Así lo afirma un informe realizado por varias ONGs internacionales. La asociación ELIN destaca que los subsaharianos llegan a la ciudad “muy deteriorados” y “machacados” por la policía marroquí.
‘Ceuta y Melilla, centros de selección a cielo abierto a las puertas de África’ es el título de un informe realizado por varias ONGs agrupadas en la plataforma Migreurop que tilda a ambas ciudades de ‘cárceles’ para los inmigrantes y donde se vulneran los Derechos Humanos. Es una de las conclusiones de este estudio realizado durante el pasado año, tras varias visitas a ambas fronteras y entrevistas realizadas a inmigrantes y autoridades encargadas de la gestión de la frontera y el control de los flujos migratorios. Se trata de una herramienta de trabajo que ayer fue presentada en nuestra ciudad de la mano de la asociación ELIN y Andalucía Acoge en el Campus Universitario. Esa selección entre “malos inmigrantes y buenos refugiados” viene a reflejar las dificultades con las que se encuentran los inmigrantes al llegar a ambas ciudades autónomas y que el trato que reciben no es el mismo según su país de origen. Además, en los últimos años la inmigración que llega a nuestra ciudad ha cambiado.
La coordinadora de la asociación ELIN, Paula Domingo, explicó que el control de las fronteras se ha endurecido. Ello se refleja en las mismas cifras. El año pasado llegaron a Ceuta cerca de dos millares de migrantes, mientras que en lo que llevamos de año la cifra no alcanza los 800. Esto significa, según las reflexiones de Domingo, a que llegar a Ceuta se ha vuelto más difícil y aún así conseguir el objetivo no colma las expectativas de los migrantes.
Este año el punto de entrada se ha fijado especialmente en el espigón de Benzú. “Los inmigrantes piensan que llegar a Ceuta es llegar a España, a Europa, pero luego se sienten como en una prisión”, afirmó Domingo. Ello se debe a que pasan varios meses en el CETI hasta que son trasladados a la península, lo que lleva a algunos inmigrantes a desear “ir antes a un CIE que quedarse en el CETI de Ceuta”.
Además, la coordinadora de la asociación ELIN explica que ahora “tenemos suerte” porque los traslados de inmigrantes a la península son más frecuentes, pero hay que tener en cuenta que muchos de los subsaharianos que llegan no son una inmigración meramente económica. “Llegan de países en conflicto” y, por tanto, serían posibles solicitantes de asilo. Sin embargo, solicitar asilo hoy día en Ceuta supone estar más tiempo ‘estancado’ en la ciudad autónoma.
Los traslados a la península tampoco garantizan mucho a estos inmigrantes puesto que se van con una orden de expulsión por cinco años. Esto implica que en el momento en el que sean identificados por la Policía, pueden ser deportados si existe convenio con el país de origen.
“Mejorar o morir”
Domingo explicó que los inmigrantes que logran llegar a Ceuta vienen psicológicamente “muy deteriorados”. Al duro viaje que emprenden desde sus países de origen, se suma la precariedad de la vida en los montes aledaños a la ciudad autónoma. Además, son “machacados” por las Fuerzas Auxiliares marroquíes, que les detiene y les traslada a la frontera con Mauritania. Pero vuelven.
La coordinadora de ELIN afirmó que por muchas vallas con cuchillas la inmigración seguirá existiendo. “El control de las fronteras no parará la inmigración, pero sí producirá más muertes, más sufrimiento... pero realmente una valla no corta los sueños. De los contactos que tenemos con ellos, lo tienen muy claro: mejorar o morir”, explicó.