Ceuta, en el camino de la desertificación

La celebración este mes de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía pone sobre la mesa la pregunta de la situación real en la que se encuentra Ceuta. Mientras incendios terminan con vidas humanas y masa forestal imprescindible para el equilibrio de nuestro entorno natural o la falta de agua causa verdaderas catástrofes y necesidades en otras zonas del planeta, Ceuta está ya sumergida en un proceso de desertificación que tiene difícil escapatoria.

“Ceuta es una zona muy expuesta al problema de la desertificación y la sequía. Son dos fenómenos relacionados, pero distintos. La desertificación tiene más que ver con la pérdida de la masa arbórea y forestal debido a causas naturales y, cada vez más, antrópicas”, matiza desde Septem Nostra su presidente José Manuel Pérez Rivera, que conoce muy bien el terreno del que habla y sobre el que conoce las causas de tal desertificación. “Influyen en la desertificación el aumento de la temperatura, la evaporación de las masas de agua interiores, los incendios forestales, algunos sistemas de cultivo y la urbanización de cada vez más territorio”, no duda en denunciar. A eso se añaden valoraciones tan lógicas como la de que “los suelos fértiles tardan cientos o miles de años en producirse y apenas unas horas en perderse por la acción de las máquinas excavadoras o un incendio”.

En la zona de Calamocarro, espacio incluido en la Red Natura 2000, tenemos algunos ejemplos de desertificación muy importantes. Septem Nostra recuerda que durante algún tiempo se permitió la entrada de motos de motocross “que han dejado una huella irrecuperable en esta zona”. Hay árboles centenarios, como el pino que encontramos en la parte central del arroyo, cuyas raíces están expuestas al aire debido a la perdida de la cobertura vegetal por las correntías naturales.

Naciones Unidas explica que la desertificación es un problema mundial que conlleva repercusiones graves para la biodiversidad, ecoseguridad, la erradicación de la pobreza, la estabilidad socioeconómica y el desarrollo sostenible. Los ecosistemas de las zonas secas son ya frágiles de por sí. Su degradación puede tener efectos devastadores para la población, la cabaña ganadera y el medio ambiente. Millones de personas se verán desplazadas en los próximos años como consecuencia de la desertificación.

Este fenómeno no es nuevo. De hecho ha sido un elemento fundamental en la historia de la humanidad, contribuyendo a la caída de grandes imperios y desplazando a las poblaciones locales. Sin embargo, se calcula que en la actualidad el ritmo de degradación de las tierras cultivables aumenta a una velocidad entre 30 y 35 veces superior a la histórica.

¿Qué podemos hacer? Finalmente está en nuestras manos mejorar la situación contribuyendo a reforestar y regenerar las especies arbóreas o mejorar la gestión del agua, mediante el ahorro, la reutilización de las aguas depuradas, almacenamiento del agua de lluvia, desalinización o, en su caso, el riego con agua de mar de las plantas halófilas.

También es importante mantener el suelo mediante el uso de vallas para frenar el avance de las dunas, barreras arbóreas para proteger frente a la erosión y enriquecer e fertilizar el suelo a través de la regeneración de la cubierta vegetal y posibilitar el desarrollo de los brotes de especies arbóreas nativas mediante la poda selectiva.

Pero es inevitable hablar de la falta de agua cuando nos referimos al cuidado del entorno y a lo que comienza a verse reflejado en el día a día de los ceutíes que soportan cada vez temperaturas más elevadas.

“Respecto a la sequía, Ceuta es un lugar con un grave problema de déficit hídrico. No tenían cauces continuos de agua y escasas aguas subterráneas. De modo que desde el origen de esta ciudad nos hemos tenido que apañar con la excavación de pozos y la construcción de aljibes”, explica Pérez Rivera destacando el plan de sequía de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir que trata de evitar que se llegue a situación de emergencia por la falta de agua.  Entre todos se puede frenar ese proceso.

DESCRIPCIÓN DEL SISTEMA

¿Qué nos abastece de agua?

La Ciudad de Ceuta se abastece actualmente desde los embalses de El Renegado y El Infierno con una capacidad total de 2,2 hm3, los manantiales de Beliones que aportan entre 1000 y 6000 m3/día y la planta desaladora que con una capacidad de 20.000 m3/día se ha convertido en la principal fuente.

INDICADORES DE ESTADO

Lo marcan dos aspectos

Por una parte el volumen embalsado en las presas de El Renegado y El Infierno y por otra el correcto funcionamiento de las plantas desaladoras.

SITUACIÓN DE NORMALIDAD

No hay de qué preocuparse

Aquella en que el volumen total embalsado supera el 1.000.000 m3 y la planta desaladora funciona bien sin producirse ninguna avería.

SITUACIÓN DE PREALERTA

Una línea a todo lo largo de este ancho...

El volumen total embalsado inferior a 1.000.000 m3 o avería en la planta desaladora que no afecta a la totalidad de la producción y puede ser reparada en un plazo inferior a 10 días.

SITUACIÓN DE ALERTA

Ya hay restricciones de agua

El volumen embalsado inferior 550.000 m3 o avería en la desaladora que afecta a la totalidad de la producción o tiene un período de reparación superior a 10 días. Este estado solo garantiza el suministro de 15 días con consumo normal.

SITUACIÓN DE EMERGENCIA

Hay que solicitar transporte marítimo

En este estado deberá funcionar el transporte

marítimo y reducir el consumo urbano en todo lo que permita la red actual.