La nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética va a suponer un desafío para todas las ciudades españolas, las cuales deberán dar cumplimiento a las directrices europeas en cuanto a la supresión, de manera progresiva, de la emisión de gases de efecto invernadero antes de 2050. Este objetivo implica que toda la demanda energética tendrá que satisfacerse exclusivamente mediante energías renovables y provocará el cambio de modelo económico de todo un continente.
¿Qué consecuencias tendrá este nuevo modelo en nuestra ciudad? La más importante será precisamente la generación de energía, sobre todo teniendo en cuenta que desde hace décadas toda la electricidad consumida la produce la central diesel instalada en el puerto (actualmente gestionada por la compañía privada Endesa), un sistema que se encuentra entre los más caros y contaminantes pero que debido a las reducidas dimensiones de nuestro territorio y a la escasez de recursos naturales, es la única alternativa, al menos eso han venido diciéndonos desde el siglo pasado. Para dar cumplimiento a la nueva ley, Ceuta tendrá que generar o consumir “energía verde” y desde 2010 las administraciones locales y centrales han estado trabajando para enlazar energéticamente Ceuta con la Península mediante un cable eléctrico submarino, un proyecto planificado en el período 2021-2026 y presupuestado en 221 millones de euros.
¿Realmente es la única posibilidad que tenemos?¿Nuestros recursos naturales son tan limitados como para tener que seguir dependiendo de la Península?
Según las previsiones de la consultora Monitor Deloitte, para el año 2040 las necesidades de Ceuta se situarían en 466 GWh año. Si se hace un análisis de las capacidades generativas que nos proporcionan el sol, el viento y el agua en nuestro ámbito geográfico, nos daremos cuenta que podríamos ser autosuficientes con las tecnologías actuales, adaptándolas a los condicionantes de la ciudad, que no son pocos:
-Las múltiples afecciones marítimas permitirían el uso de una franja al noreste de Punta Almina para construir un parque eólico marino (350 GWh año), que se complementaría con miniaerogeneradores urbanos instalados en las cubiertas de los edificios (104 GWh año) y con un parque eólico terrestre (70 GWh año). El viento podría producir 524 GWh año.
-Con paneles fotovoltaicos situados tanto en las cubiertas de los edificios como en las explanadas públicas de la ciudad (fundamentalmente los aparcamientos en superficie) podrían suministrarse 170 GWh año.
-Si se emplean equipos de generación de energía mediante aerotermia en los edificios, se lograrían 76 GWh año.
-Si se aprovechara la diferencia de altura entre los embalses o entre depósitos de nueva creación y el mar, la tecnología hidroeléctrica aportaría 52 GWh año al sistema energético local.
En resumen, con la tecnología actual y empleando los recursos naturales de Ceuta se podrían llegar a producir hasta 822 GWh año, casi el doble de la demanda prevista para 2040.
Sin embargo aún tendremos que resolver un problema, el almacenamiento de energía para poder usarla cuando no haya ni sol ni viento, es ahí donde jugará un papel fundamental el hidrógeno verde (producido mediante energías renovables), un gas que podrá almacenarse (a gran o a pequeña escala) para su posterior uso (doméstico o industrial). Los informes de la UE estiman que será esta energía la predominante en 2050, aunque aún será necesario desarrollar e impulsar aspectos de esta tecnología.
Pues bien, pese a poder ser autosuficientes y tener las competencias en materia de generación energética, la Ciudad ha decidido que con el cable eléctrico cumplirá con la ley, a sabiendas que en caso de rotura (o sabotaje), cuyo período de reparación podría tardar entre 6 y 12 meses (según la experiencia con el cable entre Tarifa y Marruecos), tendremos que utilizar la central diesel (lo que implicará un funcionamiento intermitente pero constante para mantener su operatividad y posiblemente multas por parte de la Comisión Europea). La costosa inversión para el enlace eléctrico con la Península ha sido la excusa para que Endesa nos deje fuera de la planificación nacional para la construcción de plantas de producción de hidrógeno en territorios extrapeninsulares, decisión que nos hará depender de Algeciras para abastecernos de hidrógeno cuando esta tecnología sea extensiva y empezará siéndola para el transporte por carretera y el marítimo.
En definitiva, Ceuta va a perder una oportunidad única para ser autosuficiente desde el punto de vista energético, incrementando el sentimiento (por desgracia demasiado extendido) de ser una ciudad dependiente y subvencionada, en lugar de presentar un proyecto global que sirva para realizar la transición energética a una mayor velocidad y convertirnos en referencia mundial.
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