Opinión

"Vía canadiense", o no, para la autodeterminación en cataluña

Suficientemente conocidas son las del Gobierno Estatal entre los componentes de su actual Coalición gubernamental.
Faltaba por aflorar a la luz pública, las que surgieron ayer sábado en Barcelona a través de las cifras informativas predominantes de la Guardia Urbana, 11.000, manifestantes, y unos 60.000 según los colores de otros Medios informativos.
No resultaría baladí, reflexionar sobre las consecuencias de exteriorizar ante los ciudadanos este tipo de altercados, ya que resulta obvio, si fuera el caso, reflejar ante los mismos estas disputas, maquilladas como transparencia o higiene política, “pues no cuelan”, sino más bien denotarían oscuros deseos dentro de las formaciones, de engullirse unas a otras, y me refiero a ambas coaliciones: Central y Soberanista.
Con las reservas de rigor, debido a lo embrionario del Tema, me cuentan, sobre los desacuerdos existentes en las filas soberanistas respecto a dos líneas divergentes, fruto de las actuales disputas.
Una, denominada “VÍA CANADIENSE”, antigua propuesta actualizada por el presidente de la Generalitat, tiempo ha, sobre mesas oficiales, consistente básicamente en negociar un referéndum de autodeterminación pactado.
Otra, la de Puigdemont, sosteniendo que el referéndum sostenido hace 5 años, continúa siendo válido, y no cabría ninguna otra votación.
El actual Gobierno no llegaría a observar con malos ojos, en caso extremo, el primer supuesto, pero la “patata caliente” les quedaría a un próximo Gobierno, probablemente distinto del actual. Es decir, el problema real se plantearía a ambas partes en un futuro inmediato ante un supuesto de autodeterminación.
Conllevaría a larga a las partes a aplicar un principio/concepto de “tabla rasa”, mediante reclamaciones mutuas, lo cual no sería bueno para ninguna de ellas, máxime, con un porvenir de Europa y España en particular, “más oscuro que el reinado de Witiza”.
Cualquier experto en Derecho Internacional probablemente conoce el supuesto alcance de estos casos.
Existen varias acepciones para definir, por ejemplo, una Secesión. Según la R.A.E., consiste en la acción por la cual se separa de una nación, una parte de su pueblo o su territorio.
Atendiendo a la ONU, y según el Derecho Internacional, Catalunya nunca se ha encontrado “colonizada”, por España, ni tampoco ha existido como potencia colonizadora, razón principal qué esgrime Naciones Unidas.

Cualquier experto en Derecho Internacional probablemente conoce el supuesto alcance de estos casos

Según XAVIER PONS RAFOLS, Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Barcelona, y desde el punto de vista del tal Derecho, una secesión unilateral, sólo es contemplada en los supuestos de descolonización, entendiendo, que el territorio sometido a dominación colonial tiene una condición jurídica distinta a la del Estado colonizador.
Sin embargo, si la secesión es pacífica y acordada, el Derecho Internacional atendería a las consecuencias de la existencia de un nuevo Estado, y otros Estados, se encontrarían ante la libertad de reconocerlo o no. (Kosovo podría acercarse a un ejemplo, pero sin haber sido manipulado previamente de forma internacional,
Debo manifestar que durante unos años residí en Barcelona, guardando en general un muy grato recuerdo de sus gentes.
Cabría preguntarse ahora transcurrido un tiempo, (no necesariamente mejor que el actual) y al cumplirse un quinquenio del 1.O, plantearse Cataluña por un lado y España por otro, un punto de inflexión sobre si el tipo de independentismo arrastrado por los partidos políticos estatales y catalanistas durante este tiempo, continúa suponiendo un lustro después: la esperanza e ilusión de antaño. Me temo que no.
Venimos asistiendo recientemente en Cataluña, e igualmente en el resto de España, a una especie de “OPERA BUFA” entre coaliciones de partidos políticos, donde suelen primar, otros intereses y oportunismos.
Una fórmula ecléctica y legal que viene sucediendo recientemente en Italia, y anteriormente en Francia (Legislativas), como forma de intentar reconducirlos hacia la Regeneración Política, de la cual nos encontramos muy necesitados, consistiría en expresar rechazo o hartazgo, en las próximas elecciones “pasando de largo” delante de las urnas cuando llegue el momento.
Finalmente, de nuevo en pro de la pluralidad informativa, volveré a remitir a Medios catalanes esta Opinión, sin esperanzas de publicación como viene siendo habitual, excepto Revista, la cual omito su nombre por no necesitar publicidad de este modesto Columnista.

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