Los océanos son enormes cuerpos de agua salada que constituyen la mayor parte del planeta. En datos numéricos, cubren alrededor de 361 000 000 km² que en porcentaje es el 71% de la Tierra. Esta gran masa liquida que rodea a nuestra Tierra, la conforman 5 Océanos: Antártico, Ártico, Atlántico, Índico y Pacífico.
El océano no solo nos indica los límites entre la mayoría de los continentes; su importancia tiene un valor mucho más allá de su uso: nuestro planeta lo necesita para vivir.
El océano tiene varias tareas fundamentales, entre las que destaca el producir componentes que requerimos para la vida, absorber gases de efecto invernadero, regular la temperatura y las precipitaciones.
La producción de componentes que requerimos para la vida, nos referimos a que ahí se produce más de la mitad del oxígeno que va hacia la atmósfera cada año. Gracias al plancton que habita en el mar, el oxígeno sigue entre nosotros.
De igual forma, el agua oceánica tiene la capacidad de absorber enormes cantidades de dióxido de carbono (CO2), un gas de efecto invernadero que propicia el calentamiento global. Según los estudios, cerca de la mitad del CO2 generado por el hombre en los últimos 200 años, se ha disuelto en el océano.
Similar a lo anterior, la capa superficial del océano permite absorber el calor solar. Este mismo calor, se distribuye por medio de las corrientes oceánicas, lo que determina el clima de todos los rincones del mundo.
No obstante, esa absorción de gases y calor, tiene sus consecuencias.
Los océanos también nos indican el ‘estado de salud’ del planeta.
El calentamiento oceánico es un derivado del calentamiento global que afecta por igual todas las latitudes de la Tierra, aunque a diferente intensidad. ¿Pero por qué se calienta el océano?
El problema viene de esa absorción de gases y calor. Al ser una cantidad cada vez más difícil de controlar, el océano aumenta su temperatura al grado de afectar a todo ser viviente que en él habita. Los cambios drásticos de temperatura son causa de la acidificación del océano.
La acidificación oceánica es cuando el mar produce reacciones químicas al absorber dióxido de carbono, lo que reduce el pH, así como la concentración de iones de carbonato y los estados de saturación de minerales de carbonato de calcio, cuestiones biológicamente importantes para el equilibrio marino.
Un pH inferior a 7 es ácido, uno de 7 es neutro y un pH por encima de 7 es básico. La superficie oceánica ha demostrado estar entre el intervalo de 8.0 a 8.3, por lo que los seres vivos que ahí habitan están adaptados a estas condiciones.
Estos números son importantes para comprender cómo afecta la absorción de CO2. Gracias a esta captación de dióxido de carbono por parte del agua, hay aproximadamente 60 veces más CO2 en los océanos que en la atmósfera. Cuando el CO2 entra en contacto con el agua, se forma ácido carbónico, causante de que el agua se torne más ácida.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo: desde la Revolución Industrial hasta el día de hoy, el pH de la superficie oceánica ha descendido aproximadamente 0.1 unidad. Parece insignificante, pero a grandes términos representa un aumento de 30% de acidez en las aguas del planeta, comparado con tiempos anteriores a la Revolución Industrial.
Recordemos que los animales marinos cuentan con características adaptadas a su entorno. Es probable que ligeras variaciones no les afecte demasiado, pero mientras las cifras de temperatura asciendan, hay menos probabilidades de vida. No solo se habla de una adaptación física, sino de una adaptación a una nueva vida: nuevas rutas de migración, de alimentación y reproducción, nuevos depredadores, y trayectos cada vez más largos que se les dificulta cubrir.
Los movimientos o desplazamientos de los animales marinos y semiacuáticos dependen de los cambios de estación, de la disponibilidad de alimentos y las etapas reproductivas. Si las presas cambian de ruta, los depredadores deben hallar otras opciones de supervivencia o seguir a su presa hasta donde sus posibilidades se los permita. Por otro lado, muchas crías deben nacer en aguas cálidas para posteriormente irse adentrando a aguas más templadas conforme llegan a la madurez. ¿Qué pasará cuando los ciclos ya no coincidan con las temperaturas o las mismas aguas ya no sean óptimas para los nacimientos?
Por otra parte, los arrecifes de coral, parte del plancton y un gran número de animales con concha se ven afectados por la drástica disminución de carbonato de calcio, el cual necesitan para formar sus estructuras protectoras.
Aunque todas las problemáticas son importantes, quizá hay una que podemos ver con mayor probabilidad: la decoloración de los corales. Los corales son animales sensibles que sufren estrés ante condiciones cambiantes de temperatura (ya sea muy cálido o muy frío), de luz y de nutrientes.
Los corales son ecosistemas fundamentales de los entornos marinos al proteger las costas de la erosión y servir como hábitat de numerosas especies marinas.
En la actualidad, para tratar el estado de salud de los océanos primero tenemos que conocer los principales problemas que afectan a este medio. Entre los más destacados tenemos la sobrepesca, la acidificación, la contaminación marina, la destrucción del hábitat, el cambio climático y la acumulación de plásticos y microplasticos, que generan impactos negativos en los océanos y ponen en peligro a muchas especies marinas.
Los gobiernos pueden contribuir a que aumenten las inversiones hacia la investigación científica con el fin de monitorear los cambios en la temperatura del océano. Con esta información, se podrán diseñar y aplicar estrategias más específicas y más adecuadas para cada región y su economía.