Las caravanas en el desierto del Sáhara son determinantes para explicar el presente, pasado y futuro del territorio que comprenden, así comenzaba la larga e interesante intervención el arquitecto Carlos Pérez Marín en el Campus Universitario para los alumnos de AULACE, quienes disfrutaron a lo largo de algo más de una hora de los conocimientos sobre la historia y las lecciones de la vida nómada de las caravanas del desierto del Sáhara que el propio Pérez Marín ha adquirido a través de diferentes investigaciones sobre la temática y con su propia participación en varias caravanas.
Las rutas del desierto, “vías de comunicación, tanto materiales como inmateriales”, han sido cruciales a lo largo de la historia para África y Europa, rutas casi olvidadas pero que aún siguen vivas. “Precisamente a través de esas rutas se conformaron muchas de las fronteras que hoy delimitan los países que abarca el Sáhara”, recordaba el arquitecto.
El arquitecto disertó sobre la experiencia adquirida con los nómadas
Su interés por las caravanas avanzó hasta convertirse en investigaciones que comenzó a desarrollar a título personal y que confluyeron en un proyecto, Qafila, que impulsó hace unos años junto a otros investigadores de diferentes nacionalidades. Se trata de una plataforma de investigación multidisciplinar sobre caravanas saharianas fundada por Marsad Drâa para aprender sobre las formas de vida nómadas de hoy, recorrer las rutas utilizadas por las caravanas a lo largo de la historia, analizar el patrimonio de las mismas y su situación real desde una perspectiva contemporánea en el desierto del Sahara.
“Lo interesante de todo esto que se trata de investigaciones que se materializan desde nuestra propia experiencia”, explicaba Pérez Marín. “Yo he hecho dos caravanas, una de 300 kilómetros y otra de 200, está última con parte del grupo de investigación. Fuimos con los nómadas y los camellos andando y pudimos comprobar lo que significa recorrer un territorio desértico”. Manifestaba el arquitecto que la principal conclusión que extrae de toda esta investigación es la capacidad que tiene el hombre para adaptarse al medio. “Desde el punto de vista como arquitecto me interesaba mucho el hábitat, es decir, el espacio vital en el que un humano vive, y te percatas que no les hace falta ningún tipo de vivienda. Por el día lo único que necesitas es un árbol, si lo encuentras, que te de sombra, y por la noche son las estrellas las que te protegen, no necesitas nada más”, señalaba.
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