El director general de las Aduanas marroquíes, Nabyl Lakhdar, ha concedido una entrevista a la agencia española de noticias EFE sobre la campaña contra el comercio transfronterizo en Ceuta y Melilla –él lo etiqueta como contrabando– que este mismo sábado también publicaba le360, un medio de comunicación cercano a la casa real marroquí.
El periodista Ignacio Cembrero, que hace apenas unos días participaba en una conferencia sobre este asunto en Ceuta, ha hecho trinar su cuenta en Twitter con un hilo acerca de las “inexactitudes” de Lakhdar en sus declaraciones.
En la entrevista, el director general de las Aduanas marroquíes esgrime que por “cada puesto de trabajo en el contrabando se destruyen cinco en el circuito formal” para defenestrar el comercio atípico y la generación de empleo que se le asocia. Por tanto, “solo sirvió para crear malos empleos”, una conclusión que Cembrero entiende falsa porque “se usó para ahorrar moneda; lavar parcialmente el dinero de la droga y muchas otras cosas”.
Sobre la ‘crisis del pescado’ con Ceuta, Lakhdar justificó la prohibición de la entrada de este producto señalando que era tolerable cuando se destinaba al consumo individual, pero no cuando ya pasa al circuito comercial "sin respeto de las reglas fitosanitarias". Cembrero niega tal aseveración al pasar “doble control veterinario en el mercado marroquí de pescado y en la frontera”.
Tanto la entrada de pescado en Ceuta, como la “misma lógica” que aplicará Marruecos en adelante a las frutas y verduras, "son cosas que vamos a discutir a nivel interno y luego con las autoridades españolas" en el marco de "una reflexión colectiva", dijo, y Lakhdar adelantó que el próximo marzo tiene prevista una visita a Madrid para reunirse con su contraparte en la Dirección de Aduanas española, donde tratarán estos y otros temas.
Cembrero también considera “falso” que estas cuestiones vayan a ser objeto de discusión cuando Lakhdar pone a “España, país amigo, antes del hecho consumado” de la soberanía marroquí sobre Ceuta y Melilla.
Acerca de la “tolerancia” en la Aduana con las compras de artículos nuevos por un valor superior a 120 euros dentro de unos límites, Cembrero pone como ejemplo que, a la salida de Ceuta, los aduaneros marroquíes “se apoderan de una simple caja de galletas sin abrir”.
En cuanto a Melilla, Lakhdar avanza que el siguiente paso de esta “campaña contra el contrabando” se aplicará en Melilla, donde ya se comenzó con una primera medida de cierre de oficina de aduana urbana en el verano de 2018. A Cembrero le llama la atención que el director general marroquí haya olvidado que la Aduana de Melilla “aparece en el Tratado de Fez de 1866 y está ratificada en 1956 (descolonización). ¡España, un país amigo, no ha sido informado de su cierre!”.
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