Opinión

Ceuta, campeona de la insostenibilidad en España

En fechas recientes se ha publicado el informe Sostenibilidad en España 2018 elaborado por el equipo del Observatorio de la Sostenibilidad. Para su realización se han tenido en cuenta los diecisiete objetivos para el desarrollo sostenible incluidos en la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Se persigue, entre otros objetivos, acabar con la pobreza y el hambre, garantizando una vida sana y el acceso a la sociedad del bienestar. No menos importante es el fomento de la educación, la igualdad de género y el pleno empleo. Dentro del capítulo ambiental se cita la gestión del ciclo integral del agua, el ahorro energético, la lucha contra el cambio climático y la protección de los ecosistemas terrestres y marinos. La consecución de estos objetivos se ha medido a partir de la evaluación de 144 indicadores seleccionados por EUROSTAT. Este informe contiene una serie de conclusiones generales, así como un paquete de propuestas para alcanzar los objetivos de sostenibilidad de la Agenda 2030. El capítulo de conclusiones comienza llamando la atención sobre la falta de correspondencia entre mayor tamaño y capacidad económica con la sostenibilidad. Hay ciudades con presupuestos elevados que se alejan de los objetivos de sostenibilidad, mientras que otras, más pequeñas y modestas, se encuentran en los primeros puestos del ranking de ciudades sostenibles. Todo depende, como todo en la vida, de la voluntad, en este caso política. Ceuta podría ser un ejemplo de este desfase entre capacidad económica y sostenibilidad. Cuenta con un presupuesto abultado, pero carece de interés por las políticas medioambientales. La apuesta de este gobierno ha sido siempre el ladrillo y las losetas. No entiende de otra cosa. Le importa un pito el patrimonio natural y cultural. La prioridad del gasto público se ha dirigido al objetivo de mantener una administración desproporcionada y a las apariencias. Toda la pobreza, la desigualdad y el abandono de nuestros montes y costas pretenden ocultarlo tras un bello decorado de granito, hormigón y plantas ornamentales. El principal problema para conseguir la sostenibilidad, según se indica en este informe, es la pobreza y desigualdad. La mejor manera para combatirla son la educación y el empleo. En este contexto, nuestras altas tasas de fracaso escolar y de paro son indicativas de que la pobreza y desigualdad se han vuelto patologías crónicas que resultan muy difíciles curar. Sólo queda aplicar cuidados paliativos en forma de planes de empleo y ayudas sociales. Es verdad que el panorama español no es precisamente idílico. En el conjunto de las ciudades de nuestro país, tan sólo cinco tienen una tasa de paro de menos de dos dígitos. Nuestra estructura económica es muy débil, ya que se sostiene en pilares inestables como son el turismo y la construcción. Unos sectores con una capacidad de expansión muy escasa en Ceuta debido a nuestro limitado territorio y el precio del barco. Esta misma limitación espacial hace aún más difícil el desarrollo del sector primario. La pesca fue el motor de la economía de Ceuta en la primera mitad del siglo XX, pero se gripó por diversas causas, entre ellas la sobreexplotación de los recursos pesqueros. En cuanto a los asuntos de índole ambiental, el Observatorio de la Sostenibilidad llama la atención sobre la falta de información disponible. Muchas ciudades apenas ofrecen datos fiables respecto a las emisiones atmosféricas, el consumo de agua y energía, la generación de residuos o los niveles de contaminación acústica. En buena parte de las estadísticas que periódicamente se publican sobre indicadores ambientales la casilla de Ceuta está vacía por falta de datos precisos. La Ciudad Autónoma conoce parte de esta información y de manera intencionada la oculta. Esto nos sucedió hace años cuando desde el Observatorio de la Sostenibilidad de Ceuta abordamos el estudio del ciclo integral del agua en nuestra ciudad. Nos costó “Dios y ayuda” conseguir el dato relativo a las pérdidas en la red de agua potable. Cuando lo conseguimos entendimos la razón. Era tan escandaloso que no les quedaba más remedio que esconderlo como si fuera uno de los secretos vaticanos. La revelación de esta verdad incómoda tuvo un efecto muy positivo. A partir de ese momento se puso en marcha un ambicioso plan de renovación de la red de distribución de agua que ha logrado disminuir el nivel de fugas y mejorar la eficiencia de las infraestructuras hídricas en Ceuta, aunque todavía sigue siendo muy elevadas. Desde Septem Nostra intentamos hace algo más de una década acercar a Ceuta a los objetivos de sostenibilidad propuestas por Naciones Unidas. Lo hicimos promoviendo la discusión y aprobación de la Agenda 21 Local de nuestra ciudad. Conseguimos aglutinar a muchos colectivos educativos, sociales, vecinales, medioambientales, a todos los partidos políticos y agente sindicales. Todos presentaron sus propuestas y entre todos logramos sintetizarlas y darle un orden de prelación a los objetivos consensuados. No nos conformamos con la falta de voluntad política para poner en marcha la Agenda 21 Local y redactamos un plan de acción para traducir los objetivos en acciones concretas. Tampoco sirvió para mucho. Fue un documento destinado a acompañar a la Agenda 21 en la soledad de la estantería de la Consejería de Medio Ambiente. Nuestra siguiente iniciativa en esta misma línea de integrar a Ceuta en los esfuerzos tendentes a la sostenibilidad global fue la creación del Observatorio de la Sostenibilidad de Ceuta (OSCE). Gracias a la disposición de personal técnico por parte del Plan de Empleo y de subvenciones del SEPE, el OSCE llegó a analizar los principales bloques temáticos relacionados con la sostenibilidad (movilidad sostenible, residuos, energía y cambio climático, ciclo integral del agua, ordenación del territorio y demografía). El OSCE diseñó un completo corpus de indicadores ambientales, los analizó, se extrajeron las conclusiones correspondientes y se hicieron muchas propuestas. La presentación de cada uno de los documentos elaborados por el OSCE dejaron buenos titulares en los medios de comunicación y pusieron de manifiesto las graves carencias en materia medioambiental que padece Ceuta. Pero, por desgracia, no han conseguido variar la voluntad de unos gobiernos, todos ellos presididos por el Sr.Vivas, que sigue dando la espalda a la sostenibilidad. El resultado de la falta de voluntad política para acercarnos a los objetivos de la Agenda 2030 es que Ceuta ha logrado el nada meritorio título de la ciudad más insostenible de España. Tal y como se señala en el Informe de la Sostenibilidad de España, el indicador más importante para medir la sostenibilidad es la esperanza de vida al nacer y Ceuta es la única ciudad de nuestro país en la que ésta se sitúa por debajo de los ochenta años. Lo que no dice el informe nacional sobre la sostenibilidad es que una ciudad de menos de veinte kilómetros cuadros, como Ceuta, puede haber una diferencia sustancial en cuanto a la esperanza de vida si vives en el centro o en una barriada del extrarradio, como el Príncipe Alfonso. Muchos podrían llegar a la conclusión si leen el Informe de Sostenibilidad en España que Ceuta es la ciudad en la que peor y menos se vive, pero se llevarían una imagen errónea. La realidad es que vivimos en la ciudad con los mayores niveles de desigualdad de España. Hay una parte de la sociedad ceutí que disfruta de unos magníficos sueldos, muy por encima de la media nacional, y de una vida confortable. Pero hay otra Ceuta, la de barriadas periféricas, en la que la pobreza, el desempleo, el fracaso escolar, la contaminación ambiental, la falta de infraestructuras básicas y el hacinamiento impiden que un número importante de ceutíes vivan peor y menos que sus vecinos del centro. Este desequilibrio tiene que ser combatido por las administraciones. No se trata de quitar a unos para dárselo a otros. Es más una cuestión de justicia y reequilibrio en el gasto público. No puede ser que se malgaste muchos millones en remodelar la Gran Vía y la Plaza de África sin que ambos lugares lo necesitasen, mientras que hay barrios que todavía carecen de una adecuada red de saneamiento. Tampoco es justificable el repliegue hacia el centro de muchos equipamientos culturales y educativos (Biblioteca, UNED, Universidad, etc…) y la intención de hacer lo mismo con otras señaladas instituciones, como la Casa Cuartel de la Guardia Civil. Todo parece indicar que algunos se empeñan en seguir poniendo peso en uno de los platos de la balanza y dejar el otro vacío. Y se están equivocando.

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