Resulta evidente que nos ha tocado vivir en un mundo complejo. La historia se ha ido acelerando desde los orígenes de la humanidad, hace unos 4,4 millones de años, hasta la actualidad. Las etapas históricas han ido reduciendo su duración de manera progresiva animada por los cambios tecnológicos que se han ido sucediendo a una velocidad vertiginosa desde finales del siglo XVIII con la Revolución Industrial.
Los avances científicos y técnicos han permitido un imparable crecimiento de la población, las ciudades, las carreteras, los automóviles y los aviones que surcan el cielo. La parte negativa de estos cambios ha sido la alteración de los frágiles equilibrios climáticos y ecológicos de la tierra provocando un cambio global cuyas consecuencias son cada día más patentes.
No sólo somos cada vez más humanos poblando cada rincón de nuestro planeta, sino que se ha incrementado el nivel de consumo de una parte significativa de la humanidad. Este consumo excesivo de recursos naturales no renovables es continuamente incentivado por las empresas mediante la publicidad. Nuestros armarios están llenos de ropa que no nos ponemos, de móviles y tabletas obsoletos y de todo tipo de artilugios tecnológicos (pulsómetros, relojes digitales, etc…) por los que recibimos de manera permanente llamadas de atención, muchas de ellas para que adquiramos tal o cual producto.
"La gran divisa de la economía actual es el crecimiento a cualquier precio"
La gran divisa de la economía actual es el crecimiento a cualquier precio. No podemos dejar de crecer porque si lo hacemos perdemos el equilibrio y todo se derrumba. La estructura empresarial y estatal requiere un flujo constante de dinero para que funcione. Sin ir más lejos nuestra administración local no deja de incrementar el personal de sus sociedades municipales sin que ello repercuta en una mejora ostensible en la calidad de los servicios que prestan a los ciudadanos.
Para mantener este nivel de gasto, la Ciudad Autónoma tiene que aumentar sus ingresos, si no quiere que se produzca una bancarrota de la administración local. Por eso anda loca buscando nuevos yacimientos de empleo y de emprendimiento. Su apuesta es el negocio del juego on-line, la economía digital y el turismo. Si bien los dos primeros sectores parece que van cogiendo vuelo, no sucede lo mismo con el turismo.
Del turismo en Ceuta se lleva hablando décadas. Si uno consulta la hemeroteca de “El Faro” encontrará cientos, por no decir miles, de páginas hablando de turismo y comentando todo tipo de propuestas. Si bien existe cierta unanimidad en cuanto a la identificación de la amplia variedad de recursos turísticos con los que cuenta nuestra ciudad (naturaleza, paisajes, fondos marinos, yacimientos arqueológicos, fortificaciones de todas las épocas, playas, comercio, buena gastronomía, comercio, incluyendo la salazón del pescado, etc…) hasta ahora no hemos sido capaces de hacer del turismo uno de los pilares de la economía ceutí. A ello ha contribuido la falta de una continuidad en la planificación estratégica del sector turístico que ha llevado a continuos cambios de rumbo y a la constante improvisación.
"En el ejercicio de la gestión política son más beneficios para el interés general la humildad, la sensibilidad y la distinción entre cantidad y calidad"
En la política, como en muchos otros aspectos de la vida, se exigen resultados inmediatos o al menos apariencia de que se está trabajando. No importa tanto asentar unos buenos cimientos en sectores como el turismo -como diseñar un plan de recuperación y puesta en valor de nuestro patrimonio natural y cultural, acompañado con una correcta planificación de su gestión para que no suceda, como ocurre en nuestra ciudad- que ser testigos de que algunos recursos patrimoniales, como los baños árabes estén cerrados o que la Sirena de Punta Almina no se haya ni siquiera inaugurado para su disfrute y aprovechamiento turístico. Desde nuestro punto de vista, en la protección y la conservación del patrimonio natural y cultural debe primar la posibilidad que ofrecen nuestros bienes culturales y naturales para un desarrollo personal más rico y así lograr una vida plena y espiritualmente satisfactoria.
Por desgracia, esto suele olvidarse y, como escribió Lewis Mumford, nuestra sociedad desatiende las necesidades superiores del ser humano y no presta atención a otros valores “aparte de la productividad, la velocidad, el poder, el prestigio y el beneficio pecuniario. Ni en el entorno en su conjunto, ni en la comunidad individual o en sus propias personalidades típicas hay ningún respeto por las condiciones necesarias para apoyar el equilibrio, el crecimiento y la expresión coherente”.
El mal enfoque en la gestión del patrimonio natural y cultural radica en el propio sistema económico y político. A las administraciones, tanto la local como la estatal, les falta sensibilidad, mesura y controles adecuados para evitar daños a nuestros bienes patrimoniales.
El único impacto que perciben es el económico, mientras que para el ambiental son insensibles como una piedra. Esta insensibilidad y falta de equilibrio les impide reflexionar sobre el impacto ambiental que pueden provocar más de cinco mil personas corriendo a pie o en bicicleta por nuestros montes en los que previamente han abierto anchas avenidas para que discurra esta ingente cantidad de personas en unas horas.
Tampoco les inquieta las consecuencias sobre la fauna marina de campeonatos nacionales o internacionales de pesca desde embarcaciones, como el del año pasado; o desde el litoral, como el que se está celebrando estos días en nuestra ciudad.
¿Alguien ha calibrado el impacto ambiental de cerca de doscientas personas pescando durante diez días consecutivos desde las costas de Ceuta? Ha sido la recién constituida asociación DAUBMA la que denunció a principios de esta semana la barbarie de dejar cientos de peces de talla pequeña muertos en la orilla por parte de los concursantes en la Olimpiada de pesca.
¿Acaso la Consejería de Medio Ambiente no ha sido tenida en cuenta para establecer unas mínimas normas para evitar un daño injustificado en la población piscícola de las aguas de Ceuta? ¿Es razonable seguir organizando eventos deportivos masivos sin que se evalúen los impactos ambientales de estas pruebas?
En general, faltan suficientes controles ambientales en nuestra ciudad para reducir los impactos de las actividades económicas que se desarrollan en Ceuta. Otro ejemplo que ilustra esta circunstancia lo tenemos en el vertido de 25.000 litros de fuel durante la operación de repostaje de un barco mercante en el interior del muelle.
Recalcamos lo del interior del puerto, pues si este incidente hubiera sucedido fuera de la dársena portuaria estaríamos asistiendo a un desastre medioambiental de grandes proporciones. Este incidente refuerza nuestro insistente llamamiento a que las operaciones de bunkering se lleven a cabo en el interior del puerto.
No hacerlo así es correr un riesgo elevado de asistir a una grave catástrofe medioambiental.
La concatenación de tres incidentes en las labores de suministro de fuel en lo que llevamos de año no parece que respondan a una simple casualidad. Algo debe estar fallando en los procedimientos o medios disponibles para la inspección que aseguren que los barcos que repostan en el puerto de Ceuta cumplen las condiciones óptimas de conservación y mantenimiento de sus instalaciones interiores y su casco.
"Encontrar un equilibrio entre conservación y economía no es fácil"
Escribió Goethe, que “es en las restricciones donde se revela el maestro”. Esta verdad deberían hacerla suya todos los organismos privados y, por supuesto, los públicos. Llevar a la práctica esta idea supone establecer limitaciones cuantitativas. No obstante, no es menos cierto que es tan malo demasiado como demasiado poco. Encontrar un equilibrio entre conservación y economía no es fácil.
La balanza siempre tiene que estar del lado de la vida, de la dignidad inherente a todos los seres vivos y la obligación ética de legar en las mejores condiciones posibles el patrimonio que hemos heredado de nuestros antepasados.
En la práctica, la consecución de este equilibrio pasa por escuchar otras voces -aparte de las complacientes con el poder- en la organización de cualquier actividad que puedan afectar al patrimonio. La democracia se construye desde la pluralidad y consenso sobre el valor que se le concede a cada aspecto de la existencia. Es fácil que a algunos les ciegue el ansia de poder, dinero y prestigio, pero en el ejercicio de la gestión política son más beneficios para el interés general la humildad, la sensibilidad y la distinción entre cantidad y calidad.
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