La apertura de
fronteras, tras dos años de pandemia que obligó a su cierre, estableció una serie de cupos de tránsito erigidos en los únicos con permiso para acceder a Ceuta. El filtro, controlado por el Cuerpo Nacional de Policía, es exhaustivo rechazándose cualquier intrusión que no cumpla con lo recogido en el BOE y sus prórrogas continuadas. Así ocurre en el paso terrestre, pero no en el marítimo en donde ese celo se difumina.
Nunca ha existido control sobre las personas procedentes de Marruecos que llegan a Ceuta y atracan sus barcos en el
puerto deportivo. No lo había antes ni tampoco ahora a su llegada a territorio español. La tripulación, que suele estar formada por personas con un elevado poder adquisitivo que se desplazan a Ceuta a comprar o hacer turismo, no tienen que someterse a ningún control documental del CNP en este punto porque, sencillamente, no existe. Únicamente el marinero de servicio de la empresa adjudicataria de esta infraestructura atiende a quienes llegan para rellenar la hoja de
atraque indicando el número de personas que vienen y abonar la tasa, permaneciendo en la ciudad solo de día.
Ausencia de control y celo
De igual manera no existe un registro sobre la mercancía que en su caso puedan trasladar, ni ajustes sobre la misma como sí se establecieron en la vía terrestre. Ya hace años la asociación de usuarios del puerto deportivo puso en evidencia esta situación. No se critica la llegada de embarcaciones que generan turismo y riqueza pero sí la ausencia completa de control y de celo en torno a unos movimientos que se han escapado del filtro establecido por el Ministerio del Interior, bajo la dirección de Fernando Grande-Marlaska, a pie de frontera.