Tras la aparición de varios ejemplares de carabela portuguesa en las playas de Ceuta durante los últimos días se ha vuelto a abrir el temor por este tipo de organismos marinos que producen picaduras a los bañistas.
Según indica el director de la Fundación Museo del Mar, Óscar Ocaña, el nombre científico de estos seres es ‘Physalia physalis’ y no se trata de una medusa sino que pertenecen al grupo de los sifonóforos, organismos coloniales que han desarrollado estructuras para ayudar a la flotabilidad y a la eficiencia predatoria.
En cuanto a la llegada de estas carabelas portuguesas a las costas de la ciudad autónoma, Ocaña señala que no son habituales pero tampoco se trata de un hecho extraordinario ya que, a pesar de ser una especie típica de las regiones subtropicales y tropicales, esta se mueve por los vientos y corrientes pudiendo viajar a través de grandes extensiones de océano.
Por esta razón en las islas atlánticas, como es el caso de Canarias, conocen muy bien a estos visitantes. Incluso en las costas del sur de Marruecos suele ser habitual verlas. Además, al estar Ceuta situada en la región de Alborán, antesala del Mediterráneo occidental, la influencia atlántica se deja sentir con más fuerza que en regiones más alejadas del embudo natural como el Estrecho de Gibraltar.
Asimismo, comenta que desconoce si existen otras influencias relacionadas para la aparición de estas carabelas portuguesas en la región pero esta causa, a parte de las condiciones meteorológicas, también puede deberse a la desaparición de predadores de este tipo de organismos vivos, como es el caso de los peces luna, que mueren bajo la influencia de las redes en las costas.
Además, tampoco descarta la contaminación a nivel global y el impacto que esta ha tenido para la proliferación que ha existido durante los últimos años tanto en las playas de la ciudad autónoma como del sur de la península ibérica.
Sobre su picadura, explica que esta puede causar graves trastornos a personas especialmente sensibles debido a la gran cantidad de células urticantes que poseen en sus largos y gruesos filamentos.
Tres son las fases en las que ha dividido el director de la Fundación Museo del Mar la actuación de las células urticantes a la hora de entrar en el organismo: al principio la cápsula tiene el filamento urticante enrollado en su interior; en cuanto se produce el contacto se rompe el envoltorio para dejar salir al filamento y esta estructura despliega sus espinas que sirven para adherirse al cuerpo de las víctimas de las que se alimentan estos organismos.
Este veneno produce quemazón y dolor pero rara vez se han registrado casos de muerte. Asimismo hay que seguir teniendo cuidado con las que aparecen muertas ya que estas aún poseen propiedades urticantes en sus tentáculos.
En caso de picadura, la manera de proceder sería, en primer lugar quitar los tentáculos, nunca directamente con la mano sino con un guante o con cualquier objeto que pueda ayudar a que deje de estar en contacto con la piel ayudándose de agua de mar; una vez está la zona limpia aplicar frío para que no se produzca hinchazón y tomar analgésicos si fuera necesario.
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