Colaboraciones

Ceuta, combinado de tradiciones y ejemplo modélico de convivencia

Por momentos, tenemos el sentimiento que este trocito de tierra española es una población distante o, quizás, enclaustrada en sus limitaciones, sin mayor atractivo que la valiosa situación geofísica que ostenta. Sin embargo, la historia agitada que le ha precedido, ha originado un entorno etnográfico apasionante.

En consecuencia, desde hace más de dos mil años, este espacio ha sido considerado como puerto de especial calado en la comercialización de la cuenca mediterránea, lo que le ha aportado un caudal de refinamientos culturales. Señas de identidad que, a lo largo y ancho de este texto, se repetirá como una de las singularidades más significativas de esta tierra, quedando justificada en la idiosincrasia de esta urbe.

Desmenuzando escuetamente las épocas acaecidas en este territorio, los anales nos refieren que los primeros moradores fueron los fenicios, paulatinamente lo reemplazaron los griegos focenses, a los que, más tarde, le sucedieron los cartagineses. Posteriormente, tras la supremacía romana, esta ciudad pasaría a depender de los vándalos y visigodos, a los cuales, momentáneamente se la despojaron los bizantinos de Belisario, para en seguida, ser sometida por las dinastías que tenían su origen en Marruecos y por las taifas o reinos musulmanes independientes de la Península Ibérica, que tuvieron como centro a este enclave.

Otro de los matices que influyen fruto de la historia guerrera de quiénes han pasado por esta extensión, dicen referirla a estrechos lazos con las huestes. Esta mención la detallan los historiadores, cuando a mediados del siglo V d. C., se aprecia que los vándalos en su tanteo por instaurar el reino vándalo norteafricano, anduvieron por Septem. Un periodo que no deparó demasiadas reformas estructurales, sino más bien, la conservación del asentamiento romano hasta la aparición en el siglo VI d. C., de los bizantinos.

Precisamente, a raíz de los hechos referidos, Ceuta comienza a ofrecer una estampa considerablemente militar. Evidencia apoyada en aspectos como la reorganización derivada de la creación de una guarnición permanente, o, la presencia de una flota de dromones y el restablecimiento de las defensas existentes.

Ya, en el siglo XV, esta superficie formó parte del Reino de Portugal, que, como resultado de las cláusulas del Tratado de Lisboa, finalmente, en 1668 fue entregada a España.

Por tanto, desde tiempos antiquísimos, Ceuta ha sido muestra visible en la travesía y estela de pobladores, súbditos, linajes, lenguas, culturas y creencias. Historialmente, mientras se combatía en otros puntos de la Tierra, en Abyla o Septem Frates, prevalecía la calma.

Actualmente, este escenario se rubrica en la Comandancia General de Ceuta, plaza constituida por un acervo de unidades que aglutinan estilos, modos y algunas de las reseñas más laureadas del ejército español. Una milicia donada diariamente con alta representación y protagonismo en lugares emblemáticos de la ciudad, que simultáneamente hacen gala de la fidelidad como su mayor virtud.

Un ejército y una sociedad como la de Ceuta, que persisten hermanados y en perfecta sintonía, ante la satisfacción de unas Tropas que se adornan a costa del comportamiento ejemplar y de la capacidad sin límites, en el cumplimiento del deber.

Corresponde entonces considerar, que, en la demarcación norteafricana ribereña del mediterráneo, esta zona se convirtió en el paradigma ideal de riqueza cultural. Distinción que es motivo de satisfacción general, si la voluntad de la naturaleza tuvo a bien, que en este dominio se fraternizasen África con el viejo continente y en esto se fundiesen el levante del océano atlántico y el poniente del mar mediterráneo.

Así, unos siglos después, las huellas de sus ocupantes han querido hermanar y unir con fuertes vínculos afables a cristianos con musulmanes, o a judíos con hindúes, o inversamente, entre todos, como representantes de esta sociedad.

Pero, igualmente, al hombre y a la mujer con los hombres y las mujeres que cohabitan esta tierra.

O, tal vez, al presente con la perspectiva preferente del mañana: la tolerancia.

Este es, hoy por hoy, el mayor de los empeños de esta hospitalaria ciudad, inmensa en el frenesí de ideales, que se introduce en los corazones y mentes de quién la transita libremente por sus arterias, y que, como habitualmente hace, se reviste de sociabilidad.

Y es que, en esta diversidad cultural reproducida en la solidaridad que sublima a cuáles quiera de los vientos que la acaricia, se atina su personalidad. Un valor en alza del que todos sus ciudadanos y ciudadanas se complacen, al ser reflejo vivo de la justicia, la igualdad entre hombres y mujeres, concordia, amistad y acceso a los bienes culturales.

Lo contrario, sería deshonrar a la propia historia que le ha antecedido.

Consecuentemente, tras unas etapas detrás que nos aproximan a nuestros días, la ciudad de Ceuta ha tolerado discrepantes desencuentros geopolíticos, transformándose desde 1986 en porción territorial de la Unión Europea, hasta amoldarse a diversos procesos funcionales y simbólicos con el país vecino.

Y, cómo no, contrarrestando el reclamo territorial, que aún persiste.

Asumiendo, numerosas complejidades en relación a la inseguridad permanente, derivados en su amplia mayoría de desbarajustes en los estados que subyacen a sus límites fronterizos.

Del mismo modo, con anterioridad a la aceptación de la Carta Magna de 1978 que estableció en España el Estado de las Autonomías, Ceuta cambió su patrón territorial al transformarse en el año 1995 en Ciudad Autónoma.

Ello, a pesar que la Constitución reconoce en su Disposición Transitoria 5ª, el derecho a constituirse en Comunidad Autónoma.

Paralelamente a las observaciones referidas, tal como discurre en el resto de las autonomías de España, este día, se eleva a la categoría de institucional. Toda vez, que la festividad del Día de Ceuta, incomprensiblemente, ha dejado de estar contenido en el calendario festivo como en años precedentes.

Llamamiento que hago en estas líneas, ante el convencimiento que esta celebración, otorgaría a la ciudad mayor lustre y acentuación en la preeminencia de la participación ciudadana, y con ello, más concienciación en los diferentes ámbitos del quehacer público ceutí.

Pero, el retrato cotidiano de esta población en la conmemoración del Día de la Autonomía, es la toma de conciencia en materias que incurren con preocupación en quiénes habitamos y amamos a esta tierra, y, a quiénes en el fondo, la tenemos cobijada en el alma.

Me refiero a cuestiones que en los instantes reales que vivimos, ante la gravedad de los acontecimientos que se suceden, parecen agrandarse por segundos. Entendemos, que este territorio es un área limítrofe que separa a dos márgenes bien definidos: A España de Marruecos y a Europa de África.

O, más bien, a la riqueza o superabundancia, de la miseria o ruina.

Hago mención en estos últimos días a la inmigración irregular, que marca un antes y un después, plasmada en asaltos con inusitada violencia, tal como lo describen las fuentes oficiales y, que, irremisiblemente han hecho agravar la tensión migratoria del Sur.

Episodios que se repiten en la divisoria contigua, formando parte de un lastre conclusivo, en interminables escapes de personas desde diversos estados africanos al encuentro desesperado del anhelo europeo. Debiendo hacer frente esta ciudad, a segmentos poblacionales migratorios indecisos a su influencia y a desafíos identitarios iniciados desde dobles y, en ocasiones, complicadas afinidades.

Una línea accesible como la de Ceuta demasiado penetrable, que no simplemente bifurca la seguridad de España y el país alauita, sino que separa a dos continentes excesivamente desiguales. Dos tierras, en las que la escasez más extrema en una de ellas, redunda por añadidura, pudiendo ser evitada con tan solo superar un límite.

Situaciones complejas como las vividas en estas últimas horas, a las que habría que añadir variables intervinientes como elementos punzantes, cal viva, ácido, excrementos y sangre e incluso, escindiéndose la alambrada de espino de la valla fronteriza, que, sin duda, ponen en riesgo a los agentes que custodian intachablemente el perímetro.

Vaya desde aquí, el reconocimiento, apoyo y respaldo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en especial, a los siete agentes de la Guardia Civil heridos recientemente.

Al mismo tiempo, no pueden quedar al margen de lo expuesto, variables de primer orden, como el terrorismo internacional que señala a Ceuta entre sus propósitos principales o el crimen trasnacional como el comercio ilícito de personas o armas, o de apelativos que incurren sobre este mismo territorio como actividades ilegales, delincuencia o mercancía transfronteriza denominada el bulto, que, aunque nos aflija reconocerlo, recae en el rasgo distintivo de la ciudad.

Prácticas que según los criterios que concurren, estigmatizan a Ceuta y la hace ser cómplice de ilegalidades.

Pese a ello, hoy, esta tierra se dispone en espacio común, visibilizada en un proyecto de convivencia, donde jamás han existido ciudadanos de segunda.

Lo más sorprendente, es que, entre todos y todas, se ha modulado una sociedad multicultural, afín en aspiraciones como embrión comunitario. Si bien, en instantes puntuales han podido concurrir exiguas discrepancias, no se constatan muestras o indicios de cultura hegemónica al respecto.

Es decir, ninguna de las confecciones que conviven, se observan por encima de la otra. Todas, se hacen iguales, enarbolando con convicción los derechos fundamentales de las personas. Donde el respeto y la aceptación del otro, algo tan sencillo de definir, pero tan difícil de plasmar, es la fórmula soberana por antonomasia.

Siendo un punto de inflexión en lo puntualizado, el mandato razonado y procedente de la administración local y de las comunidades religiosas institucionalizadas, en apoyo de la diversidad cultural al amparo de los valores democráticos, donde prevalece ejemplarmente el discurso de la cordialidad.

Una localidad que, al estar en contacto permanente con varias lenguas y dialectos, sabe definir a las mil maravillas el carácter sociolingüístico. En este sentido, conjuntamente al castellano como lengua oficial, se hacen presentes el darija, la jaqueitía y el sindhi.

Unas condiciones lingüísticas de pluralidad favorables que acrecientan la riqueza multicultural en un escenario propicio a la diversidad.

De manera, que, sin titubeos, se excluyen los posibles desafectos, en el uso de diferentes códigos lingüísticos asociados a cada cultura.

En esta repartición demográfica, encontramos a dos comunidades cuantitativamente mayoritarias: la cristiana y la musulmana, ambas inconfundibles por sus raíces, religiosidad e idioma nativo, y otras, minoritarias que ni mucho menos pierden el protagonismo, la población judía e hindú, y, con menor representación, la etnia gitana. Un patrimonio cultural e identitario que en el trajinar diario de sus pasos por vías, avenidas o calzadas, destila diálogo interracial, pluscultural, multilinguístico, interreligioso y multiétnico, que lejos de motivar desunión, suscita armonía.

Expresiones religiosas como piedras vivas en la vida cotidiana de los fieles y constituidas en claves a la ciudad, ocupan un lugar en la mística como condición social y vínculos con el entorno o en sus deidades, siembran el conocimiento mutuo y el acogimiento de la integración.

En definitiva, una convivencia afianzada que, si bien, por momentos pueda verse supeditada a pequeños roces provenientes del trato interpersonal, está presente en el terreno social, económico y político.

Por lo tanto, los espacios de interacción social, a modo, de solemnidades o conmemoraciones festivo-religiosas acumuladas a lo largo de los siglos, son fiel reflejo en los modos de vida de católicos, árabes, judíos e hindúes que ayuda a valorar con sensatez los valores que le amparan.

De ahí, que, en fiestas tan señaladas como la Navidad, el Ramadán, la Hanuká o el Diwali, las calles o barrios se engalanan con luces y adornos, para poner de relieve los rituales propios de cada cultura y el respeto mutuo con mensajes tan representativos como: “Feliz Navidad”, “Feliz Ramadán”, “Feliz Hanuká” o “Feliz Diwali”.

Hoy, tras siglos de invasiones, asedios, batallas, asaltos y conquistas que han llevado a este territorio a ser ciudadela, atalaya, vigía, reducto, fortaleza o presidio, Ceuta perdura como espejo de convivencia avalado por su imagen cultural, étnica y sociológica.

Indudablemente, desde entonces, el semblante de este enclave ha variado ampliamente, el tejido urbano ha aumentado inducido por la necesidad de progreso en una urbe como la ceutí, cuyo crecimiento irremediablemente se halla condicionado por la disponibilidad de espacio y medios. También, porque se ha modernizado con infraestructuras que le otorguen el impulso preciso a la ciudad.

Con todo y tras las últimas circunstancias acontecidas, es indiscutible la necesidad de fijar nuevas políticas que vayan encaminadas a mejorar las dificultades habidas a nivel económico, en las que se origine una variación en los objetivos, por razón de la singularidad de Ceuta, como frontera Sur de Europa en África. Pero, de igual forma, una reconsideración en las prioridades que acaben con las inestabilidades y que desplieguen nuevas perspectivas, que han de ser integradas en las estrategias de acciones futuras desde el respeto de los derechos humanos.

Un rincón como Ceuta, que es referente clarificador para el mañana de una humanidad que, por motivos de la globalización, en breve, exhibirá numerosas y nuevas realidades multiculturales.

Porque, en el fondo de los factores expuestos y de los asuntos analizados, este peculiar territorio que nos funde a la Madre Patria, que es España, continúa siendo y será, ejemplo extraordinario de convivencia multiétnica-racial-religiosa, a merced de las generaciones venideras.

En donde Dios, Allah, Yahveh y Brahma, dan fe irrefutable de ser diferente como ninguna otra, mientras que los cautiva el perfume sutil de olor a azahar de los naranjos que enjoya a esta heredad, se aderezan plazoletas, tallas, relieves y bustos que hablan por sí solos; empedrados, paredes, muros y baluartes que aún se resisten al lance de las colonizaciones; reductos que marcan el curso de una historia que se prolonga en el tiempo; escondrijos que contrastan enigmáticos secretos nunca conocidos y parajes que ponen al descubierto la complicidad cautelosa de las Columnas de Hércules.

Y es que, todas las civilizaciones circulantes consabidas, suspiraron por este recinto cosmopolita, como plaza estratégica y puerto contiguo del continente africano a la Península Ibérica, porque, más bien, interesaba ocupar a Abyla, la de los fenicios, luego, a Eptadelfos, la de los griegos y, posteriormente, a Septa, cuando fue cartaginesa, romana, goda y árabe, hasta la que hoy es la Ciudad Autónoma de Ceuta, precursora por entonces del apogeo y prosperidad, que sin tregua, se retroalimenta solidariamente de los valores de convivencia, para cautivar en quién se complazca, de su hechura intercultural.

Entradas recientes

Marruecos lanzará dos iniciativas para mejorar el transporte público

El Ministerio de Transportes y Logística de Marruecos ha anunciado nuevas iniciativas destinadas a la…

16/07/2024

Taufek pasará al primer equipo de la AD Ceuta

La cantera de la AD Ceuta puede estar contenta con el anuncio del club este…

16/07/2024

El Ceutí firma al internacional finlandés Lassi Lintula

La UA Ceutí confirmó este martes, a través de las redes sociales, la llegada del…

16/07/2024

El joven que cruzó con manguitos, enterrado sin saber su identidad

No hay nada más triste que enterrar a alguien sin saber su identidad. Nada más…

16/07/2024

Viajar Málaga-Ceuta en taxi volador: en 15 minutos por unos 150 euros en 2030

Viajar de Málaga a Marbella, Ronda o Ceuta y Melilla en el Norte de África…

16/07/2024

Erasmus + Juventud: alumnos franceses de visita en Ceuta

La consejera de Educación, Cultura y Juventud, Pilar Orozco, ha saludado y dado la bienvenida…

16/07/2024