La situación de los
menores marroquíes que buscan cruzar a Ceuta y Melilla como vías de pase a Europa se aborda solo desde el prisma del problema, de los datos y estadísticas que se transforman en arma arrojadiza de los partidos políticos. Decía Pablo Casado, flamante presidente de PP, que ‘lo de los MENA’ debía abordarse como una cuestión de Estado. Pero nadie repara en que siguen muriendo menores, en que las fronteras absorben demasiadas tragedias. Algunas visibles, otras ni eso. La semana pasada se hizo viral un vídeo de menores que querían cruzar a Melilla ocultos en autobuses de turistas. Hoy no se hecho viral la noticia de que uno de esos menores ha muerto en el paso de Beni Enzar. Tenía 17 años y fue golpeado por un camión que transportaba vacas. La oenegé Asociación de Derechos Humanos de Nador se ha encargado de informar de ello y de poner nombre a la tragedia. Ese chico se llamaba Mahdi Salak y era originario de Casablanca. El miércoles fue arrollado por un camión matrícula de Holanda cuyo conductor ni siquiera tomó el cuidado de detenerse y pedir una ambulancia. “Ante la irresponsabilidad de algunos conductores y la falta de responsabilidad de las autoridades marroquíes hacia los menores, los dramas seguirán”, ha denunciado la AMDH. Ahora sucede en Beni Enzar pero también han sucedido hechos similares en Bab Sebta, en esa suerte de locura que protagonizan menores que tan solo quieren dejar
Marruecos y cuya solución a pesar de la insistente cantinela promovida por ambos países no llega. Muchos de estos menores hacen lo impensable con tal de cruzar, les da igual si el vehículo está en marcha o los huecos elegidos para la ocultación. Sus muertes a veces se cuelan en algunos medios, otras ni eso. Porque hasta para estos menores la tragedia es una cuestión de titulares.