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Cataluña y el ave de Extremadura

A Andreu Mas-Colell, catedrático de Economía y Consejero de la Generalidad de Cataluña, no se le ha ocurrido otra proeza macroeconómica que la de declarar en Catalunya Radio la necesidad de aparcar el proyecto de llevar el AVE a Extremadura, para que con el recorte a los extremeños se pueda hacer el ajuste adicional de Zapatero para reducir el déficit público y lograr el objetivo de equilibrio presupuestario, dado que, según el ínclito personaje, la medida “no tendría repercusión en los extremeños”.
Es curioso que, estando Extremadura tan lejos de Cataluña, seamos los extremeños con tanta frecuencia objeto de pueriles maquinaciones por parte de algunos catalanes. Ya en su día, un tal Joan Puig, ex diputado de Ezquerra Republicana se permitió la payasada de decir que los extremeños somos unos “mal nacidos” porque no agradecemos a Cataluña el dinero que, según él soñó, nos dan los catalanes. Y a otro concejal catalán de Alternativa Baix Gai, Lluis Suñé, también se le ocurrió la mendaz tontería de pedir que cada catalán apadrinara un niño extremeño por mil euros para así acabar con la pobreza y suciedad de los pequeñines de mi tierra. Y, claro, tan descerebradas bufonadas empujan a uno a salir al paso, aunque haga ya varios milenios que Diógenes dijera: “El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe”.
Algunos de estos personajillos que tienen por oficio el serio ejercicio de la cosa pública, poniéndose tan altos sueldo que pagamos los españoles, en lugar de dedicarse a resolver tantos problemas que ellos mismos nos crean, debieran no perder el tiempo en promover y fomentar la insolidaridad, la división, el enfrentamiento y la xenofobia entre las partes y las gentes de España, a base de proferir insultos y ofensas graves contra Extremadura y los extremeños, porque hechos de esa naturaleza son inadmisibles e impropios de personas que sean mínimamente educadas y con algo de sentido común.
Eso resulta indignos e indecorosos en personas que ostentan una representación popular conferida en las urnas, razón por la que deberían cuidarse mucho de no ser tan irresponsables e ineducados, ya que esos comportamientos y actitudes tan reprobables no sólo hacen caer en desprestigio a quienes los cometen, sino también a los que les han elegido y a las instituciones que inmerecidamente representan, porque gente tan insolidaria, tan avara y tan mediocre para con las otras partes de España, no debería de ejercer la vida pública. Y es de esperar que la otra mucha gente honesta y de bien que me consta hay en Cataluña pronto les echen por la mala imagen que dan de ella y de los catalanes, como recientemente les ha ocurrido a algunos correligionarios y tripartitos de tan triste figura anterior.
Hay que recordarle a Mas-Colell (en chino el nombre significaría correr más) que, puestos a ahorrar, corra a cortar el despilfarro en Cataluña; que rebusque debajo de las alfombras el déficit oculto de 7.000 millones de euros que la prensa nacional dice que ha dejado el tripartito saliente; o los enormes gastos empleados en poner en funcionamiento organismos e instituciones que el Tribunal Constitucional tiene ya declarados inconstitucionales, pudiendo empezar por las mal llamadas “embajadas catalanas”; o por la flagrante injusticia de que un médico o un policía local catalanes tengan que cobrar unos 600 euros más al mes en Cataluña que los de otras Comunidades; o los gastos en organizar referendums que son ilegales; o comisiones de servicio, dietas y tarjetas de oro pagadas por el Erario Público al ex presidente Maragall y a un tal Carod Rovira para que en un acto público y vergonzoso nos presentaran aquel numerito de exhibirse en Jerusalén haciendo mofa y escarnio de los símbolos de la religión católica. ¡Vaya espectáculo de impúdica e insolente desvergüenza que dieron el par de ellos!.
Eche cuenta el Mas-Colell, como Fellow de la Econometric Society que es, del inmenso valor patrimonial de la mano de obra barata que durante los años 1950-1960 tantos miles de trabajadores extremeños, andaluces y de otras regiones aportaron a Cataluña para que hiciera su particular “milagro económico”. Ese más de un millón de extremeños que tuvieron que emigrar porque en Extremadura no cabían, pese a ser el territorio más extenso de España por provincias, y por regiones (caso de Andalucía), no tuvieron más remedio que marcharse porque en su tierra carecían de recursos económicos e infraestructuras industriales y comerciales, y por eso no pudieron adquirir el mismo grado de desarrollo y riqueza que los muchos privilegios económicos dieron, y siguen dando, a Cataluña. Y eso es lo que Mas-Colell sigue queriendo, o sea, que los extremeños y andaluces sean más pobres todavía, para que ellos, los catalanes ricos, sean aun  más ricos.
Y, ¿sabe Mas-Colell por qué Extremadura no ha prosperado al nivel de Cataluña?. Pues debido al olvido y abandono que sufrió en aquella década y otras posteriores, y porque los extremeños son un pueblo sencillo, noble, pacífico, honesto y trabajador que nunca ha dado el más mínimo problema a España. Precisamente por eso se dejaron desmantelar y expoliar industrias, comercios y fuentes de energías valiosísimas para llevárselas a los entonces llamados Polos de Desarrollo de Cataluña y del País Vasco, so pretexto de que sus instalaciones debían de estar más próximas a Europa, como sucedió, por  poner sólo un ejemplo, con las fábricas de hilaturas que estuvieron instaladas en Mérida. Lo mismo ocurrió con los ahorros de los extremeños, que interesadamente se desviaban hacia la banca catalana.
Pero sepa el Mas-Colell, que Extremadura es una hermosa tierra donde nacer y de la que sentirse muy orgulloso de ser, con un patrimonio artístico, histórico y cultural que ha hecho de Mérida, Cáceres y Trujillo “Patrimonio de la Humanidad”. En ella se respira aire puro y limpio, sus gentes son acogedoras y hospitalarias, que viven honestamente de su trabajo. Y tiene Extremadura una historia muy digna que ya quisiera Mas-Colell y los suyos tenerla para sí, porque, entonces, ya habrían declarado el “imperio de las naciones catalanas”. Esa historia extremeña dio mucha gloria y universalidad a España en América cuando los dioses conquistadores nacían en Extremadura. Y sepa que nos llaman exactamente por su propio nombre, cuando presentan a mi tierra como pedigüeña e insolidaria. En 1992 el Rey de España proclamó: “Ya es hora que España salde con Extremadura la deuda histórica que de antiguo con ella tiene contraída”.
Lo que sucede es que los extremeños, por ser bien nacidos, nunca piden privilegios, ni protestan, ni amenazan con declarar ínsulas de Barataria, que diría Don Quijote; ni jamás hemos creado problema alguno a Cataluña ni a nadie; hasta el punto de que, incluso a los insolidarios que tan injustamente pretenden cortarnos el dinero para que no tengamos el AVE, y a los deslenguados que nos insultan y nos ofenden, somos capaces de invitarles a que se den una vuelta por Extremadura para que no sean tan ignorantes de ella y vean la educación que los extremeños tienen y las pocas tonterías y sandeces que dicen y hacen.

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