Caprichos abandonados

Hay quien paga por un animal de raza y en ocasiones su fin es la calle. Ralf es un persa negro que conoce demasiado bien esta cruda realidad

Son caprichos de Navidad y basuras en verano. Así terminan muchos animales domésticos, aquellos que en un momento de ilusión pasajera llegaron a un hogar y que un día terminaron en la calle con cientos de excusas que esconden una falta de humanidad y de cariño hacia un ser que sólo entregaba amor a su ‘familia humana’ sin esperar nada a cambio.
Muchas familias llegan incluso a pagar por estas mascotas, perros y gatos de raza por los que abonan grandes cantidades pero que no es garantía de un hogar de por vida. Ralf es uno de esos casos de abandono. Con tan solo dos meses de vida este persa negro fue encontrado en la calle un día de lluvias torrenciales. Empapado y desorientado no sabía siquiera resguardarse del agua que le caía por su pequeño cuerpo.
Ralf tuvo suerte y fue acogido, pero la dicha sólo duró un año.  Sus adoptantes decidieron que ya no podían seguir teniéndolo en casa. Después de doce meses parece ser que no congeniaba con los perros de la familia.
Con poco más de un año pasó a otro hogar, pero allí tampoco encajó demasiado bien. En poco menos de un mes se vio de nuevo abandonado, esta vez en las dependencias de la Protectora de Animales.
El animal requirió asistencia veterinaria para tratar una infección ocular derivada de las características de esta raza. Los pliegues en la cara requieren de una limpieza constante para evitar males mayores. Un cuidado que no recibió, al igual que ocurrió en el caso de su pelo. La falta de cepillado, fundamental para este tipo de gatos, había generado terribles nudos en su pelo que le provocaban fuertes tirones de la piel, lo que obligó a raparlo por completo para paliar su dolor.
En menos de dos años de existencia Ralf ha conocido el abandono en tres ocasiones. Quizá nació en el seno de una familia donde no aplican la necesaria castración para evitar estas situaciones. Tal vez pensaron que lo mejor era abandonarlo a su suerte, a una muerte segura porque un gato como Ralf es incapaz de sobrevivir en la calle.
Su carácter es tranquilo, noble y cariñoso, tal y como corresponde a esta raza. Es joven pero en su cuerpo se aprecian los signos de dejadez y falta de cariño. Ahora recibe un tratamiento para sus ojos que poco a poco va abriendo después de haber rozado la ceguera durante meses. Ralf sólo necesita a alguien que comprenda que un gato de raza no es un capricho, que requiere de tiempo para atenderle como es debido y que no es un muñeco con fecha de caducidad.
Si alguien desea darle una oportunidad y darle una vida fuera de las cuatro paredes de una jaula, puede acudir a la Protectora de Animales los lunes, miércoles, viernes y sábados en horario de 18.30 a 20.30 horas.

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