Siempre tuvo claro que quería ser militar, pero lo de ser piloto jamás le llamó la atención. Sin embargo, ahora, con 32 años, es la aviación la que coloca su nombre en un lugar privilegiado. Hablamos de Carlos Ortiz Sotomayor. Nacido en Algeciras, pero criado en Ceuta, ciudad que siempre visita al menos dos veces al año, desde el 11 de agosto se ha convertido en el primer suboficial piloto nombrado comandante de aeronave de la Armada.
En conversación con ‘El Faro’ llama la atención cómo habla, cuando se refiere a este pequeño gran logro, en plural. Aunque su nombre figure como “el primero”, reconoce y siente que si él es ahora ese ‘primero’ es porque otros muchos han estado años atrás ‘batallando’ para cambiar la legislación que estaba vigente. “Es un mundo en el que hasta hace muy poco solo se admitía ingresar a los oficiales”, explica.
La Orden Ministerial 54/2021, de 25 de octubre, por la que se modificaron las normas sobre mando y régimen interior de las unidades de la Armada, hizo posible que los suboficiales AVP pudieran ser ‘Comandantes de aeronave’, tal y como se recuerda en la página web del Ministerio de Defensa.
Es decir, ahora han de superar los mismos requisitos que los oficiales AVP que, en el caso de la Sexta Escuadrilla en la que se integra Ortiz Sotomayor, esto supone más de 300 horas de tiempo de pilotaje total; haber realizado un curso de adaptación al modelo Hugues 500; haber volado 30 horas a la derecha; superar un examen de procedimientos; y realizar una prueba en vuelo con el Jefe de Escuadrilla.
En su caso, tras realizar el curso de Piloto Naval en Armilla en el 2017 y embarcar en la Sexta Escuadrilla en 2018, ahora acumula 527 horas de vuelo totales y 405 en el modelo H-500. Pero el camino hasta este momento ha sido, sin duda, muy intenso. Un viaje por diferentes lugares en una carrera militar que arrancó hace algo más para empezar a estudiar en la Academia San Quintín su preparatoria para el ingreso en la academia de oficiales.
“Lo que me gusta es la formación”
Como decíamos, nunca planeó entrar en el mundo de la aviación. “La cuestión de ser piloto surgió en 2015 al hacer el curso de suboficial, pues ahí ya se comentaba que iban a salir los primeros cursos de suboficiales pilotos y, aunque nunca me había llamado la atención, lo probé y me gustó”, explica sobre la decisión se explorar este ‘nuevo mundo’ dentro del amplio abanico militar, “luego hice las pruebas y quedé de los primeros”. Había dos plazas y él logró una, la del Cuerpo General (la segunda se destinaba a Infantería).
Reconoce que fue un cambio radical, pero no se arrepiente en absoluto. “Estoy muy orgulloso de lo que estamos consiguiendo entre todos, somos poquitos, pero estamos bastante unidos y vamos todos en la misma dirección”, comenta. Está destinado en Rota, pues todos los helicópteros de la Armada están ahí, pero antes de ello pasó por Valladolid, Alicante, Ferrol, San Fernando… incluso llegó a estar cinco meses de misión en África.
“Estuve en 2017, justo antes de hacer el curso de piloto que empecé en enero de 2018 en Armilla, navegando por toda la parte occidental de África, desde Cabo Verde hasta Angola y sí, fue algo que me impactó. A pesar de que yo había visitado mucho Marruecos vi en muy poco tiempo demasiadas cosas impactantes, fue una gran experiencia”, explica sobre aquella etapa previa a despegar en el helicóptero para, parece, no bajarse de momento.
Pero más allá de volar, reconoce que lo que le gusta de su nuevo ámbito laboral es la formación, la instrucción de nuevos pilotos, sentido fundamental de la Sexta Escuadrilla a la que pertenece. Un ámbito en el que se siente feliz y donde su vocación militar cobra, ahora más que nunca, el sentido y la ilusión que nació cuando apenas era un niño.
Un joven militar, con raíces y fuerte arraigo ceutí, pues la ciudad autónoma en la que se crio sigue siendo el punto de encuentro familiar, que promete continuar aprendiendo y progresando en su carrera.