Calendario “infame”, “marroquinizador” que supone una “traición”... Así ha calificado Vox la propuesta de calendario laboral que se llevará a pleno este viernes. Y la califica así simplemente porque contiene dos festividades que rechazan: la del final de Ramadán y la de la Pascua del Sacrificio. Las rechazan porque consideran que no se ajustan a la identidad de Ceuta, a pesar de que son dos fiestas celebradas por la mitad de la población -o más de esta tierra- que es igual de española que el resto. Vox tiene un serio problema con el reconocimiento y con el respeto hacia determinados ceutíes, hasta el punto de que avisa que cuando gobierne lo primero que hará será retirar ambos festivos y teñir de rojo la festividad del patrón San Daniel, a pesar de que no es jornada festiva desde hace un siglo. Estos son los argumentos, esta es la sustancia de una presentación ante los medios que ha carecido de cualquier tipo de fundamento.
Vox justifica el haber votado dos calendarios que incluían la Pascua del Sacrificio como festivo en el hecho de que fueron engañados por el PP. Es decir, toda una formación que aspira a gobernar, que se supone que tiene cierta prestancia, madurez y posicionamiento, confiesa haber sido engañada hasta en dos ocasiones. Lo confiesa ahora, no antes. Lo denuncia ahora, no antes. Porque quizá antes tuvo otros motivos de peso para levantar la mano y apoyar al PP que ahora evita explicar. Todo es posible. Como es posible también el giro al completo de una formación que un año te acepta una festividad y otro la condena porque dice nada menos que va contra la identidad de Ceuta y que aceptarla supone dar un paso en la marroquinización.
El respeto, la consideración, el alcanzar acuerdos y el saber reconocer cuál es la realidad de Ceuta es lo mínimo que se le debe exigir a una formación que tiene ahora representación en la Asamblea y que aspira, en un futuro, a gobernar. Vox carece de todo ello. No respeta, evita alcanzar acuerdos y no reconoce la realidad social de una tierra, encuadrando en lo contrario a la identidad española a una parte de la misma.
Sus argumentos caen por su propio peso, suponen una barbaridad, una manera de convertir en extraño lo que no lo es mientras se disfrazan de salvadores de España. No hace falta ese tipo de héroes porque en Ceuta, los ceutíes se sienten españoles se llamen Pepe o Mohamed. Seguir con el culebrón de los asustaviejas y vendepatrias está demasiado caduco. Las tradiciones, el reconocimiento a las festividades que cobran sentido en esta tierra es el mejor ejemplo de que la clase política ha entendido dónde vive y qué es Ceuta. Lo contrario sí que es una burda manipulación interesada.
Lucha sin cuartel contra VOX