Tras el golpe a ‘Joyería Telemar’, hay quienes se preguntan si las piezas se pueden vender sin ser detectadas.
Una mujer de unos 40 años entra en un céntrico Compro oro hacia el mediodía. Acaba de salir del gimnasio, según se deduce de su indumentaria, en chándal de marca y con una bolsa de deporte a juego. Se aproxima al mostrador y extrae una caja con varias piezas de oro que entrega a la dependienta. Tras pesarlo en la báscula le comunica a la cliente: “26 gramos, a 25 euros cada uno, suman 650 euros”.
La ciudad autónoma cuenta con una decena de establecimientos dedicados en exclusiva a esta actividad. Su apertura se multiplicó en los últimos dos años, a la sombra del endurecimiento de la crisis y como una fuente de ingresos alternativa a partir del pequeño patrimonio que cada familia conserva en casa. Un negocio en el que prima la discreción.
Nadie escapa a la fiebre del oro. El perfil de vendedor ceutí no entiende de edades, niveles socioeconómicos o credos. “Te puedes encontrar a cualquier persona, no necesariamente tiene que estar atravesando apuros económicos”, explica una persona que mantiene contacto directo con quienes empeñan el joyero de la abuela o aquel collar que no usan. Incluso público marroquí se desplaza hasta la ciudad autónoma para vender alhajas y otros objetos de oro.
Sin embargo, el comercio de este metal precioso no está exento de regulación. La Policía Nacional inspecciona escrupulosamente la documentación que acompaña a cada transacción registrada en estos establecimientos. “En principio, nunca sabemos si pertenece realmente a la persona que lo trae a nuestra tienda”, comenta una dependienta.
El golpe a la ‘Joyería Telemar’ a mediados del mes pasado llevó a muchos ciudadanos a preguntarse cuál habrá sido el destino final de la mercancía sustraída. Desde la Jefatura Superior de la avenida de Colón despejan cualquier duda sobre su posible venta a los Compro oro de la ciudad: los controles son rigurosos y ninguna mercancía robada permanece en el mercado sin que sea detectada por las autoridades.
Los propietarios de estos comercios consideran difícil ofrecer una media de clientes diarios. Sin embargo, calculan que algunos días han llegado a atender a diez personas. Con reclamos tan sugerentes como ‘¿Tiene oro, joyas que ya no usa, piezas desparejadas o rotas? Venga a vernos, le tasamos sin compromiso’ o ‘¿Su banco no le quiere dar un préstamo? Nosotros le ofrecemos algo muy parecido’, estos locales captan a multitud de clientes. Y la cifra de vendedores sigue en aumento, reconocen quienes regentan estos locales.
Los propios empleados de los denominados Compro oro son quienes determinan la pureza de las piezas que se entregan en mostrador. Para ello, utilizan productos químicos homologados para este tipo de exámenes. “En ocasiones, el propietario nos dice que es de 24 quilates y el análisis nos aclara que es de 18”, señalA una trabajadora.
El anecdotario de los establecimientos dedicados a esta actividad es profuso en la entrega de los objetos de oro más variopintos. “Sin duda, el más raro que ha caído en nuestras manos ha sido la funda de dientes; estuvieron de moda durante un tiempo pero han caído en desuso”, explicó una vendedora.
La compra-venta
Documentación. Requisitos de partida para la operación. La persona interesada en realizar una venta de este metal precioso tiene que acreditar que es mayor de edad y presentar Documento Nacional de Identidad (DNI) pasaporte, carné de conducir, Tarjeta de Identificación de Extranjero (TIE) o permiso de trabajo para realizar un contrato de esta naturaleza.
Contrato. Reflejan los rasgos del acuerdo de transacción. La empresa dispone de contratos en los que figura la operación, la cantidad de oro, su valor en divisa española y la descripción de la pieza entregada.
Relación. Información contenida en los libros de registro. Una vez reunidas estas pruebas se vincula una determinada joya con la identidad de quien las canjeó en el local.
La Policía Nacional hace más inspecciones a los establecimientos tras su proliferación
Un grupo de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violencia de la Policía Nacional, UDEV, se encarga de las inspecciones a los Compro oro de la ciudad autónoma. Según comunicaron ayer, las indagaciones han acortado su periodicidad porque los establecimientos dedicados a esta actividad han proliferado en los últimos años y, en ningún caso, porque desconfíen de la legalidad de sus operaciones.
Estas empresas disponen de unos libros de compra diligenciados por el Cuerpo Nacional que se completan con los datos de las transacciones. Mensualmente, los agentes de esta Unidad suele revisar la documentación y las facturas para corroborar que las operaciones están en orden y, sobre todo, que no se han canjeado piezas robadas.
Si alguien se interesa por una joya cuyo origen está pendiente de verificación, tiene que mantenerse en el establecimiento hasta que la Policía Nacional libere este objeto, es decir, dé su visto bueno para la venta. En alguna ocasión, este grupo ha detectado elementos de valor sustraídos que han sido vendidos a los Compro oro. Ante esta situación, la Policía Nacional explicó que se procede a la intervención cautelar al joyero y se notifica al auténtico propietario, de modo que el empresario puede perder el dinero de la transacción. En este punto, los comerciantes pueden exigir al detenido el importe y los beneficios que pretendía obtener por la venta, añadió la Policía Nacional.
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