarrollado un patrimonio arquitectónico militar y un desarrollo urbano modernista que es absolutamente desconocido por la mayor parte de los españoles. Ceuta atesora un magnífico conjunto monumental que no tiene nada que envidiar a muchas ciudades españolas y europeas. Pero como reza la frase del emperador Marco Aurelio, “no se ama lo que no conoce”.
Pero no son solo las ciudades de Ceuta y Melilla, estas ciudades se pueden fácilmente combinar con ciudades hoy marroquíes que tuvieron en su día presencia española produciéndose una magnífica simbiosis de ambas culturas. Un ejemplo fácil sería Tánger a poco menos de 90 minutos de Ceuta.
Desde Melilla por carretera llegar a Nador o a Alhucemas es un interesante viaje por Marruecos y por la historia de España.
La conexión y accesibilidad no es una excusa. Barcos y vuelos conectan desde diversas ciudades españolas las ciudades de Ceuta y Melilla y desde allí el transporte terrestre es perfectamente asequible.
Sin embargo, nunca se ha desarrollado una política de desarrollo turístico desde las instituciones del estado para estos territorios. Ha sido la iniciativa privada de agentes turísticos, especialmente turoperadores, o la iniciativa de los viajeros quienes han intentado explorar estos territorios desde el turismo.
No basta con campañas de comunicación tradicionales ni con eslóganes muchas veces huecos para atraer turistas a estas poblaciones. España cuenta con excelentes técnicos en desarrollo turístico (de los mejores del mundo) que si reciben el encargo situarían en poco tiempo estos lugares en el mapa del turismo de los turoperadores, los portales de internet y los usuarios finales.
Los resultados de este desarrollo de Ceuta y Melilla como destinos, junto con la combinación con lugares de Marruecos, serían de gran ayuda para mejorar la situación y quizás solucionar el problema, ya que pasaríamos del ‘España y Marruecos’ al ‘España con Marruecos’, del ellos al nosotros.
El turismo es un gran generador de riqueza e iniciativas como las propuestas en este breve artículo serían creadoras de empleo, flujos comerciales y, sobre todo, la gran riqueza de poder mirar los destinos turísticos del Norte de África, en España y Marruecos, como destinos integrados y no como lugares antagónicos.
* Profesor y consultor de Marketing Estratégico y Turismo. Especialista en política del Siglo XX, en Oriente Medio y América Latina, y en Turismo Cultural. Conferenciante y escritor.