Fatima Sohra Mohamed Ahmed tiene cáncer de ovarios y lleva ocho años enferma. Se le ha ido expandiendo por la zona perineal. “Los bultos” asegura que “se le ven por fuera”.
Esta es la semana de la mujer, el día 8 de marzo es su día y por este motivo quiere “visibilizar la enfermedad, ya que solo la podemos tener nosotras”.
Fatima Sohra cree que “el cáncer de mama sí que está muy visibilizado y mejor tratado porque tiene muchos tratamientos. Pero el de ovarios no”. Ella se lamenta de que “conmigo ya han llegado a un límite, han agotado el tratamiento porque llevo enferma 8 años. He vuelto a empezar los tratamientos varias veces, pero nada. No me hace efecto. La enfermedad progresa y, además, me sienta muy mal la quimioterapia. Estuve mucho tiempo con vómitos y en la cama sin poder levantarme, pero ahora mismo estoy parada. Es decir, sin tratamiento y en manos de Dios”.
“La fe tan fuerte que tengo y la alegría de mi familia es lo que hace que salga a la calle”
Durante estos años ha pasado por fases muy diferentes. “Altibajos constantes. Pero siempre he sacado fuerzas”. Sobre todo “estoy de subidón cuando puedo levantarme, hacer mis cosas, cuidar a mis hijas –de 8 y 12 años– y mis tareas de casa”.
Fatima Sohra recalca sonriendo que el motivo de su superación es “la fuerte fe en Dios, porque aumenta mi motivo para vivir”.
Ella pertenece a un Proyecto de Atención a Pacientes en estado avanzado o final de vida que subvenciona la Obra Social La Caixa en convenio con la Asociación Española del Cáncer.
A partir de ellos obtiene una atención integral por su situación de no poder percibir un tratamiento curativo. Recibe una ayuda psicológica y social con psicólogos y enfermeros de cuidados paliativos del Hospital Universitario para superar su situación de extremo grado emocional, así vivir y conseguir la mejor calidad de vida posible.
Ella, tranquila, recuerda que “hace dos semanas estaba muy mal, pero ahora estoy bien. Salgo calle arriba y calle abajo”. Está muy agradecida de las ayudas, dice que cuando estuvo sin fuerzas como para poder levantarse de la cama “notaron mi ausencia y me llamaron, me visitan en casa y me han ofrecido alternativas”, aunque por ahora “gracias a Dios no han hecho falta”.
Su alternativa y su fuente de alegría y energía es su familia y la salud de ellos. “Fuerzas vitales”. Garantiza que aunque sea un tópico “las cosas más sencillas de la vida me hacen estar bien”.
También está muy contenta porque este ha sido el primer año que ha podido ir al colegio de su hija a verla disfrazada de Carnaval: “Su cara fue de tanta felicidad cuando cruzamos nuestras miradas…”. Su hija pequeña tiene ocho años, los mismo que Fatima Sohra lleva enferma y “solía mandar a mi sobrina a estos eventos de las niñas para que no se sintieran solas”
Cuenta orgullosa que tiene la ayuda de su padre, su marido, sus hijas y sus hermanos: “Ellos han cubierto mi hueco en mis hijas cuando yo no podía estar. La quimioterapia me sentaba muy mal”.
Otra de las cosas por la que es feliz es pasar todos los cumpleaños de sus hijas y verlas crecer. Recuerda que “aunque los médicos ha habido momentos en los que no daban por mí, los he ido superando”.
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