Hace casi 10 años un incendio destrozó buena parte del castillo de San Amaro. Las llamas consumieron el techo y piso superior que eran de madera. Antes, el abandono y la desidia de las instituciones de Ceuta lo habían dejado herido de muerte.
Más tarde llegarían los okupas y ahora el aviso de peligro de derrumbe con su consiguiente tapiado.
Es como si se estuviera contando una película con final conocido, una película con un guion temerario porque atenta contra un bien de interés cultural que debe ser protegido por la administración que, incongruentemente, mira hacia otro lado.
Ni siquiera es capaz de ofrecer un planteamiento adecuado sobre qué va a hacer en esta joya patrimonial de la ciudad que requiere de una intervención urgente.
El castillo ofrece la peor de las imágenes. Solo quedan los muros exteriores que aportan una escasa estabilidad a un edificio con mucha historia. De hecho, es uno de los fuertes más antiguos de Ceuta. Su escudo heráldico guarda la leyenda de su construcción.
Es cuestión de voluntad, pero también de compromiso. Ambas patas parecen no sostenerse en una administración que tampoco interviene ante la degradación de otros bienes patrimoniales de nuestra ciudad.
El castillo de San Amaro sigue en pie como una sombra de lo que fue y con el temor a perder la esencia que aún guarda.
Para el presidente de Septem Nostra, José Manuel Pérez Rivera, la situación actual de este BIC es un “despropósito”. “Ha quedado en malas condiciones, perdió la estructura interior de madera y quedan solo los muros exteriores lo que le da poca estabilidad al edificio”, explica en declaraciones a este periódico.
El aviso de derrumbe recogido en un cartel es el vivo reflejo de un abandono de años. Lugar emblemático donde los haya por lo que encierra de historia, urge acelerar lo antes posible un proyecto de envergadura para evitar su pérdida.
Septem Nostra lo tiene claro, solo es cuestión “de voluntad”. Advierte que la ley de patrimonio indica claramente que los BIC “no pueden ser declarados en ruina, están obligados a restaurarlos”. De momento parece que todas las administraciones que tuvieron algo que ver o lo tienen ahora en cuanto a su protección no han hecho lo suficiente para mantenerlo a salvo.
Pérez Rivera recuerda el incendio de 2015 y los daños que se produjeron arruinando parte de la historia del castillo, construido a finales del siglo XVII. En el escudo que conserva a la entrada se indica que el inicio de la construcción comenzó el 21 de agosto de 1693 y finalizó el 25 de marzo del año siguiente.
“Tardaron 8 meses en tener el fuerte terminado, se dieron rapidez por los informes militares que apuntaban al inminente asedio de la ciudad por las tropas de Muley Ismail”, cuenta Pérez Rivera.
El castillo de San Amaro alojaba la batería de San Carlos y en 1860 fue entregado al Regimiento de Infantería Fijo de Ceuta que lo dedicó a fabricar cartuchería sin bala.
Al año siguiente, en 1861, se le entregó al Regimiento de Murcia para destinarlo a escuelas. Años después, en 1865 fue responsabilidad del Batallón de Cazadores de Chiclana que lo habilitó para escuelas y almacenes. En 1870 se retiraron los cañones y lo ocupó un destacamento de vigilancia.
Su último uso fue el de vivienda de personal civil de la administración militar, tal y como comprobó en informes y estudios Septem Nostra.
El 22 de octubre de 1997 fue declarado el conjunto histórico de las fortificaciones del Recinto del Hacho como Bien de Interés Cultural y forma parte de este conjunto histórico, como uno de los elementos más señalados, el castillo de San Amaro.
No es una consideración sin más, conlleva obligaciones como el mantenerlo adecuadamente, algo que se está incumpliendo.
En la misma entrada del castillo asoma un escudo que guarda la leyenda histórica de este bien. Se conserva y es la clave identificativa de esta joya del patrimonio de Ceuta que ha sufrido muchos daños, el más grave el incendio que casi lo anula por completo en 2015. Después llegó el abandono, las pintadas y las reuniones de botellón. Hoy, al lado, hay un vertedero donde se acumulan bolsas y restos de todo tipo.
La Policía Local informó sobre la situación en que se encontraba la zona, en donde a los signos de okupación se sumaba el haber encontrado a un perro encerrado en este lugar durante al menos diez días.
Después vendría la apertura de un expediente para ordenar a Obimace el tapiado de los accesos, colocándose después un cartel en el que se advertía del peligro de derrumbe en el lugar. Ahora se está en esta situación, ante un BIC que por ley debe protegerse y restaurarse, que convive con esta situación de peligro permanente. Vecinos de San Amaro acortan distancias para ir a la playa cruzando a través del castillo.
De momento la Ciudad Autónoma no ha confirmado que vaya a intervenir de manera inmediata en este lugar sin que conste la existencia de una hoja de ruta para salvar esta joya del patrimonio que se está degradando poco a poco.
En torno al castillo de San Amaro hay mucho que contar. Por capítulos se ha ido narrando la historia de un abandono gradual. Así, tras el grave incendio se perdió toda la parte superior de madera que quedó destrozada.
Después llegaría la okupación de varias partes de esta joya cultural, teniendo que intervenir la Policía para evitar no solo que personas durmieran allí sino que convirtieran el lugar en centro de botellones. Las pintadas, los destrozos... dieron pie a un abandono que ahora estrecha lazos con el riesgo porque se ha tenido que proceder al tapiado de los únicos accesos existentes porque supone un auténtico peligro. La Policía Local dio parte y Obimace intervino.
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