A un Gobierno se le pide, cuando menos, celeridad en las actuaciones que lo merecen. Es lo que quiere el ciudadano. Las flores en las rotondas que cambian de color según temporadas están bien. Las estatuas que nos nacen sin previo aviso sustentadas en gastos millonarios, puede que también. Los cambios de acerado con la colocación de arbolitos a juego incluidos, ídem... Pero todo ello si lo realmente básico funcionara, cosa que no se estila demasiado en una ciudad en la que la desidia va de la mano de las cosas que más afectan al ciudadano. Me explico. ¿Consideran ustedes lógico que un semáforo lleve un mes sin funcionar y nadie meta mano? ¿Creen normal que tras denunciarse sistemáticamente la rotura de espejos circulatorios en la carretera del Hacho nadie los arregle? ¿Puede persistir un agujero en plena vía durante meses o un socavón durante años? En Ceuta puede suceder esto y más.
Miren que tenemos un presidente al que le gusta darse sus caminatas seguido de una amplia corte de pelotas. Pues a pesar de ello, demuestran ser incapaces de poner solución a esas deficiencias que se encuentran en el camino y que provocan esa sensación extendida entre el ciudadano de que el político hace lo que interesa.
Tras esta lectura está la siguiente reflexión. ¿A quién se le pide responsabilidades cuando sucede un accidente en un punto harto denunciado? Se lo respondo de inmediato. Se denuncia que aquello se puso en conocimiento de la Ciudad generando una polémica que dura 24 horas, lo que la noticia en la calle. Después nada pasa. Bueno sí, que el político de turno se hace una foto en el lugar en donde ha sucedido la tragedia para reflejar su rápida actuación y tapando la verdad de su desidia con promesas y buenas palabras.
Los partidos en la oposición se dedican a criticar las deficiencias que encuentran en las barriadas, convirtiéndolas en moción plenaria buscando poco más que el beneficio político pues no pasa ni una semana para que olviden el terreno que pisaron y las promesas que efectuaron.
A un político se le exige que sea un gestor adecuado, que sepa atender lo más grande y lo más chico. Igual que usted en su casa, preocupándose tanto del grifo que gotea como de embellecer la cocina. Aquí lo que sucede es que se espera a que vengan los palos para adoptar las soluciones.