Posiblemente hoy en día, por desconocimiento y por esa burda apatía y desinterés a todo lo que sea y se refiera a las Fuerzas Armadas, permanece en el «cajón de los olvidos» la brillante y gloriosa historia de los Tiradores de Ifni. Por esta unidad pasaron lo mejor de los mandos del ejército y todos esos millares de jóvenes que cumplieron su sagrado deber de servir a España en los territorios de Ifni, bajo la bandera de ese grupo.
Los hechos demuestran que si el coronel era una excelente persona y un compañero más, los soldados de tiradores fueron lo mejor que tuvo el Ejército. Esto no son exageraciones ni aún menos fruto de fanatismo. Lo escrito, escrito está, y el historial así lo avala.
Este grupo tuvo 1.200 muertos en acciones de guerra, desde 1934 a 1958, 3.975 heridos y 881 mutilados. En el campo del honor se ganaron 1 laureada y 4 medallas militares individuales y 1 laureada y 4 medallas militares colectivas.
En el último conflicto armado en que intervinieron en la Guerra de Ifni 1957, el mayor peso de todas las operaciones recayó en el II y IV Tabor. Estas fueron unas jornadas duras y difíciles, pero superadas con bravura y acierto sin un solo fallo en todas las operaciones que intervinieron, sin un paso atrás ante el enemigo, que fue derrotado una y otra vez y de nuevo los Tiradores de Ifni hicieron honor a sus brillantes historiales castrenses.
Hacerse querer y respetar
En uno de los artículos de las antiguas Ordenanzas de Carlos III se leía ese maravilloso texto, que tanto encierra para el mando y el subordinado, que lo quieran y lo respeten, y que aún con mayor claridad lo dejó escrito este célebre personaje: “los héroes no son sólo los que triunfan por sus ideas o su fuerza, sino aquellos que fueron grandes en el corazón”, León Tolstói.
En 1957 el Grupo de Tiradores de Ifni nº 1 estaba al mando del coronel de Infantería Guillermo Rodríguez González, que sobre su pecho lucía la Medalla Militar Individual, concedida el 1 de diciembre de 1944, publicada en el Diario Oficial del Ejército nº 272, por su heroico comportamiento en el frente de Gandesa.
Era este coronel el prototipo de lo que es un padre para sus soldados, que sí les exigía, pero él practicaba con el ejemplo de no exigir más de lo que él pudiese hacer, y hoy en día, después de más de 60 años, muchos tiradores que estuvieron a sus órdenes le recuerdan con admiración y cariño, porque de él aprendieron mucho y bueno, algo que jamás se olvida, como lo avalan estas palabras: “no tengo en menos a mi maestro que a mi padre, pues si de uno he recibido la vida, el otro me ha enseñado a vivir”, Alejandro Magno.
Cierto día que un periodista de la agencia ‘Pyresa’ visitaba a este coronel en su despacho, acababa de recibir una carta de la cual dijo sentirse muy orgulloso, y que decía, entre otras cosas: “mi querido amigo y compañero. Un grato y honroso motivo hace que con verdadera satisfacción me dirija a ti, exaltado por la gratitud y reconocimiento al heroísmo escrito por el glorioso Grupo de Tiradores de Ifni, quiero expresarte a ti, a todos los jefes, oficiales, suboficiales y soldados tiradores, mi felicitación más sincera y emotiva por el brillante comportamiento de todos tus hombres, como asimismo en la heroica defensa de las guarniciones. Te agradezco hagas extensiva esta felicitación a todos tus subordinados. Mariano Gómez-Zamalloa, gobernador general”.
El heroico soldado tirador Ramiro Martí Monterde
De nuevo repito que el coronel Guillermo Rodríguez González era un auténtico padre para sus soldados. En mi poder tengo una carta dirigida a un heroico soldado tirador tinerfeño, Pelayo Rosa Viera, al ser liberado después de su cautiverio de las Bandas del Ejército de Liberación Marroquí y dice así: “22 mayo 1958. Querido tirador Rosa, al enterarme de tu regreso a la Madre Patria, recibí una de las emociones más grandes de la vida militar. Puedes estar seguro de que desde aquel aciago día, que caíste en manos enemigas, mi pensamiento te ha acompañado en todo momento. Debes saber asimismo que este Grupo de Tiradores será siempre para ti tu segundo hogar para todo lo que necesites. Un saludo con todo cariño para tu familia y para ti un fuerte abrazo, de tu coronel Guillermo Rodríguez González”.
Ramiro Martí Monterde era compañero del tinerfeño Pelayo Rosa Viera en Tiradores de Ifni. Este primero era natural de Tarrasa (Barcelona). En los combates de diciembre de 1957, este soldado catalán se distinguiría notablemente como tirador de un fusil ametrallador en todas las operaciones que intervino, por cuyo motivo tiempo después, ya licenciado, le era concedida la Cruz Roja al Mérito Militar. En un gesto de grandeza humana, el que fue su coronel le enviaba una carta junto a la condecoración, que entre otras cosas decía: “Sidi Ifni, 12 agosto 1958. Soldado de Tiradores de Ifni. Ramiro Martí Monterde. Tarrasa. Querido tirador: hoy te puedo mandar la Cruz al Mérito Militar, que te fue concedida por tus méritos y comportamiento durante la agresión a este territorio para que puedas lucirla con orgullo sobre tu pecho, que tantas veces pusiste al descubierto para defender el nombre de nuestra Madre Patria. En tu vida civil sigue el mismo camino de honradez y compañerismo, amistad leal para tus paisanos y convecinos. Aquí dejaste una casa y unos hermanos, y en nombre de todos ellos y en el mío propio, te envía un fuerte abrazo tu coronel”.
El 15 de septiembre de 1958, en el Ayuntamiento de Tarrasa, la Comisión Permanente en Pleno, cientos de ciudadanos y el general José de Arjona y Betegón en nombre del capitán general de la IV Región le imponía a Ramiro Martí Monterde la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo, y el Ayuntamiento, en sesión ordinaria, nº 5.433, le comunicaba la felicitación de dicha corporación.
Hoy, desde el cielo, el soldado tirador Ramiro Martí Monterde, a buen seguro repetirá aquella frase de un brillante general: “los viejos soldados nunca mueren, sólo se desvanecen”, General Douglas McArthur, EE.UU.