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El calvario de esperar por una prótesis de rodilla: "No puedo salir de casa"

Con 63 años, Ángela Álvarez Medina no logra salir de su casa del polígono de África, en Ceuta, desde el pasado mes de mayo. La razón, el "insufrible" dolor y la cojera que le provoca la artrosis degenerativa que sufre en una de sus rodillas. Desde 2014 sometida a múltiples intervenciones, no ha acabado de ver mejoría, teniendo incluso que dejar de trabajar a pesar de que necesita "el empleo". Hace más de un año que su nombre figura en la lista de espera del Hospital Universitario para una prótesis: "Ahora dicen que no me operan". La historia de esta ceutí comienza a complicarse hace casi nueve años. "Ahí empecé a estar verdaderamente mal. Desde entonces me hicieron de todo. La última intervención, una artroscopia coincidiendo con el confinamiento", relata. Antes de pasar por quirófano por última vez, a Álvarez Medina le realizaron una radiografía "en 2019" y hasta 2020 "no me la leyeron", debido a que fue transferida a otro especialista, que fue quien se encargó de la intervención. "Al practicármela se dio cuenta de que necesitaba una prótesis, que así no iba a poder mejorar". Así llegó enero de 2022. En ese tiempo la mujer mantuvo su trabajo como limpiadora en un colegio a base de "infiltraciones y calmantes", dada la imperiosa necesidad del empleo para sobrevivir. "Firmé en ese mes de enero para que me metieran en la lista de espera, pero no llegaba y en mayo ya no aguantaba más, la médica de cabecera me dijo que tenía que darme la baja, que no podía seguir con infiltraciones", recuerda. Desde entonces prácticamente no se ve capaz de abandonar el domicilio. "Todavía soy joven y siento una impotencia tremenda, no sé que va a ser de mí, no tengo calidad de vida, ni siquiera puedo salir a por una barra de pan (llora). Me está afectando psicológicamente", detalla entre sollozos. Las últimas noticias no son alentadoras para Álvarez Medina, que no deja de insistir en el servicio de Atención al Paciente, presentando varias quejas. "Ya no me cogen ni el teléfono. Lo último que me dijeron fue que no me iban a operar porque se habían marchado los médicos. Parece ser que están mirando para enviarnos fueran a hacer la intervención", lamenta. En un punto muerto, sin poder trabajar (calcula que debería cotizar otros cuatro años), ni mantener una vida próxima a la normalidad, esta vecina de Ceuta clama desesperada por una solución.

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