También anuncia la corporación municipal que se formará un jurado censor compuesto por dos concejales, representantes de las asociaciones organizadoras de los distintos bailes y cuatro vecinos que reúnan conocimientos artísticos adecuados. Los premios se entregaron el último día de carnaval y el jurado tuvo un lugar fijo, y, para tal efecto, se construyó una tribuna en el paseo del Rebellin, en la fachada del teatro Variedades. El jurado anunció que estará en esta tribuna los tres días de carnaval entre las 14,00 y 16,30 horas, y en los bailes de mascaras.
Algunas asociaciones quieren colaborar con el Ayuntamiento y recaudan dinero para los premios, como el casino Africano y el Círculo de Ceuta, aportando cada uno 50 pesetas. Los diferentes diarios locales siguen resaltando la gran animación que existe en la ciudad. El semanario “El Sinapismo” del día 26 de febrero de 1892 escribe que un gran número de grupos se están inscribiendo en el concurso y las distintas sociedades culturales y recreativas están ultimando sus bailes. También es de destacar los anuncios del “Circulo de Ceuta”, “Casino Africano” o la Sociedad “La Unión”, este último, como dato curioso organiza un baile con el nombre “baile anti-cristiano”, todos ellos se realizaran en el Teatro Variedades, en el paseo del Rebellin.
Una vez terminado el carnaval el semanario El Sinapismo, escribe esta curiosa crónica: “Entre las muchas mascaras que a pesar del mal tiempo allí estaban se hizo notable una murga de numerosas señoritas que causó con sus coplillas una gran animación en la noche del baile del domingo de piñata. El baile termino a la cuatro de la madrugada, ahora debemos empezar a guardar los preceptos religiosos y volver a nuestra natural cordura y juicio”.
El jurado tras ver los diferentes grupos dio como vencedora al grupo presentado por el Colegio Santa Ana, pero este anuncio que no querían el premio ya que llevan varios años saliendo y no necesitan ninguna distinción para recorrer las calles de Ceuta. El jurado vuelve a reunirse y otorga las 500 pesetas al grupo “Gato-Mono-León-etc.”. Y el premio a la mejor mascara con 150 pesetas se reparte entre Francisco Haro, disfrazado de poeta y Cristóbal Navarro de Indígena Americana. Y una mención honorífica para el grupo formado por la banda del Regimiento Nº 16, que durante los tres días de carnaval estuvo por el Paseo del Rebellin con alegres marchas.
1892, las primeras bases del Carnaval ceutí
Los diferentes diarios y semanarios de la ciudad se hacen eco de las bases, pero el que más énfasis pone es el diario El África, donde una editorial del 27 de febrero de 1892, escribe: “Deseosa nuestra autoridad local de que entre los mortales atacados por la fiebre de esta antigua y contagiosa locura, que les hace algunos reunirse en pandillas en los primeros días y al postular por las calles y paseos le damos el nombre de mascara, se presenten a ésta con elegancia y en armonía con las costumbres de todo pueblo culto, hoy se agita otro deseo parecido en la mente de muchos habitantes de esta localidad y de aquellos que en los próximos días de carnaval cambiándose sus trajes diarios y cubriéndose sus rostros con la careta. Que un pueblo culto y laborioso hasta en los días de mayor expansión popular cuales son los de carnaval, donde la diversión raya con el delirio.
En 1928, coplas por la visita de Alfonso XIII
En los carnavales de 1928 la llegada de Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia a Ceuta, un 5 de octubre del año anterior. Los autores de las murgas como Roque Guerrero del Peñón, Corinto, José Benítez Orive, Joaquín Rodríguez Romero y tantos otros se esforzaban todas las noches con sus murguistas para ir insistiendo con las nuevas coplas. Los lugares de aquellas reuniones eran los patios como la Tahona, Páramo, Don Juan, Bisagra, Centenero, Cigarra, y tantos otros donde ultimaban sus tipos y letras.
Tras esta visita Real los murguistas tomaron buena nota de todo aquello que aconteció. No sería nada fácil escribir en aquellos tiempos, por la censura establecida, recordemos que desde el 13 de septiembre de 1923, el general Primo de Rivera se pronunció contra la legalidad constitucional, declaró el Estado de guerra. Recordemos que los reyes estuvieron varios días en la ciudad, visitando también lo que fue el Protectorado Español en Marruecos. La ciudad se engalanó para tal ocasión con varios arcos de flores. Los Reyes llegaron en el buque Jaime I, y tras cumplimentar a las autoridades en el puerto partieron hacia el acuartelamiento legionario de Dar Riffien, donde la reina Victoria Eugenia entregó al coronel del Tercio Eugenio Sanz de Larín la enseña nacional. Tras este acto volvieron a Ceuta y el Rey inauguró la empresa petrolífera de Ybarrola y más tarde de forma oficial el Palacio Municipal.
Fueron muchas las coplas que ironizaban aquella visita, pero una quedó para siempre grabada en la memoria de los ceutíes, “Todavía estamos recordando, este año que ha pasado, cuando vino el monarca y la reina…” y termina evocando que una vieja que vende estropajo puso una bandera que esta todavía, esa pescadería de la que habla se encontraba en la zona de Fuente Caballos, junto a la plaza del teniente Reinoso. Parece ser que el autor de ella fue el murguista Joaquín Rodríguez Romero, este era propietario de una zapatería en la calle Jaúdenes, su comercio era lugar señalado de tertulias carnavaleras. Una vez cerrado el establecimiento se reunía con su grupo en la calle Obispo Barragán. Entre los grupos que sacó cabria destacar a “Los huérfanos de la guerra” en 1925, esta murga quiso homenajear con sus coplillas a los fallecidos en la Guerra de Marruecos. Sus tipos eran muy atractivos y llamativos., con una capa negra, grandes sombreros oscuros y botines blancos. Al año siguiente, su murga satirizaba a las niñas que trabajaban en una sala de fiesta de la calle Larga llamada “El Kursal”. No hemos podido saber todos los componentes de aquella murga que dirigía con maestría Joaquín Rodríguez, pero si al menos, conocemos que entre otros estaban, Manuel Barrientos, llamado cariñosamente “el cojo”, Joaquín Rodríguez Viso, Baldomero y Juan Rodríguez, y la encargada de trasladar a la tela lo imaginado por este grupo de murguistas era la abuela de Barrientos.