Con un asunto tan delicado como es el de las devoluciones en caliente, lo menos que se exige a los gobernantes es que sean serios, que tengan claras las ideas, que sepan qué tienen que hacer y decir. Pero en esta coalición extraña que lleva las riendas del país, parece que lo que unos dicen no vale para otros, que lo que unos afirman se niega por el otro lado. Los ciudadanos asistimos a una especie de juego de reparto sin que nada avance. Lo peor es que parece que a ellos, a quienes mandan, poco les importa.
Ayer Pablo Iglesias aseguraba que el Gobierno no llevará a cabo devoluciones en caliente en las fronteras. Llega tarde porque ya las ha permitido, miente además porque lo sabe pero, más grave aún, genera incertidumbre porque parece que en las líneas fronterizas los agentes hacen lo primero que se les ocurre dejándolos atrapados en la más absoluta inseguridad ante posteriores denuncias. Si Iglesias dice que las devoluciones en caliente no las permite su Gobierno -lo del ‘su’ le encanta-, ¿significa entonces que en Ceuta se ha actuado a criterio de la delegada sin contar con lo que le dicta Madrid?, ¿significa que se ha hecho algo ilegal, que somos una especie de disidentes? Deberían aclararlo porque saber saben perfectamente lo que sucede en esta frontera sur, lo que se hace y lo que se ordena. Venir ahora con este tipo de salidas debería ser apuntado en la hoja de denuncias de la AEGC para instar a sus guardias afiliados a que se anden con cuidado, porque en una de estas les vuelven a acusar de desobedecer al vicepresidente segundo con chalé adosado si cumplen con las órdenes dictadas por la Comandancia que, a su vez, atienden las directrices de la Plaza de los Reyes.
Suena a cachondeo, pero no lo es. Suena a hipocresía, pero tampoco. Lo que sí existe y abunda es la poca vergüenza que se estila en una clase política que ni siquiera se preocupa por cómo están las fronteras, ni sabe lo que sucede ni cómo se actúa en ellas, para luego salir con un discurso que ni los propios coaligados sostienen y defienden de igual manera.
Es bastante vergonzoso la emisión de un mensaje que tiene graves consecuencias y que deja en el más puro de los desconciertos a los agentes encargados de vigilar las vallas a los que nadie les ha dicho, al menos hasta la noche de ayer, que tenían que cambiar el criterio de actuación. ¿Qué pasará con los próximos encaramados?, ¿qué hará la Guardia Civil?, ¿llamará de madrugada a Pablo Iglesias para que les aconseje qué hacer? Yo, si fuera ellos, ya estaría consiguiendo su teléfono móvil por si las moscas.