En el anterior artículo sobre la cataplexia me faltó definir lo que era, por falta de espacio: Es un estado en el que el paciente queda con una rigidez tan fuerte que parece que está muerto. Existe la bajada tremenda del ritmo cardiaco, arritmia. Gracias Julián por aportar tu granito de arena. Muchos han intentado hacer este experimentó muy especialmente los escapistas, personas que se dedican dentro de un número de circo, circense, a salir de unos lugares bien blindados. Es el culto al manejo de lo elemental de la vida. Bajada de las pulsaciones para relajarse y evitar el gasto principal de nuestro cuerpo: el oxígeno.
Seguimos con la confesión de Pedro.
Al cabo de unos meses la Comandancia recibió un correo muy extraño citando tanto al sargento como al guardia civil urgentemente en cabecera de Comandancia. Por aquellos días el sargento estaba indispuesto. Le había dado una hemiplejia y el pobre andaba liado de médicos. Con el justificante me dirigí hacia allí. Me encontré con el coronel jefe de la Comandancia y varias personas de paisano. Me anunciaron que tenía que ir urgentemente hacia Haití y que me acompañaría un oficial del cuerpo. Él tendría las instrucciones precisas sobre lo que deberíamos de hacer.
La idea era que como yo me manejaba bien en francés, el oficial me ayudara en el inglés que según me informaron era uno de los idiomas cooficiales de allí a parte de uno autóctono del lugar que la verdad se me ha olvidado el nombre. La vejez hace mella.
Y llegó el día en que tenía que coger el vuelo hacia mi destino. Me mandaron presentarme a las 10 de la mañana en una cafetería del aeropuerto. Fue una comunicación vía correo electrónico a mi unidad, para ir de incógnito. La verdad que todo el Puesto estaba bien informado de todo y la envidia se veía por todos los rincones del cuartel. Un viaje con todos los gastos pagados y encima unas dietas de trabajo que podría traer a casa casi tres veces mi sueldo normal. Muchas cosas iban juntas. Era un cóctel de grandes grados.
Allí conocería a mi acompañante de viaje. Como buen militar 15 minutos antes estaba allí. Mi identificación era llevar una camisa de color rosa y un clavel blanco en el bolsillo, como es lógico a la vista. Lo de la camisa fue una idea muy mala. A nadie de mi edad se le ocurriría ir vestido de esa guisa.
Mi futuro binomio llevaría lo mismo.
Y apareció.
Pero cuál fue mi sorpresa cuando hizo acto de presencia una mujer muy joven, no llegaría a los 30 años. Era alta, rubia y con los ojos azules. O sea que no se perdería fácilmente. Nos presentamos.
Ella se llamaba Rocío y era teniente del cuerpo. Yo para mis adentros le dije: “Olé que cuerpo serrano tengo al lado mía”.
Pero el respeto fue plasmado desde ese momento.
Me dijo que ella venía como ayudante ya que estaba demostrado mi gran arte de investigador. También me informó que los servicios secretos de Estados Unidos estaban super entusiasmados por la forma de resolver el misterio del cementerio que lo habíamos finiquitado en pocas horas. Yo la verdad le dije que no había sido gran cosa y que con la lógica en la mano pues todo había salido como la seda.
Con la boca abierta se quedó mi teniente. Y sólo salía de su garganta elogios hacia mí.
Yo la verdad me estaba creciendo un poco. Cogimos el vuelo con varias escalas y llegamos al lugar. Debo de confesar que desde el primer momento estuve asustado agarrándome fuertemente a los sillones. Nunca había volado y sí había visto muchos reportajes de accidentes aéreos. No las tenía yo muy conmigo.
Allí nos estaba esperando una delegación donde nos llevó al hotel y nos informó de lo que teníamos que hacer.
Tuvieron la deferencia de hablarnos todo en español aunque nos advirtieron que eso no ocurría a partir de nuestra investigación en la calle.
Las bases de nuestro trabajo eran bastante difíciles, por lo menos a mi entender. Buscar las respuestas hacia unas personas que desaparecían por unos años y cuando volvían con sus familiares era otros hombres. Habían cambiado radicalmente .
Por problemas de espacio os emplazo a otro nuevo capítulo.