A la calle o bajo un techo que amenaza con caerse sobre sus cabezas en cualquier momento. Son las dos opciones a las que se enfrentan una familia de Ceuta: Pedro Álvarez, su esposa María Teresa Pérez, y sus dos hijos de 19 y 17 años, respectivamente, cuando este sábado tengan que abandonar el hostal en el que se hospedan y que fue la alternativa ofrecida por la Ciudad, ante el deplorable estado en que se encuentra la vivienda cuyo alquiler abonan con la ayuda económica de Servicios Sociales.
En esta casa residen desde junio del pasado año, la única opción que encontraron con la ayuda de 350 euros concedida por la Ciudad, aunque las condiciones del inmueble, ubicado en la calle González Besada, hacían casi imposible habitar en ella. “Es una casa de 27 metros cuadrados, pegada a una obra, sin ventanas exteriores y con humedades. Casi se puede decir que es una barraca”, explica Pedro, quien agrega que no tienen ni agua corriente.
Los peores presagios se cumplieron cuando el pasado 25 de diciembre, el techo de la vivienda se desplomó, aunque afortunadamente ninguno de los habitantes resultó herido. Tanto Bomberos como Policía Local emitieron un total de cinco informes dejando constancia del riesgo de continuar viviendo en la casa. “Nos dijeron que se puede venir abajo porque es de madera y hecho con estopa, un material que se usaba antiguamente para construir viviendas”.
Tras solicitar nuevamente ayuda a Servicios Sociales, Pedro y su familia recibieron, hace unos días, una ayuda para un hostal, pero su estancia finalizará este sábado cuando tengan que abandonar el lugar. “Nos han dicho que tenemos que llevarles un contrato de alquiler y entonces nos darán el dinero, pero los arrendatarios no firman un contrato si no tienen seguridad de que les va a pagar”, se lamenta.
Tras plantear estas dificultades solo se ha encontrado con trabas. “En Servicios Sociales me han dicho que hay llevar el contrato o, en caso contrario, que volvamos a la casa. ¿Les da igual que se nos caiga el techo encima? Y me dicen que si pasa algo, será bajo mi responsabilidad”.
Así las cosas, Pedro y su familia se verán abocados, este sábado, a dormir en la calle o regresar a una vivienda que, tanto Bomberos como Policía Local, catalogan de inhabitable y con riesgo para la integridad física de las personas que allí residan. “No tengo otra opción. Mi mujer está trasplantada de médula y no voy a permitir que ella o mis hijos duerman al raso. Tendremos que regresar a esa casa y esperar que no ocurra nada”. Y con esa esperanza o la que tiene puesta en encontrar una vivienda de alquiler digna, el tiempo sigue corriendo en contra de Pedro y su familia.
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