Hoy creo que va a ser un gran día. De esos que debo de recordar. No por unos momentos, sino para mucho tiempo. Los árboles están en silencio y debo de mirar para dónde va el viento. Ya que no lo siento. Mis ideas van prevaleciendo y mis instantes están aquí al lado.
Me resulta muy chocante no saber de los más aferrados a la cama, de aquellos que dicen: “No me da la gana, salir de este cuarto”.
Y mientras transcurre el día, ese que era un futuro bueno, y se está convirtiendo en algo que ya está escrito para ti.
Pero yo que soy más inquieto, cojo la puerta de la calle y tras rezar al "Dios Padre", me enfrento todo valentorro, a un futuro, que lo deseo con alguna sorpresa, a ser posible “agradable”.
Y con esa ilusión voy caminando por la calle y entre saludos de buenos días y ver que la gente, sigue la corriente de los móviles, conectados a unos auriculares y hablando sin parar a un interlocutor que creo que será mudo, ya que solo se escucha durante el tiempo que permanezco, junto o paralelo a él, su verbo y no veo ningún momento de silencio que debería de suponer que está escuchando algo que diga el emisor.
Me hace pensar que la vida de esta persona debe de ser flipante y la otra persona la escucha impaciente por las nuevas novedades que deberá de dar a través de este canal telefónico.
“Me hace pensar que la vida de esta persona debe de ser flipante y la otra persona la escucha impaciente por las nuevas novedades que deberá de dar a través de este canal telefónico”
Y yo esperando emociones y veo que andar es lo más audaz para sentir algo nuevo en mi sentido principal, la vista, que da entrada de un montón de información, de esas que desea observar y analizar mi central de operaciones.
Pasan las horas y si no fuera por las paradas obligadas para charlar con algún conocido de cosas de antaño y poco de futuro. Aunque algunos son el diccionario enciclopédico andante, y la bola de cristal, todo lo saben y seguro que dan con la solución.
Otra parada es relacionada con la edad, cada "equis" horas hay que visitar el servicio para evacuar nuestros líquidos molestos y al final de nuestra caminata el premio que desea todo buen hombre de la calle, tomar un líquido refrescante y un pequeño aperitivo que nos hará recordar que no podemos tocar algunos alimentos y que solo debemos de comer los saludables, como me han recordado una buena ensalada y algo, más bien nada de cositas a la plancha.
Anda que mi suerte está echada y yo haré lo que me venga en gana y que mi barriga no baja, y no será por no ponerle ganas en mi camino diario por la distracción.