Se cumplen seis meses, medio año desde que Marruecos, la tarde previa al 13 de marzo, hizo saber a la
Delegación del Gobierno en Ceuta que tan solo le daba unas horas de margen antes de echar el cierre a su paso fronterizo. El
COVID-19 era el culpable. Después le tocaría a España hacer lo mismo.
Cientos de hombres y mujeres quedaron atrapados en nuestra ciudad. Una cifra que va en aumento por culpa de una cuenta matemática clara: nadie sale pero sí que entran. Y es que la presión marítima de los nadadores hace que las cifras de marroquíes vayan en aumento de manera considerable. Ceuta no puede soportarlo pero lo hace. Los daños colaterales son variados. Muchos marroquíes que no pueden entrar han perdido sus puestos de trabajo. La Seguridad Social apunta que las bajas de los regularizados superan ya el 50%. Otros tantos no pueden salir a su país, salvo que se echen al mar bordeando los espigones. Los hay que empiezan a dudar en qué situación van a quedarse cuando sus pasaportes caduquen y no tengan manera de renovarlos, sin poder hacer por tanto trámites con sus tarjetas de residencia.
El paso del Tarajal no abre, lo hace solo en la rumorología que ha situado en todo este tiempo más de una decena de fechas en el calendario. Pero no, no abre. Tampoco lo piensa hacer hasta que la evolución de la pandemia empiece a ser más positiva que negativa. Y esto, de momento, no está pasando.
En la nave del Tarajal siguen acogidos los magrebíes, hombres y mujeres, que no se encuentran en las casas privadas que dieron acogida a varios grupos. Hay quienes han encontrado trabajo en este periodo y pueden pagarse alguna habitación de manera clandestina. Pero al menos, su condición de atrapado sí está remunerada económicamente.
Los comercios que vivían de la frontera han tenido que cerrar o reactivar su modelo de negocio para, simplemente, sobrevivir. Lo mismo ha sucedido al otro lado del paso fronterizo, en donde al cierre del Tarajal se suma la falta de ayudas para salir adelante. Hay quienes, por eso, emprenden rutas migratorias basadas en un objetivo: hallar un trabajo en España.
La polémica de las repatriaciones que nadie aclara
Sobre las repatriaciones que se llevaron a cabo el pasado mayo se han contado demasiadas versiones. Ahora nos faltaba la del Gobierno central, que ha indicado que fue la administración de la plaza de los Reyes la que “listó” a los marroquíes de acuerdo a su “vulnerabilidad”. Esto choca con lo publicitado de que el listado lo hizo Marruecos. En esa primera repatriación salieron atrapados con nombres y apellidos así como familias llegadas solo 24 horas antes de la Península en sus coches y que estaban vinculadas, en parte, a la Casa Real marroquí. "Se atendió a criterios familiares y personales de los interesados, priorizando principalmente la vulnerabilidad de los mismos como los casos de familia numerosas, mujeres, hijos menores a su cargo y personas acogidas en el pabellón de 'La Libertad', acondicionado en su momento", dice el Gobierno en respuesta a Vox. "La Delegación remitió a la Jefatura Superior de Policía el oportuno listado de las personas para su traslado a través del puesto fronterizo del Tarajal, dirección Marruecos, limitándose la propia Jefatura a llevar a cabo el diseño y ejecución del dispositivo".