Proteger la vida de las personas migrantes en todo su recorrido hacia un futuro mejor y denunciar la insostenible política migratoria fronteriza de la Unión Europea. La caravana ‘Abriendo Fronteras’ no solo busca hacer honor a su nombre, sino visibilizar que pese a los 28 estados miembros de la Unión tengan políticas migratorias diferentes, todas violan derechos humanos ya sean en Grecia, Melilla, Catania o Ceuta.
Es esta unión ante el sufrimiento la que precisamente sirve de pegamento para los integrantes de esta caravana. Este periódico recoge historias trágicas de personas que han sufrido la desaparición de un familiar que buscaba huir de la guerra o labrarse un futuro mejor. Al tiempo, muestra la visión más ‘católica’ de la solidaridad en un momento en el que partidos de la extrema derecha conservadora vuelven a coger impulso y culpabilizan a los inmigrantes de todos los males de la sociedad.
Esta movilización humana, pacífica y “necesaria”, según su manifiesto, busca visibilizar las causas de los desplazamientos forzosos, revindicar el derecho a la migración desde un enfoque feminista, denunciar la situación de deriva y desamparo ante las políticas migratorias europeas, demandar el cese de las políticas de externalización de fronteras y exigir el cumplimiento del derecho internacional en el rescate de personas, denunciando los acuerdos de retorno y readmisión con terceros países que no respetan los derechos humanos como Turquía o Marruecos.
La caravana llega este martes a las 11.00 horas al puerto de Ceuta. Tras esto comenzará una marcha hacia el Tarajal, donde se representarán mediante teatro e imágenes distintas realidades fronterizas. A las 13.30 esperan llegar a la frontera, donde leerán unos textos y cantarán dos canciones. Es a las 17.00 horas cuando tendrá lugar un encuentro con los medios en los Jardines de la Argentina. A las 19.30 horas en la plaza de los Reyes comenzará una serie de acciones: una exposición de fotos sobre ‘Movimientos migratorios y género en la frontera de Ceuta’, reconversión de escenas de teatro-imagen, venta de fanzines y una performance titulada ‘Por una Europa que construya puentes y no muros’. Todo ello concluido con un concierto de música.
Las actividades de la caravana continúan el miércoles 17 con diferentes encuentros con asociaciones de Ceuta a las 10.30 horas.
Tomás ‘Tommy’ Vergara desapareció el 5 de julio de 2012. Esta fecha marcó el inicio de la búsqueda de Mario Vergara, sin conocer nada sobre el mundo de las exhumaciones. Poco a poco fue buscando fosas clandestinas en México hasta encontrar los restos mortales de más de 400 desaparecidos convirtiéndose en todo un experto “buscador de huesos”. Hasta la fecha no ha encontrado ninguno de su hermano.
Tras un encuentro en noviembre de 2014 con Miguel Jiménez Blanco, de la Organización de Unión de Pueblos del Estado de Guerrero, comenzó su especialización en la búsqueda de fosas clandestinas de su país. Por entonces se buscaban rastros de los 47 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. “Donde vean una ondita, donde vean un borde de tierra o arena de otro color, vamos a excavar”, explica. Desde entonces salió todos los días, durante ocho meses, esperando encontrar algo sobre ‘Tommy’.
Es miembro de la Brigada Nacional de Búsqueda de Fosas Clandestinas. Su labor es encontrar el espacio, pero es el gobierno quien se encarga de la exhumación y de investigar cuántas personas hay y quiénes son. “Pero para que te den un informe pueden pasar muchos meses”.
Se muestra muy crítico con la Administración mexicana. “Cuando desaparecieron los estudiantes de Ayotzinapa dijeron que era un caso aislado. No es así, se repite todos los días”, señala. En su opinión, para el Gobierno mexicano los desaparecidos son solo “unos números” que esconden la verdadera realidad de personas con nombres y apellidos que tienen historias que contar.
La valentía de los padres de los estudiantes de Ayotzinapa, “que son unos héroes de nuestro país y sus nombres deben ser escritos en oro”, empujan a Vergara a seguir buscando algo sobre su hermano. Según su opinión, el tiempo es un enemigo y un aliado. En contra juega que los restos mortales de desaparecidos fueron “disueltos en ácido, calcinados hasta tal grado que tocas los ‘huesitos’ y se hacen polvo, los dieron de comer a los animales”, pero también estná las operaciones inmobiliaria que construyen encima de fosas clandestinas.
Pero a favor de la búsqueda juegan también aliados: la tecnología se va perfeccionando, cada vez hay más gente que se une a su causa y cada vez hay más solidarios que comunican dónde están los restos. Su sobrino de siete años ya es un buscador de fosas y su hija ‘Julietita’ de tres años ya agarra los huesos.
“Yo digo que los niños y las futuras generaciones van a ser los grandes buscadores de México: ellos van a desenterrar la verdadera historia de nuestro país porque nosotros solo estamos alcanzando una pequeña punta de este iceberg”, concluye Vergara.
Leticia Gutiérrez, procedente de México, es la delegada de Migraciones de la Diócesis de Sigüenza (Guadalajara, España). Ha sido responsable de coordinación de albergues para migrantes en su país, promoviendo la construcción de 66 edificaciones. En el Estado de México, en Lechería, fue testigo de cómo intentaron quemar una casa del migrante, respondiendo con el absoluto silencio, mirando de frente a los que intentaban agredirles.
Se incorpora por segunda vez a una marcha de estas características tras participar en la Carovane Migranti que recorrió Italia desde Lampedusa a Turín. “Entonces veíamos que Europa e Italia tenían contextos muy similares a los que tiene México con la migración centroafricana”, narra, agregando que los gobiernos quieren “fronteras cada vez más raras, lineales y no territoriales”. Opina que los mismos países que impiden la entrada a los migrantes son los causantes de la huida de la población en sus países de origen.
Entre sus responsabilidades está conseguir que todos los migrantes tengan sus derechos garantizados, así como asegurarse que estas personas tengan una acogida, una inclusión y que formen parte activa de la vida social y espiritual. El principal reto es el burocrático, ya que en muchas ocasiones no es posible la inscripción de migrantes en los programas públicos por su país de origen o por no tener algunos documentos en regla. “A las personas hay que verlas como tal, no bajo una regla de documentado o no documentado, solicitante o no”, opina.
Sobre la visión que se tiene de Ceuta en México, responde que es una ciudad “rica en multiculturalidad” con unas características similares a las ciudades limítrofes del norte y sur del país americano. Pero todo no son buenas palabras ante la ciudad autónoma: “Ceuta también representa la imagen de las políticas migratorias a nivel global. Concertinas, muros, externalización de fronteras y de la política migratoria, de la respuesta de estado...”.
Pese a esto, Gutiérrez no tira la toalla sabe que también se da una situación peculiar como en su México natal: “Hay solidaridad y defensa de derechos humanos que ponen a la persona en el centro”. En definitiva, agrega que la ciudad es algo más que interculturalidad, “es una escuela de aprendizaje, de denuncia y de posibilidad de que la sociedad civil es capaz de reinventarse más allá de las concertinas y la política de fronteras.
Ana Gricelides es la madre de Óscar Antonio López, desaparecido el 31 de enero de 2008 cuando salió de Honduras. Desde entonces nunca ha dejado de buscarlo en México, donde trabaja desde que abandonó su país natal con el Movimiento Migrante Mesoamericano para encontrarlo. Ella es una portavoz fundamental de la Caravana de Madres de Migrantes Desaparecidos.
En su experiencia en esta caravana ha podido conocer a otras madres que, como ella, no cejan en su lucha por encontrar pistas sobre el paradero de sus familiares. “El problema está en todos lados, es a nivel mundial con madres buscando a nuestros hijos y compartiendo un mismo dolor”, apunta, agregando que esta pelea requiere una fuerza y determinación sobrehumanas. “Solo necesitamos mucho apoyo y que las familias se animen a denunciar y a luchar juntas”.
Tal y como está la situación de violencia clandestina y la situación política en su país, ve imposible regresar a medio plazo. Esto no le quita sus deseos de volver. “Lo extraño mucho, son mis raíces, ahí está mi familia y ahí quedó parte de mi vida”. Su pensamiento es el mismo que el de otros muchos migrantes que se ven obligados a abandonar sus orígenes por situación económica, política, de identidad religiosa o sexual o, simplemente, para no morir. Pese a anhelar su tierra, insiste, “me es imposible volver”. “Creo que con la lucha que tengo ahora, en la que ya no me voy a quedar callada ante la injusticia, no podría volver a Honduras porque me asesinarían tal y como está el país”.
En el momento que decidió irse a México empezó de cero, con una vida “como la inicié de jovencita, sin nada en lo material, sin mi hijo ni familia, totalmente sola”. En su lucha por encontrar a su hijo desparecido también se le cruzó una tragedia: dos amigos de Óscar Antonio con los que compartieron casa y trabajo fueron secuestrados y asesinados en 2010. Este suceso y todos los datos sobre la desaparición de su hijo lo puso en conocimiento a las autoridades mexicanas, sin obtener ninguna respuesta sobre su paradero.
“No puedo irme de México porque ahí está mi hijo y no lo voy a abandonar en su búsqueda”, confiesa, detallando que su estancia también pasa por luchar con esa gente que partió en busca de un mejor futuro y no se sabe nada de ellos. “Queremos evitar que sigan pasando estas tragedias”.
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