Eligió, como siempre la letra en el ordenador y puso el título casi maquinalmente porque lo traía pensado: “El atractivo camino hacia la frontera Ceuta-Marruecos” y siguió con el relato dando al texto un estilo periodístico y directo: “Cuando el coche pasa las Murallas Reales, atraviesa el foso navegable por el new bridge o Puente Nuevo y encara la autovía que lleva a la frontera, las señales de tráfico comienzan a indicar que Marruecos está muy próximo. La carretera tiene cuatro vías, dos en cada sentido y, en el nuestro, un tercer carril que lleva escrito en el suelo cada cien metros la palabra EMERGENCY ya que está prevista para ambulancias que se dirijan al hospital, bomberos y policías que deban acudir a la frontera. Al ver que el carril continúa por una bifurcación a la derecha, la tomamos para ver el hospital de Ceuta.
Tras identificarnos en un control y dejar el vehículo en el cómodo aparcamiento soterrado, un médico avisado por mi acompañante nos explica brevemente como son las instalaciones. Se trata de un antiguo hospital militar español que ha cambiado su nombre primitivo de O´Donell por el de Lord Kitchener.
Hay dos zonas perfectamente delimitadas, una civil con modernos edificios de tres pisos que albergan 400 camas en habitaciones dobles y otra militar con instalaciones similares que tiene el mismo número de plazas pero con la mitad operativas y el resto a disposición de la NATO (OTAN para nosotros). En la rápida visita, observo que las estancias tienen magníficas vistas al mar y hay algunas que llevan la inscripción ENFERMOS SIN CARGO. Veo en ellas hombres y mujeres que parecen proceder de Marruecos y me explican que son casos humanitarios que se atienden en Ceuta SIN CARGO, como explica el cartel de la entrada. Los residentes allí reciben el mismo trato que los demás, pero deben llegar con un volante de un equipo independiente que recibe a los enfermos en la misma frontera, hace los reconocimientos y decide sobre las admisiones, para evitar abusos. Los servicios prestados en este área se facturan a sus costos en vigor y cada mes son publicados en la prensa, remitiéndose a Marruecos por vía diplomática los citados importes para que conste la ayuda que se presta. Un estadillo que me facilitan, describe cifras importantes. Las facturas de estos casos son abonadas al hospital por el Gobierno de Ceuta, porque se estima que son costos que la entidad no debe soportar.
En el Hospital Lord Kitchener se atiende también a asegurados en compañías privadas con habitaciones mejor dotadas, pero se cobra una cantidad sustancial a dichas empresas, lo que ayuda bastante al mantenimiento de las instalaciones y cubre en parte el presupuesto del hospital. Además, dicho moderno hospital se ha convertido en el centro de referencia en el norte de Marruecos y todo el que tiene dinero en este país, se traslada a Ceuta para consulta e intervenciones de importancia, lo que aporta una sustancial suma al presupuesto sanitario de Ceuta.
Al dirigirnos de nuevo al aparcamiento prometiendo una visita más detenida, observo un helicóptero con distintivos sanitarios que está situado en la cubierta del parking, donde aparece señalizada una pista para aterrizajes de estos aparatos.
Después de media hora para esta visita, retomamos la autovía a la frontera que soporta un tráfico intenso y, de vez en cuando, un coche de policía con sus luces centelleando adelanta sin problemas por su carril especial. La carretera transcurre pegada al mar y a la derecha se observan edificaciones de alto nivel que deben tener magníficas vistas al Mediterráneo. La presencia de estos edificios es impecable. Algunos son de factura modesta pero todos aparecen pintados, sin ropa tendida al exterior y con árboles delante, como queriendo aportar un aspecto cuidado al que llegue de Marruecos.
Un paseo a pie por el llamado Almadraba district es imprescindible. Se trata de un bonito barrio que dispone de un aparcamiento al principio bajo la carretera y con una primera línea de casas bajas como de pescadores que han sido habilitadas para servicios de la frontera, a fin de descongestionar ésta. Hay agencias de viajes, oficinas de cambio, un punto de información turística lujosamente dotado y otros locales similares. Después, atravesando una calle, en segunda línea, hay en los bajos, cafeterías, tiendas de lujo que se anuncian sin impuestos, boutiques, joyerías y algunos establecimientos de los más variados surtidos. Los policías de guardia permanente en la zona, explican que llegan allí familias de Marruecos que quieren comprar con rapidez, regresando inmediatamente a su país.
En la parte alta de aquel complejo comercial y de servicios, los inmuebles están ocupados por viviendas de fachadas limpias y cuidadas, junto a un hotel de tres estrellas que parece tener bastante clientela, a juzgar por el movimiento de su entrada. En la agencia de viajes un enorme cartel anuncia que puede viajarse a Ceuta desde Marruecos y regresar por un precio módico: en autobús desde Tetuán por el equivalente a 50 euros y, si se llega con coche 40 euros y estas cantidades cubren transporte en el primer caso, hotel con desayuno en hotel de 4 estrellas, una visita guiada a la ciudad y un bono descuento en determinados establecimientos. Muy interesante”.
Adolfo releyó el escrito, lo adjuntó al mail, encargó que prepararan fotos al respecto y se hundió inmediatamente en el sillón que había frente al televisor. No supo exactamente si había dado una cabezada vencido por el cansancio, pero se sorprendió al mirar el reloj y comprobar que eran las nueve de la noche. Se puso algo sencillo y bajó a un cofeee shop instalado en la planta baja del hotel, para evitar vestirse de restaurante.
Pidió una jarra de cerveza y un sándwich que le trajeron enseguida y comenzó a ojear el periódico que estaba en la vacía mesa de al lado. Estaba escrito en español y, bajo el título “El vigía del Estrecho“ daba una serie de noticias sobre todo de ámbito local, por lo que sacó su bloc y el roller que siempre llevaba en cualquier bolsillo para tomar notas si fuera necesario.
Leyó titulares interesantes que anotó enseguida tratando de resumir las noticias: “La Representación de Ceuta en Bruselas consigue importantes ayudas para la ampliación del puerto que se considera como de interés para el tráfico comunitario de pasajeros y mercancías” o “Una encuesta revela que el Cuerpo Diplomático acreditado en Rabat elige Ceuta para pasar los fines de semana o ir de compras”. Una tercera noticia rezaba “De acuerdo con las inflexibles directrices del gobierno, se han paralizado por la policía de barrio varias obras ilegales y se han derribado otras”.
El camarero tenía aspecto de proceder de Marruecos y evidentemente conocía su oficio porque le sirvió sobre un pequeño mantel azul, donde colocó el plato con el sándwich, una bonita servilleta del mismo color con cuchillo y tenedor. Mantuvo siempre una postura erguida pero respetuosa, sonrió al despedirse y permaneció atento a cualquier llamada, como cuando pidió una pequeña botella de agua.
Cuando Adolfo firmó la cuenta era ya muy tarde y el salón estaba casi vacío. Como estuvo sentado en la zona mas apartada, en las mesas de alrededor no había nadie. El camarero retiró el servicio entre sonrisas de agradecimiento, quizás por la generosa propina que se adivinaba tras el ticket firmado y el periodista comprendió que era momento propicio para hacer algunas preguntas.