Ceuta, capital de la industria naval

La investigación del horno andalusí hallado hace un año verifica la existencia de una importante industria naval durante el siglo XIX pero a la vez ha destapado nuevos hallazgos

En abril del pasado año el número 2 de la calle Eduardo Pérez, en la zona de la periferia, abría sus entrañas a un tesoro arqueológico: el primer horno metalúrgico andalusí de la Alta Edad Media. Pero no solo eso, su hallazgo estaba cargado de una gran importancia, ya que era el primero documentado en España, a pesar de que ya se había investigado por la zona del Estrecho. “De la época islámica andalusí nunca se ha encontrado nada así; había referencias arqueológicas de hornos metalúrgicos pero no se habían encontrado hasta la fecha, se había especulado mucho pero este es el primero que aparece y aporta una información muy interesante para conocer la metalurgia en el al Andalusí”, explica José Manuel Pérez Rivera, uno de los arqueólogos que se encargó del sondeo.
El horno se enmarcaría en una horquilla temporal entre finales del siglo XI o principios del XII, bien en la época de Taifas o Almorávide y parecía demasiado grande para ser simplemente un horno de reducción. “Por las primeras consultas realizadas parecía un horno demasiado grande. Hay dos sistemas. Por un lado, existíahornos que había que desmontar para sacar la plancha de hierro fundido y con esa plancha de hierro dulce se forjaba y se podía trabajar el hierro. Pero si era un hierro acerado hacía falta hornos más complejos y temperaturas más altas. Este tipo de hornos eran más pequeños del encontrado en Ceuta que tiene dos metros de diámetro”, apunta. Esa era una de las grandes incógnitas por resolver y que abría el siguiente capítulo tras el hallazgo: determinar la naturaleza del horno – si era de reducción o de forjado- y, cuáles eran los componentes de las escorias hallada en su interior y, por consiguiente, el origen de los mismos. Por lo tanto la clave se situaba en las escorias y los residuos que generaba la fundición para determinar la temperatura a la que estuvieron expuestos y su composición. “En un primer momento creímos que había una mayoría de hierro, pero teníamos que determinar cuales eran los minerales derivados”, atestigua Rivera.
Dilucidar todas estas incógnitas ha supuesto un año de investigación para el grupo compuesto por el propio Pérez Rivera, Juan Aurelio Pérez, profesor especialista en Arqueometalurgia en la Universidad de Huelva – donde se encuentra abierta una línea de investigación de esta especialidad y, donde se mandaron a analizar los componentes de las escorias-, la arqueóloga Silvia Nogueras y el geólogo Francisco Pereila. Los resultados de la misma se han plasmado a través de un trabajo de investigación que hace unos días publicó la revista científica de la Universidad de Huelva, ‘Onoba’.  A nivel científico las investigaciones han verificado la presencia mayoritaria de hierro en las escorias, y de otros residuales como cobre y plata además, se verificó que se trataba de un horno empleado para procesos de reducción y no de fundición, pues precisaría un tamaño menor. A nivel histórico el hallazgo de hierro y, basándose en documentación de época moderna, corrobora que alrededor del siglo XII, Ceuta se situó como centro de la flota almohade. Esto es así porque se conoce de la existencia de ataranzas en la ciudad autónoma, una especie de fábricas donde se trataba el hierro que se usaba para la construcción de barcos de guerra. Lo que llevó al grupo de investigación a concluir que la producción de hierro es un reflejo de la pujanza de su industria naval y, por consiguiente, sitúa a Ceuta como capital de la industria naval en toda la zona del Estrecho. En esta línea se sitúa el periodo de funcionamiento de esta forja entre mediados del siglo XI y la primera mitad del XII, y su probablemente abandono en época almohade, coincidiendo con la construcción de las nuevas ataranzas, donde concentraría probablemente las operaciones de reducción y forja del hierro que se necesitaba para armar los barcos de la escuadra andalusí. También es necesario reseñar, como se resalta en la investigación, que es la primera vez que de documentan restos de una forja  industrial en al Andalus, y sus características pueden servir de modelos para otras instalaciones industriales de este tipo. El gran descubrimiento
El siguiente paso se situaba en averiguar el yacimiento de procedencia del mineral. Como se sospechaba que se trataba de hierro se abrían dos posibles lugares en los que datar su origen. El primero se situaba en la zona fronteriza de Marruecos próxima al Tarajal, ya que hay conocimiento de la existencia de minas romanas y medievales en la zona de Castillejos. El otro yacimiento se extendía al otro lado de la ciudad, en los alrededores del Sarchal. “Sabíamos de la existencia de niveles potentes de calcopirita”, apunta Rivera. Y fue durante los trabajos de campo en ambas zonas cuando la investigación abrió otra vertiente, también relacionada con la misma. Se hallaron cuatro galerías de metal en el Monte Hacho, un gran descubrimiento del que no existen testimonios documentales. “No constan en el mapa geológico de la ciudad, aunque en un libro histórico ya se habla de minas de cobre en la zona del Sarchal”, explica el arqueólogo. En esta zona se ha creado un punto caliente donde “queda mucho por hacer”, según Rivera. Se cree, incluso, de la existencia de otra galería. Pero a medida que avanzaron los trabajos y las investigaciones en el entorno no solo se concretaron los minerales presentes,catalogando la presencia de hierro y cobreen la misma, además se descubrió la presencia de zonas donde se pudo haber tratado el mineral y, que hasta el momento, se desconocían, llegando a localizar en el fuerte del Sarchal una huella cantera. “Creemos que entre el Sarchal y la mina del Cardelillo pudo existir durante el siglo XIX una zona de hornos de manipulación de minerales”, declara Rivera.
Todavía es pronto para afirmar, pero los investigadores apuntan como primera hipótesis que en la época del Penal (siglo XIX) sen pudo crear en toda la zona de Monte Hacho y Sarchal una explotación cantera que era explotada por los presos como castigo a modo de trabajos forzados. La existencia de una ciudad minera amplía la investigación e incluso abre una segunda vía, pero a la vez destapa una dimensión nueva sobre Ceuta y su economía más allá de los recursos pesqueros.

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