Los políticos demuestran su capacidad en los tiempos complicados. Ser grandes gestores cuando el dinero se maneja en abundancia es lo lógico; pero serlo cuando los euros son escasos en su inversión es digno de remarque. Con el delegado del Gobierno se podrá estar o no de acuerdo, sus decisiones políticas podrán gustar más o menos, pero de lo que no cabe duda alguna es de su capacidad por aprovechar lo que existe para hacer una burla directa a la crisis, consiguiendo exprimir los recursos para ganar en proyectos. Así se hizo con la idea de reutilizar el albergue de Hadú como futura Jefatura, garantizando que esta barriada no se pierda y frenando la degradación que empieza a atisbarse en los núcleos vecinales cercanos como Los Rosales, Juan Carlos I o el propio Príncipe. Así se ha hecho también con la reagrupación de áreas para liberar espacios y comprometer las plazas educativas necesarias, más de mil, en un momento en que es evidente la imposibilidad de construcción de un nuevo colegio. Ahora conocemos otra buena idea para recuperar la dignidad que necesita la justicia: el uso pretendido a la sede que, hace dos años, abandonó el Banco de España. Ubicado en pleno centro, en situación estratégica, su uso como sede de la Audiencia y juzgados no podría ser mejor, viniendo a colmar una querencia histórica de la clase judicial que nunca fue atendida. Confiemos en que las gestiones que pueda hacer la Delegación ante el Gobierno central fructifiquen en que esta idea, aplaudida por ambos lados, llegue a buen puerto y se puede responder a la clase judicial como siempre se ha merecido.