Las palabras –nos lo recuerda Paul Auster– son una forma de estar en el mundo. Las palabras son la expresión de nuestros pensamientos, pero no todo lo que a uno se le ocurre pensar es verdad, ¿o sí? Pero cierto es que no pocas veces solemos estar prisioneros de ellas. Pero las palabras no pueden, en efecto, encubrir la realidad. Y, así, en todas las ocasiones es mejor no responder a algo que no nos han preguntado. Esto último se conoce como que somos dueños de nuestros propios silencios.
A este respecto, la Unión Demócrata Ceutí se muestra quejosa de que en esta sociedad multicultural –no hay nada más nefasto que una sociedad multicultural, ¿habrá que repetirlo una vez más?– el Gobierno Local “no proyecte más allá que el encendido de unas luces viejas como un programa de actividades para todo el mes de Ramadán”. La citada UDCE hace alusión “a esa derecha rancia y anclada en pasados siglos gloriosos”. Si a esta declaración de intenciones añadimos que en “Ceuta existe un amplio sector de extrema derecha. Son conservadores, reaccionarios y racistas”, como escribe el sindicalista local Aróstegui, dan ganas de salir corriendo de Ceuta y pedir asilo, por ejemplo, en…, en…, en Pakistán. Eso es, en Pakistán. Al parecer aquello es la cuna de las libertades, no hay derecha rancia, no son conservadores, ni reaccionarios, ni racistas. En fin, un verdadero país de las libertades de todo tipo.
A propósito de Pakistán, debido a las lluvias que está sufriendo el país asiático han muerto dos mil personas y millones de ellas han quedado en la indigencia, Cáritas (no lo olvide, algo tiene que ver con esa vilipendiada Iglesia) ha salido al paso –qué paradoja– para allegar ayuda de todo tipo a ese sufriente país islámico. Sin embargo, no habría que ir demasiado lejos para ver la labor de Cáritas. Aquí en Ceuta, El Faro del 15 de agosto, Cáritas diocesana está ayudando, entre otros, no sólo a los ceutíes que vuelven a su pueblo, sino a las mujeres marroquíes y a sus hijos que han sido abandonadas por sus parejas y se hallan en la indigencia.
Pero volviendo a Pakistán, hete aquí que en ese país islámico, los cristianos son perseguidos por el mero hecho de serlo, y no pueden obviamente celebrar sus fiestas religiosas ni siquiera encendiendo unas “viejas luces”. Con esas humildes “viejas luces” los cristianos paquistaníes se conformarían. Es más, presumo que no podrán construir iglesias del porte de la mezquita levantada en el Recinto y cuyo “minarete” incumple, al parecer, ciertas condiciones urbanísticas. A los cristianos paquistaníes ni se les ocurrirá construir ilegalmente ni un pequeño oratorio. Asimismo, los cementerios en donde los cristianos de Pakistán entierran a sus difuntos quizá no tengan ni por asomo las condiciones que reúne aquí Sidi Embarek. No es que allí las autoridades tratan de “engañar a los cristianos” –como aquí el Gobierno de la Ciudad a los musulmanes, según UDCE–, sino que habrá que ver lo preocupados que están las autoridades paquistaníes por que los cristianos carecen de un cementerio en condiciones. Claro, allí en Pakistán no son racistas, reaccionarios, no son una derecha rancia, etcétera. Son musulmanes que rezan mucho, pertenecen a una religión cuya divisa es la moderación, la ponderación y la tolerancia, no como esos ‘perros’ cristianos que son racistas, xenófobos y encima de derecha. ¡Qué miedo!
Ahora, una pregunta inquietante: si cuando los musulmanes desean construir una gran mezquita en occidente aluden siempre a que será destinada a promover la tolerancia, el mutuo conocimiento entre las diferentes religiones y a la reflexión sobre la diversidad y pluralidad religiosa en esos países occidentales, ¿por qué entonces no permiten la construcción de iglesias y catedrales en sus países islámicos, Arabia, Yemen, Irak, Pakistán, Irán…, para promover a partir del Cristianismo la tolerancia, reflexionar sobre la pluralidad y la diversidad de religiones, etcétera? ¿Quién responde?
Otra pregunta inquietante: ese predicador Ihab Salem Mohamed Matar de la Universidad Al-Azhar de El Cairo, que a la pregunta de Juani Amaya, en este periódico, se reputa de “tolerante”, ¿entonces por qué no encabeza una protesta en su país para que los cristianos egipcios, los coptos, tengan una vida digna, puedan construir sus templos y puedan, también, practicar su religiosidad en público, y no sean considerados ciudadanos de tercera? Me temo que circulan por ahí demasiados tolerantes de pacotilla.