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“Capturar y detener a Bin Laden hubiera planteado un montón de problemas”

Es uno de los españoles mejor capacitados para hablar del terrorismo. El experto ceutí Luis de la Corte Ibáñez opina, en una entrevista para ‘El Faro’, de la operación que acabó con la vida de Bin Laden y habla de Al Qaeda sin su líder más carismático. –El pasado verano en una entrevista con este medio nos dio el siguiente titular: “A Pakistán le crearía un gran problema reconocer la ubicación de Bin Laden”. ¿Considera, después de los últimos acontecimientos, que Pakistán encubría de alguna manera al terrorista?

–Lo que yo quería decir es que a Pakistán le crearía un gran problema reconocer la ubicación de Bin Laden si es que la supiera. Yo no daba por hecho que la supiera con toda certeza, que pudiera saberlo sí. Entonces yo no me atrevería a acusar a Pakistán en su conjunto de encubrir la ubicación de Bin Laden. Sí parece inverosímil pero habría que comprobarlo y pensar que algunos miembros del servicio de inteligencia paquistaní, el ISI, pudieran tener alguna información al respecto, pero precisamente los que están hoy más fuera del ámbito de poder del propio servicio de inteligencia porque durante desde el 11-S en adelante las autoridades paquistaníes, primero Musharraf y luego el presidente Zardari, han intentado purgar un poco los servicios de inteligencia paquistaníes y apartar del máximo poder a aquellos que tenían más contacto con los radicales, con los talibanes afganos y, por derivación, con Al Qaeda. Entonces puede ser que alguien relacionado con el Estado de Pakistán lo supiera, pero dudo mucho que el presidente, la cúpula y el director del ISI tuvieran esa información y la ocultaran, a no ser que en realidad no la ocultaran, sino que quiera parecer ante la opinión pública que no se estaba colaborando con EEUU lo suficiente en este tema. Porque la información ante la opinión pública paquistaní de que el Estado colabora abierta y completamente con EEUU en la lucha contra el islam radical podría y puede generar problemas internos al propio país. Es una cosa que siempre ha preocupado a las autoridades paquistaníes desde la intervención en Afganistán hasta estos días.

–¿Podría crear un rechazo social?

–Claro. En ciertos sectores de la población podría generar tensiones internas entre unos y otros. En el caso de que se supiera y se hubiera aportado esa información a EEUU eso sí que no se reconocería porque pondría en una situación muy difícil al propio Estado paquistaní. Pero creo que nadie puede afirmar con rotundidad que Pakistán encubrió y oculto esa información. Sí ha podido ser, que no digo que no, pero ni está comprobado ni se va a poder comprobar.

–¿Cree que la operación en la que Bin Laden resultó muerto fue tal y como nos la cuenta Estados Unidos?

–Nunca las operaciones encubiertas, que es la definición que mejor encaja en este tipo de operación, se describen con todo detalle y exactamente tal y como ocurrieron. Y eso es bastante comprensible, entre otras cosas porque si se diera una descripción perfectamente fidedigna y sin omitir ningún detalle de cómo se ha llevado a cabo la operación desde el principio hasta el final, no sólo en la casa de Abbottabad, sino en todo el proceso de investigación que llegó a localizar a Bin Laden para luego poder entrar donde estaba, se pondrían en peligro las redes de inteligencia que están allí establecidas y que se supone que van a seguir siendo utilizadas para seguir identificando a otros líderes de Al Qaeda, incluidas las personas que viven allí y que podrían haber aportado alguna información. Por tanto, yo en términos generales no veo por qué la operación real tal y como se produjo pueda haber sido muy distinta a como se cuenta. Ahora, que se hayan omitido muchos detalles, es obvio, necesario que se haga y perfectamente comprensible, y es una ingenuidad plantear la posibilidad de que un estado cuando desarrolla una operación de este tipo pueda proporcionar a la opinión pública todos y cada uno de los detalles.

–¿Piensa que opuso resistencia o que tenían como objetivo matarlo?

–Quien ponga en duda que una persona como Bin Laden se resistiría a ser detenido me parece que no entiende el personaje. Es indudable que él hizo esfuerzos por resistirse. Es más, hace ya años él mismo declaró públicamente que no lo cogerían vivo. Que si conseguían localizarlo e intentaban capturarlo no se iba a dejar coger vivo. De tal manera que a mí me parece bastante creíble que intentaran detenerlo y que, sin embargo, tuvieran que matarlo. Uno puede tener como primer objetivo detenerlo, pero no va a correr ningún riesgo respecto a la vida de los soldados que realizan la operación. Si Bin Laden estaba desarmado pero tiene un kalashnikov, al lado, ¿va a esperar a que lo coja para dispararle? No, no se la juega. Supuestamente tiene que evitar cualquier riesgo en ese sentido. Otra cosa es la discusión de decir si hubiera sido más útil y más conveniente desde distintos puntos de vista capturarlo vivo y no eliminarlo que hacerlo, pero eso es otra cuestión. Yo quiero destacar, algo que también dicen muchos analistas que han estudiado el caso, que hubiera sido muy difícil que él no se hubiera resistido y que no hubiera riesgo de reacción de él y sus guardaespaldas.

–¿Hubiera sido más útil capturarlo vivo por la información que le podrían haber sacado para la lucha contra el terrorismo?

–Capturarlo vivo hubiera tenido consecuencias, pero no todas favorables. Lo de la información es relativo, a una persona como Bin Laden capturarlo y detenerlo plantea un montón de problemas prácticos. Por ejemplo, en qué prisión lo encierras, en Guantánamo no lo vas a encerrar porque crearía mucha polémica. La propia captura y mantenerlo vivo daría mucha publicidad al propio Bin Laden. Ningún país del entorno árabe-musulmán querría tenerlo preso porque podría generar crisis, presiones, podrían intentar secuestrar para intercambiar su vida... sería muy problemático. Luego el estado del preso sería muy discutible, desde un punto de vista penal la detención de Bin Laden podría suscitar polémicas sobre si es una detención legal o ilegal. El caso es que lo que los europeos no terminamos de comprender, a pesar de que ya han pasado casi diez años de esta intervención y la declarada guerra del terrorismo por parte de EEUU, es que este país ha interpretado siempre todas las acciones que ha llevado contra Al Qaeda como actos de guerra, no como operaciones antiterroristas al sentido clásico que entendemos en Europa de operaciones realizadas bajo un paradigma policial-judicial. Las interpreta como actos de guerra, donde lo que se aplicaría sería el derecho de guerra no el derecho internacional ni la legislación penal de ningún país. Si esto se entiende como un acto de guerra la eliminación es legítima. ¿Qué es discutible? Por supuesto que lo es desde otros puntos de vista pero esta es la perspectiva que aplicó EEUU.

–¿Qué es Al Qaeda si Bin Laden? ¿Existen otros grupos terroristas de la misma naturaleza que son independientes y que ahora seguirán funcionando de la misma manera al tener sus propios líderes, o Al Qaeda era una organización cohesionada y perfectamente jerarquizada?

–El núcleo central de Al Qaeda ha sido siempre una organización que ha tenido una jerarquía clara, donde Bin Laden era el principal líder y la persona que concitaba más adhesión entre toda la militancia de Al Qaeda. Detrás suya está el egipcio Ayman al Zawahiri y se dice que desde hace años ejerce como número uno por lo menos desde el punto de vista estratégico. Es verdad que ha tenido críticas externas e internas en todo el mundo del islam radical y dentro de la propia Al Qaeda. Él representa además a una de las dos facciones principales en el liderazgo de la organización, la egipcia, ya que procede de la yihad islámica egipcia. La otra, que ha sido la más influyente, es la saudí. Por ello esto podría  generar tensiones a la hora de ver si aceptan la sucesión directa de Al Zawahiri. Esto plantea riesgos para la organización y la posibilidad de que haya divisiones que disgreguen a la misma. Eso habrá que ir viéndolo, de momento quien ha desaparecido ha sido una persona, que era un líder muy carismático y la primera autoridad indiscutible pero hay otros líderes y operativos todavía dispuestos a actuar.

–¿Con qué alcance?

–Un alcance relativo, nunca el que tuvo Al Qaeda hasta después del 11-S. Pero que esta organización pueda entrar en crisis y que esta le lleve a un declive definitivo puede llevar aún algún tiempo.

–¿Una organización de este tipo puede sobrevivir sin un líder carismático como Bin Laden?

–Las principales extensiones territoriales o franquicias de Al Qaeda lo han hecho, han seguido existiendo después de que su líder fundador más carismático fuera detenido o eliminado, con lo cual Al Qaeda también podría hacerlo, es algo que no se puede descartar.

Las franquicias más importantes son tres: la primera Al Qaeda en la Península Arábiga, radicada fundamentalmente en Yemen y cuyo principal líder acaba de hacer unas declaraciones comprometiéndose a dar continuidad a la causa de Bin Laden incluyendo realizar atentados contra intereses y ciudadanos estadounidenses; la segunda es Al Qaeda en el Magreb Islámico, que está mucho más debilitada en relación a la fortaleza que tenía en la primera parte de la década de 2000 pero que aún existe; y está Al Qaeda en Iraq, que también es una organización menos peligrosa de lo que lo fue entre 2003 y 2006 pero que cada semana comete algún atentado en el ámbito de este país. La que tiene ahora más proyección internacional es Al Qaeda en la Península Arábiga, erradicada en Yemen, protagonista en estos últimos dos años de varios intentos, afortunadamente fallidos, de atentar en países occidentales y, sobre todo, en EEUU. Tiene varios líderes muy carismáticos y con una cierta capacidad de influencia.

–¿Hay indicios de que alguna de estas extensiones vayan a desaparecer?

–No hay ningún indicio de que ninguna de estas extensiones territoriales de Al Qaeda central vayan a desaparecer de la noche a la mañana, ni que la muerte de Bin Laden suponga un shock tan profundo como para desanimar a sus militantes y líderes y tomar la decisión de disolverse. Eso no va a ocurrir bajo ningún concepto. Así, la actividad de estos grupos va a seguir constituyendo una amenaza en los próximos años.

Por último están también los grupos de menor entidad, ni siquiera identificados con una etiqueta, a veces constituidos desde hace poco y con unos pocos individuos, que no tienen un contacto importante y constante con ninguna de las organizaciones grandes del yihadismo, ni con Al Qaeda central ni con sus franquicias, pero que están plenamente identificados con su ideología y su causa y que en la medida de lo posible están predispuestos a apoyar el desarrollo de esa causa cometiendo atentados siempre que puedan y si no ayudando en términos logísticos, de propaganda, radicalización y reclutamiento, y financieros. Todo eso va a permanecer activo aún por unos cuantos años, seguro.

–Es una causa que se mueve más por motivos ideológicos que por sus líderes.

–Claro. Una afirmación muy parecida a la que acaba de hacer usted se repitió insistentemente en las horas siguientes a la muerte de Bin Laden en distintos foros yihadistas. Ellos no luchan por un líder ni por una persona sino por un concepto del islam muy particular, radical y retrógrado, y afortunadamente bastante minoritario en el mundo islámico, y por un modelo de sociedad que quieren implantar en el mundo islámico.

–¿Considera que Bin Laden, durante estos últimos años en los que ha estado tan perseguido, ha continuado llevando las riendas de la organización o se apoyó en otros líderes?

–Las informaciones que está dando la prensa estadounidense sobre lo que se está descifrando en los archivos de Abbottabad indican que tenía incluso una posición y protagonismo directivo más importante del que la mayoría de los analistas le atribuíamos durante los últimos años. El papel fundamental de Bin Laden de icono, símbolo, portavoz ideológico e inspirador del movimiento yihadista global se había visto muy reducido porque su prioridad era ocultarse y que no fuera identificado. Esto tuvo la consecuencia de que desde hace al menos tres años sus apariciones en televisión o los mensajes de audio cada vez eran menos frecuentes porque estaba ya advertido de que la posibilidad más clara para localizarlo era haciendo un seguimiento de los correos, quienes trasladaban los mensajes. Así, el protagonismo directivo de Al Qaeda estaba complementado con la actividad de otros líderes como Al Zawahiri, quien se ocupaba más de la estrategia.

–Debía ser una persona muy carismática para mantener así en la causa a quienes estaban con él.

–Era muy carismática por sus características personales y, sobre todo, por su biografía. Era una persona que se había convertido en una leyenda en vida para todos los simpatizantes del islam radical y violento en el mundo. Proviene de una familia multimillonaria que, en lugar de comportarse como hicieron otros de la elite económica saudí de darse a la gran vida y jugar a los negocios, cuando los soviéticos entraron en Afganistán se desplazó a este país a apoyar a los afganos, incluso llegó a participar en varios combates y aportó su fortuna, capacidad de influencia y contactos con el mundo saudí para ayudar a la causa de los muyahidines afganos. Y cuando acabó la campaña en Afganistán siguió desarrollando ese modelo de vida ascético y muy alejado del prototipo del millonario saudí que se despreocupa de su pueblo. Se había rodeado de un halo importante y los medios de propaganda de Al Qaeda se habían preocupado muy mucho de difundir esa imagen un tanto legendaria que despertaba una amplia admiración. Es verdad que en los últimos años no era exactamente así y los estudios de opinión pública desarrollados en países árabe-musulmanes y diásporas musulmanas establecidas en Europa y otros continentes indicaban con claridad que su popularidad había ido descendiendo significativamente desde al menos 2005 ó 2006, pero en el sector radical era un auténtico héroe, y ahora es un mártir.

–En otro orden de cosas, ¿considera que el atentado de Marrakech podría frenar las reformas o retardarlas? ¿Cómo ha actuado el pueblo después de éste?

–No lo veo claro. Yo creo que incluso podría acelerar las reformas. La reacción del monarca marroquí después de los atentados es bastante excepcional. Es muy extraño que se desplace al lugar en el que se ha producido el atentado, se acerque a la gente y haga declaraciones explícitas y muy claras aludiendo a su voluntad de promover las reformas democráticas ya anunciadas como antídoto a la posibilidad de que las revueltas que se están dando en distintos países árabes se extendieran en términos de intensidad en Marruecos y pudieran crear un problema a la monarquía. Habrá que ver con el tiempo si es una operación cosmética o de imagen. Pero no encuentro razones para que los atentados frenen las reformas. La cuestión es que no hablamos de unas reformas que si se implantaran convirtieran en un plazo muy breve a Marruecos en una democracia homologable a la de los países occidentales. Eso no va a ocurrir en ningún país árabe en los próximos años, y tampoco en Marruecos, pero sí una cierta apertura del sistema, innovación de las elites políticas y modificaciones de tipo jurídico que ayuden a que el ambiente político de Marruecos se refresque y haya un mayor margen de libertad para los ciudadanos. Las políticas antiterroristas muy represivas, a raíz de los atentados de Casablanca de 2003 ya estaban en marcha, y no creo que tengan un gran rechazo entre la opinión pública exceptuando el sector identificado con el islamismo radical y que está por la opción de desestabilizar el país, pero que en Marruecos no es un sector muy importante, ni en casi ningún país árabe-musulmán.

¿Cuál cree que era el objetivo del atentado?

–No sé cuál  sería su objetivo concreto pero sí que es perpetrado por personas identificadas con el islam radical, que quieren llamar la atención y poner de manifiesto que la amenaza del yihadismo islámico no ha desaparecido. Toda la información que se ha ido difundiendo desde principios de año de las revueltas que querían un régimen más abierto y no islamizar estos países había dejado en segundo plano la amenaza yihadista y los propios yihadistas estaban preocupados. El terrorismo necesita hacer se ver  ya que si no se demuestra que se está capacitado y dispuesto a hacer daño su efectividad como método desaparece completamente. Hay un interés de los grupos radicales de intentar atentar si es posible para poner de manifiesto que todavía están ahí y que están dispuestos a dar la talla.

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