Casi 9 horas han permanecido 65 inmigrantes encaramados a la valla. En torno a las dos de la tarde se ponía fin a este nuevo episodio migratorio que ha movilizado a unidades de todas las fuerzas de seguridad. Desde primera hora, a pleno sol, los hombres se mantenían fuertes sobre el vallado, pidiendo libertad y reclamando ayuda. El papel de la Guardia Civil se ceñía únicamente a controlar el escenario perimetral y esperar las órdenes políticas para saber qué hacer ante una situación tan dramática.
Y esa orden llegó. Los primeros en aparecer fueron los elevadores del parque móvil del Ayuntamiento. Sobre ellos se montaron los guardias civiles para instar a los que seguían encaramados a bajar. Algunos opusieron resistencia, otros ni eso ya que estaban cansados, exhaustos, no podían más.
El mismo procedimiento se ha seguido con todos los inmigrantes, hasta hacerles bajar a suelo. Solo 4 han sido trasladados al Hospital porque presentaban heridas, fracturas o cortes. El resto, siguiendo el protocolo que ordena el Ministerio de Interior, ha sido entregado a las fuerzas marroquíes. Se han visto escenas impactantes del trato dado a estos subsaharianos por los agentes del vecino país, quienes se hicieron cargo de todos ellos.
Fuera del perímetro esperaba, nervioso, un grupo de inmigrantes del CETI. La Policía montó un cordón para evitar que llegaran hasta la zona. Finalmente dos de ellos se pusieron nerviosos y lanzaron piedras, impactando una de ellas en un agente de la Benemérita que ha resultado herido.
El drama vuelve a ser protagonista en la frontera sur. Una vez más.