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Campamentos, quinto verano

El escenario desde 2006 de los campamentos de verano organizados por la Ciudad y sus distintas consejerías es el complejo rural ‘Miguel de Luque’, que a punto estuvo de desaparecer ese mismo año. “Estaban pintando la piscina cuando se fue. Es que no paraba, siempre hacía algo”. El recuerdo sobre Miguel de Luque lo hace su mujer Conchi XX, que ahora ha cogido las riendas del complejo rural que comenzaron a construir hace ocho años, y que hoy tiene más de treinta casas.
Gracias a estas instalaciones, desde el año 2006 la Ciudad puede organizar campamentos sin tener que enviar a los niños y jóvenes ceutíes a la Península. Esta semana, varias decenas de gimnastas pasan unos días allí, y la semana que viene será el campo de trabajo Educamusi el que traiga unos 30 jóvenes a las instalaciones.
Todo empezó cuando estaba a punto de acabar, según recuerda Juan Redondo, presidente de Avisce y uno de los que más quieren preservar la memoria de Miguel de Luque en el complejo que lleva su nombre. “Le pusieron muchas trabas, y estaba a punto de llevarse a Málaga las casas que había construido aquí. Pero yo le pedí que se esperara, y le brindamos el apoyo necesario para estar en Fitur dentro del stand de Ceuta”, recuerda. Y, por suerte, aquello fue un éxito. “Aquello del turismo rural en Ceuta sonaba a chino, a cómo era posible. Pero nos llevamos gente experta para promocionarnos, en vez de una azafata llevábamos una bióloga; queríamos aportar argumentos racionales. Al final, todo el mundo acabó emocionado, hasta el presidente, Juan Vivas, y comenzamos con los campamentos”, añade Redondo.
Aquella maniobra fue el cambio de una suerte adversa y el momento en el que las instituciones de Ceuta se convencieron de la oportunidad que se encontraba ante ellos. Algo que fue respondido por Miguel de Luque, quien, según explica su mujer, Conchi Sepúlveda, atendía todas las demandas que le hacían: “Lo hacía por cumplir, pero si la Ciudad le decía que organizaba un campamento con más plazas de las que tenía disponible, se las apañaba para habilitarlas, construirlas él”. Aun así, esa ayuda institucional muchas veces era renqueante, como los repetidos intentos de instalar un cartel que indique el complejo rural, lo que no se había logrado hasta hace poco, según denuncia Redondo.
Campamentos como el que está en marcha estos días, o como los que llegan la semana que viene. “Los meses de verano son los más fuertes del año, y desde junio hasta que termina agosto andamos con campamentos”, explica Conchi Sepúlveda, que ahora lleva las riendas del complejo rural. Lo hace con la ayuda de los cuatro hijos de Miguel de Luque y unos pocos empleados. “Esto es una empresa familiar, y así me gustaría que siguiera con el tiempo, en los hijos”, explica.
Según la opinión de Juan Redondo, presidente de Avisce, el complejo rural cumple una fórmula perfecta: “Está cerca de la ciudad, pero a la vez apartado. Además, el trato es excelente”.
Como en cualquier servicio hostelero, Sepúlveda destaca la relación con quienes se alojan allí. “Con el tiempo, llegamos a ser amigos de algunos visitantes que repiten todos los años. Eso es lo principal, el trato humano”, dice. Algo que intentan mantener, sin Miguel de Luque, pero con el apoyo de muchas personas. Incluido el de Avisce, cuyo anagrama está en una pared del complejo. De la casa vendida hasta la cuadra que ahora es patio Los inicios de este complejo rural fueron un empeño personal de Miguel de Luque, apoyado por su familia. Conchi Sepúlveda, su mujer, recuerda que vendieron la casa que tenían, y comenzaron a construir las cuatro primeras estancias de unas instalaciones que hoy suman más de treinta. “Le venía de familia, porque también tienen en Málaga turismo rural. Aquí no había, y vio la oportunidad en estos terrenos del monte”, asegura. Sin ningún tipo de ayuda pública, levantaron las casas. “Era un constructor, un creador. Si había un problema, lo solucionaba, no esperaba. Para ello tenía un cuarto en el que guardaba tubos, y demás materiales. Estos materiales se los traían, muchas  veces, de algunas obras. Obras que servían, por ejemplo, para arreglar una puerta, o para completar una nueva casa. Entre el elenco que queda allí, se puede ver una casa con forma de molino, ideal para parejas, y otras grandes, de madera. “Él nunca había construido con madera, pero aprendió”, recuerda Sepúlveda. Entre los ‘tesoros’ del complejo, una superficie que se utilizaba para albergar caballos, otra de las pasiones de  Miguel de Luque. Sin embargo, hace no mucho se quitó el espacio reservado a ello, para instalar un patio que hoy día es aún uno de las obras interrumpidas del complejo. “La idea es conseguir que puedan aparcar caravanas, sería el único lugar de Ceuta, y potenciaría mucho las actividades náuticas, ya que hay aficionados que vienen por este medio, y deben pasar a Marruecos”, opina Juan Redondo.

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